4 de abril de 1920
Nerviosismo e intranquilidad se dispararon a través de ella a medida que avanzaban por el pasillo de la casa del señor Weningmar. Todavía no podía creer que estuviera ahí, en la casa de un hombre que le desagrada, sin embargo, lo estaba y ya no había vuelta atrás.
La mano de James le dio un suave apretón a su mano, que se mantenía agarrada del brazo del hombre. Desde que habían salido del coche hasta que entraron en la mansión, no se había despegado de él. Siendo lo más parecido a una segunda piel.
-Espero que les guste lo que se ha preparado para la cena. Me gustaría decir que mi esposa estaría encantada de entretener a la señorita Cole, pero como ya saben, lamentablemente falleció hace unos años.
-No necesita preocuparse por eso. No estaremos mucho tiempo aquí -
