Sentí mariposas en el estómago todo el día en el trabajo. Diego podía ser tan dulce pero también tan dominante. Sólo podía pensar en la noche que pasé en casa de Diego. Tampoco podía olvidar lo de esa ma?ana: cómo me había mandado, y después... cuando nos abrazamos y hablamos de cosas mundanas como nuestros colores favoritos... el suyo era el azul. También habíamos hablado de nuestros sue?os de la infancia; el mío era algo estúpido como tener mi propia panadería cuando ni siquiera me gustaba hornear, mientras que el suyo siempre había sido encontrar el amor, y yo me derretía ante eso. Cada vez que estaba con Diego, no dejaba de sorprenderme con lo abierto que era, sobre su pasado y sus sentimientos. Nunca había conocido a nadie como él. Cuando llegué a casa, hice una cena temprana y me r