25 de marzo de 1920 Unos ojos, azules y brillantes, le devolvieron la mirada al otro lado del espejo. El cabello perfectamente ondulado sobre los hombros. Los labios rojos, los ojos maquillados con n***o. Una auténtica mujer moderna de los años veinte… Definitivamente, no muchos hombres lo aprobarían con un corte tan recto en el escote del vestido muy parecido a la ropa e hombre. Tampoco le importaba. Le gustaba cómo se veía. La sutileza del vestido, el hecho de que la falda fuera más corta, aunque fuera bajo las rodillas. Todo eso le hacía sentir distinta. Ligeramente más libre. Su madre había conocido las faldas que llegaban hasta el suelo. Ella, a sus veinticinco, había conocido faldas cada vez más cortas… y menos pesadas. Se dio unos últimos retoques antes de utilizar el perfum