–¿Y gritó? –Como loca –respondí –. Si no fuera por Dalila seguro la señora Norton hasta la golpea. –Osea que su hijo sigue siendo una criatura inocente –comentó Nathaniel. –No tengo idea –contesté llevando la comida a mi boca –. Solo me aseguré que a la señora Norton no le diera un infarto y luego me fui. –No puede ser, debiste contarme esto antes. Nathaniel lo decía serio, pero yo lo conocía lo suficiente para saber que estaba disfrutando todo lo que le contaba, por eso no quería contarle antes, porque mientas él lo disfrutaba, yo me sentía fatal. –No quería hablar de eso –encogí los hombros. Él me había invitado a desayunar, ya tenía las pruebas del detective y para esta tarde había citado al abogado en el departamento para que agilizará el trámite de divorcio, le iba a dar