La tormenta duró bastante tiempo. La fragata bailaba de un lado a otro, y yo estaba sentada en una bodega oscura, muriendo de miedo por Iván y del frío, porque mi ropa estaba mojada por el agua del mar, que calaba mis huesos. Ni siquiera me entere cuando todo se calmó y la tormenta había pasado. La puerta de la bodega se abrió, me cegó al principio un momento, pero luego vi la cara de alguien a quien amaba.” ¡Gracias a dios que está vivo!"- pensé. - ¡Estas bien? - Me preguntó y me tendió la mano. - Sí, - respondí y me ayudo a salir arriba por la escalera de cuerdas, que me tendió. Estaba tambaleando como una borracha, el estómago y el costado me dolía y me avergonzaba decir que abajo, en la bodega, estaba mi cena de ayer. - Tenemos que hablar, - dijo mi marido. - ¡Por favor te pido ¡P