Chiara dejó de bailar y dio media vuelta para encarar al hombre. Asombrada, dibujó una sonrisa en sus labios mientras su corazón se acelera cuál máquina. —¡Jefe! —Se obligó a reaccionar, ella quiso darle un abrazo, pero el poderoso brazo de Alessandro la mantuvo en su lugar—. Vaya, no puedo creer que esté aquí. —Eso debo decir yo —El hombre no se lo podía creer—, creí que no volverías más aquí, recuerdo muy bien que eso dijiste al rechazarme. —Alessandro estaba listo para tomarlo del cuello, pero Chiara se puso dura. —Tengo mi trabajo en Londres, jefe, por supuesto que debía rechazar el puesto que me ofreció aquí —Esa fue más una explicación para el impaciente hombre que la abraza con fuerza—. ¿Está de vacaciones? —No, el equipo y yo hemos venido a una conferencia y nos quedaremos el f