Martín tenía las cejas fruncidas mientras me miraba confundido. —Claro que no. Aurora, ¿de verdad creías que nos íbamos a acostar con otras mujeres siendo tus dominantes? —Bueno, la verdad es que no sabía qué pensar. No sé cómo piensas encontrar a tu esclava sin... ya sabes, ponerla a prueba —admití. Era reconfortante saber que eran así de inflexibles en cuanto a tener sexo con otras personas. Diego negó levemente con la cabeza, con aspecto casi triste. —Preciosa. Martín tiene razón. Eso no va a pasar. Ni siquiera era algo que contempláramos hacer. Mis ojos se dirigieron a Gedeón para ver si tenía algo que decir, pero su boca estaba apretada como si se negara a hablar del asunto. Su mano apretaba un vaso de whisky, con cara de enfado. En otras palabras, nada nuevo. Pero, por alguna raz