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El doctor revisaba a Conrado, todos esperaban en el salón principal. —¡No quiero que padre sepa nada de Angélica! Para èl, ella lo abandonó, ¿entendieron? —exclamó Gladiola. Azael no estuvo de acuerdo. —¡El abuelo no merece mentiras, Gladiola! Reconoce que lo que hiciste de echar a Angélica estuvo mal. —¿Quién eres? ¿Un enemigo de esta familia? ¡Azael, Angélica es una perra del dinero! No dejaré que siga chupando la sangre de mi padre como una sanguijuela. Azael rodó los ojos. El doctor se acercò a ellos. —¿Cómo está mi padre? —exclamó Antonio —Se encuentra muy bien, lucido, vamos a llevarlo pronto a hacer unos estudios, pero por lo pronto parece que no tiene secuelas, y está mejor, déjenle descansar, y veremos cómo sigue, mañana vendré temprano a revisar su estado de salud. El d