Me senté, se apresuró acercarme la silla, y él se sentó detrás de mí. El mesero de inmediato nos dejo las cartas, pero un domingo caluroso a medio día, estaba claro para mí lo que pediría, además de una jarra de limonada, pescado y ensalada, no quería nada más, y la verdad, sabía que pedir pescado en una cita de negocios no siempre es la mejor opción, pero me daba igual, en este momento.
Todo un caballero, debo decir, no comió hasta que mi plato llegó, y además de tener una sonrisa linda tiene un tema de conversación muy agradable sin contar que ambos llegamos temprano al lugar lo que me pareció un acierto, pues favoreció por completo pues las energías se entendían. Empezamos a contarnos cosas un poco más personales, nada fuera de lo normal, cómo se crearon nuestras empresas.
Continuamo
