Arlett sintió una opresión el pecho y Rachel soltó una exclamación de susto y pánico al ver aquella especie de murciélagos humanoides con gran tamaño de color ceniza, tal vez en algún tiempo habían tenido suficiente pelaje sobre su pecho, alas y cola, pero ahora se veían delgados, cadavéricos, demacrados y hambrientos. Edmund sintió asco también, al notar los grandes colmillos estilo sable que nacían de sus bocas con labios delgados y negruzcos. En cambio a Félix le atemorizaban más los serpentinos ojos de esas bestias voladoras, cuyo color de iris era verde iguana y las negras pupilas estaban perpendiculares. Aquellos monstruos de tamaño humano no les dieron tiempo de correr a ninguna parte, rápidamente se abalanzaron hacia sus cuerpos, mostrándole sus filosos