Esta mañana me despertó Marta, ella trajo a una joven, muy graciosa, su cara estaba llena de pecas.
- Esta es Glasha, ella le ayudará a vestirse, peinarse, hacerle un baño, y para otros pequeños encargos. - Me la presentó la ama de llaves.
- Gracias, - conteste - ¿Cuándo es la misa?
- Dentro de dos horas, el príncipe ya ha ordenado todo. No hay nada de lo que preocuparse, - me aseguró Marta. - Y ahora, Glasha le va a ayudar a vestirse y bajad para el desayuno.
- Bien, dígale al Príncipe que estoy muy agradecida por su calurosa acogida. - respondí.
Glasha, aunque era joven, sabía lo que tenía que hacer, me hizo un peinado tan bonito que incluso me sorprendió.
- ¡Qué hermoso! Glasha, dónde aprendiste a peinar así. ¿No hay más señoritas en la casa que no sea yo?
- Las señoritas no, pero las chicas son muchas. - respondió sonriendo.
Para ser honesta, no entendí, de que hablaba ella. ¿Quién sabe lo que hacia la gente en el siglo XVIII? Bajé al comedor. El príncipe ya estaba allí vestido de n***o. Me ofreció una silla y desayunamos de nuevo sin hablarnos, pero esta vez rompió ese silencio él.
- Mis hombres sacaron del rio un baúl con sus cosas y esta caja, - dijo, y me tendió una caja de madera decorada con plata.
La he abierto. Había joyas de la familia Buturlin en ella. «Si las cojo, me pueden llamar ladrona, y si no lo hago, me meterán en la cárcel como una impostora», - pensé, y de repente vi el anillo, que me dio Olga, y yo le di a Iván. Sentí como otra vez me metiera un nudo en la garganta y volví a llorar.
- ¿Recuerdas algo?
- Sí, este anillo, - le dije yo, reteniéndome de las últimas fuerzas, y saqué de la caja el anillo, que debía pertenecer al hijo mío y de Iván.
- Bueno, cálmese, todo se arreglará, - me abrazó y me acarició en la cabeza como Zachario.
Yo levanté mis ojos llorosos y le miré a él, no podía equivocarme, me miraban los ojos inteligentes y cariñosos de mi amigo, casi padre, del gobernador de Nóvgorod. "Así que él Príncipe Repnin, como Zachario, será mi amigo. Él es igual cuidadoso y desconfiado, pero yo ganaré su corazón de todos modos."- pensé.
Me acompañó a la iglesia. Parece que toda la gente de la comarca estaba aquí para saber lo que paso y tener posibilidad chismorrear sobre la muerte del pobre Conde y su esposa. Pero me imaginaba, lo único que ellos querían, era ver a la pobre huérfana con sus propios ojos. No era tonta y vi la cantidad de joyas preciosas que pertenecían a la familia Buturlin. Eran ricos. Durante toda la ceremonia, Pedro Ivánovich mantuvo mi mano en la suya, apoyándome. Y cuando todo terminó y los pobres Buturlin descansaron en paz, él me acompañó al comedor, donde estaban las mesas con comida de homenaje. Todos los vecinos se acercaron a mí y me mostraron sus condolencias. Oí desde todos los lados: «Pobre huérfana, en un día perder a toda la familia. Ella es hermosa, por mucho que tenga problemas, es buen partido». He estado tratando de hacer un aspecto triste y a veces suspiraba.
Finalmente, cuando todo el mundo se marchó, pude subir a mi habitación. Estaba muy cansada. Sólo quería estar en silencio y arreglar mis pensamientos.
Tengo que ir a la capital, porque es allí donde puedo encontrar a mi Iván. Sentí que no podía ser un simple campesino en alguna parte de la inmensa Rusia. Porque alguien o algo que me mete en todas estas épocas me da la oportunidad de conocerlo. Me dirige hacia él. Entonces, si soy Condesa Buturlin, mi querido Iván tiene que ser también noble.
Repnin me quiere llevar a San Petersburgo a casa de mi “supuesta” tía. Esto significa que él estará allí. Solo necesito conocerlo. ¿Como lo hare? Si lo reconoceré, no tenía ninguna duda. Mi corazón lo sentirá y encontrará entre miles. También me di cuenta de que alguien me estaba dando la oportunidad de encontrar viejos amigos, como Zachario. Pero ahora es el príncipe Pedro Ivanovic Repnin. Si hay amigos, habrá enemigos.