—Pense qué irías solo, no qué Dilom te acompañaría.— Lo observa de arriba abajo. Aiden se sorprende de su tono, usualmente Lola no tenía problema con recibir a Dilom en su casa, y qué hubiera llegado con él no parecía ser un problema, pero ahora qué su amigo se había retirado le salía con esto. —Me llamo por teléfono para venir a saludarlos y traerles los regalos.— Señala la bolsa qué dejó Dilom para ellos tres. —Y le dije dónde estaba.— Murmura subiendo sus hombros. —¿Y se ofreció a irte a buscar?— Pregunta perspicaz. Aiden asiente torciendo su entrecejo. —Si.— Responde relajado. Siendo la única parte verídica de su discurso. —¿Te pensas qué soy tan tonta cómo para creer qué te olvidaste de comprar dos tartas en un lugar qué queda a cinco barrios del nuestro?— Lo mira atónita. —Me