Me remuevo en la cama mientras aprieto con fuerza mis ojos, ese sonido fastidioso de mi celular me hace soltar un gruñido. La insistencia de la otra persona me lleva abrir los ojos, pero no le doy el gusto de atender, permanezco por unos largos minutos observando el techo de esa forma intento canalizar mi mal humor, por suerte para la otra persona mis cólicos ya han pasado, lo que quiere decir que no le vaya tan mal. —¡¿Quién habla? —saludo o bueno gruño cuando el sonido no cesa. —La única manera de que pierdas las elegancias es recién levantada —se mofa en lelo de mi hermano. Ruedo los ojos al mismo tiempo que controlo las ganas de insultarlo. —¿Para qué llamas? Soy de aquellas personas que la única manera de ponerse de mal humor es que cuando las despiertan y este idiota lo acaba de