Seth conduce su Aston Martin por las calles de Chicago.
El hombre tiene una afición por los coches rápidos y no teme sacarles el provecho. Tengo que admitir que la acción genera un subidón de adrenalina.
Además de que esta es mi marca de coche favorito.
Sobre todo, porque nadie nos detiene por exceso de velocidad.
Es como estar en un patio de juegos.
—Eres un maniático de la velocidad, ¿Cierto?
—Amo los coches rápidos. Son mi placer culposo —se encoge de hombros.
Pongo los ojos en blanco.
Cuando pienso que Seth va a llevarnos a algún departamento de soltero, no puedo estar más lejos de eso.
Seth estaciona frente a una casa en un vecindario. La misma tiene una hermosa fachada de piedra caliza y ladrillos.
—Llegamos.
— ¿Es aquí? — pregunto sorprendida.
— ¿No te gusta? — inquiere
