Capítulo 4.

1839 Words
Me separé de él después de un largo minuto que se me hizo eterno y a la vez muy corto. Sin decir ni una palabra fui hasta las dos ventanas y las cerré de todas formas por si las moscas. -No van a volver –dijo Domink siguiéndome. - ¿Cómo estás tan seguro? –volví para encararlo-. ¿Y quién eres tú? ¿Quiénes son ellos? No entiendo una mierda de todo esto –inconscientemente tiré de mi pelo con las manos por la desesperación. -Tendrás respuestas, pero antes de nada tienes que prometer que no vas a decir nada de esto a nadie –se sentó en una de las camas y por fin vi cómo se guardaba sus alas con una mueca de dolor. - ¿Quién me va a creer? –acto seguido de decir esto me empecé a reír-. Me llamarían loca, pero mi amiga ha muerto y eso es inevitable. -Tendrás que asistir al funeral, los guardias acaban de encontrar el cuerpo y van a avisar a la familia –su expresión facial me dejaba perpleja mientras me movía de un lado a otro del desván inquieta. - ¿Cómo lo sabes? –dije subiendo el tono. -Puedo oír a un radio de dos kilómetros –se levantó de la cama-. Ven conmigo. Bajé las escaleras detrás de él sin preguntarle nada. Lo vi coger mi móvil y dármelo en la mano, pero no entendí nada hasta que alguien llamó a la puerta preguntando si había alguien. -Ahora vuelvo –susurró y se esfumó detrás de mí. Fui hacia la puerta porque los golpes estaban siendo bastante insistentes. Cuando la abrí vi a dos guardias y un jefe de ambulancia bastante inquietos. -Señorita, ¿es usted Rebecca Brice? –me preguntó uno de los guardias. -Sí, soy yo. ¿Han encontrado a Lara? –pregunté desesperada, no podía evitar preocuparme al no saber dónde la había dejado Dominik. -Por desgracia cayó en un pantano que hay aquí cerca y se ahogó –dijo el jefe de ambulancia. -Hemos avisado a la familia, por lo que ahora tocaba pedirle declaraciones a usted y a la señorita Nora. -Nora se fue esta mañana antes de que Lara saliera porque tuvo unos asuntos familiares que resolver. Puede comprobarlo llamando a su familia –dije mientras lágrimas caían por mi rostro. Durante una media hora larga seguí explicándoles todo lo ocurrido durante estas dos semanas que llevábamos aquí. Los guardias tomaron nota de cada detalle y me pidieron el número de Nora también para corroborar toda la historia. Me dijeron que sería mejor que volviese a Preston para estar con mi familia para el funeral, y tenía claro que eso haría. En ningún momento sospecharon de mí, supongo que, aunque me esforzase en fingir no haría falta porque lo ocurrido me sigue impactando tanto como para llorar desconsoladamente. Cuando los guardias se fueron, volví a cerrar la puerta con pestillo. Estaba tan inquieta en mi interior que lo mejor que podría hacer para pasar esta noche sería dormir en el sótano de la cabaña que aún no hemos revisado desde que hemos llegado aquí. Subí de nuevo al desván para empaquetar las cosas de Lara y las que quedaban de Nora que me había escrito por mensaje minutos atrás de que se había enterado de la noticia. Ella no iba a volver a este sitio y lo comprendía totalmente. Lo que tenía claro era que yo tampoco volvería aquí, y no era por el hecho de que Lara haya sido asesinada, sino por lo que ahora sé y desearía no haber sabido nunca. - ¿Qué haces? –la voz de Dominik me hizo pegar un brinco. - ¿No ves? Recoger cosas –cerré la maleta de Lara y la dejé al lado de su cama, como hice con mis cosas y las de Nora-. Y deberías dejar de aparecer así de la nada, hay puertas –dije refiriéndome a los sustos que me estaba dando. - Te acostumbrarás con el tiempo –se sentó encima de mi cama. -No me acostumbraré nunca porque no pienso volver a este sitio jamás –cogí mi pijama de encima de la cama y entré al baño a cambiarme sin dejarle decir nada en contra. Recogí mi pelo en un moño y volví a salir con la ropa para guardarla en una mochila. Dominik seguía sentado en la misma postura sin levantar la cabeza del suelo. Logré dejar todo recogido y volví a bajar a la planta de abajo con mis llaves para intentar abrir el sótano. Quité la alfombra que tapaba la entrada al sótano y metí la llave en la cerradura para ver si aún seguía funcionando, pero al parecer habían cambiado la cerradura y no me habían avisado de nada. -¿Qué quieres hacer? –se agachó a mi lado. - ¿Por qué preguntas tanto? –dije lo primero que se me pasaba por la cabeza, cosa que a Dominik no pareció haberle sentado bien-. Quería dormir en el sótano esta noche, ya que la cabaña no es segura, pero no tengo las llaves. -Puedes venirte a mi casa, es la que está pasando en río a la izquierda –su tono amable me dejó claro que no se había enfadado conmigo por hablarle tan mal. - ¿Esa es tu casa? – me levanté y volví a poner bien la alfombra. -Sí, el otro día te vi mirando hacia ella, aunque claro, tú no me viste a mí –sonrió. -Era la primera vez que la veía –me crucé de brazos para defenderme. -Entonces vente, estarás a salvo hasta que decidas irte –se cruzó de brazos también. Me quedé pensando durante un momento si lo que iba a hacer era ético en estos momentos o si era mi única salvación a la vez, pero sabiendo lo que podría pasar si me quedo no me hizo dudar ni un segundo de aceptar su propuesta. Me ayudó a guardar todas las cosas en mi camioneta y le dejé conducir hacia el otro lado del río porque era de noche y como era obvio, yo no me sabía el camino. Dejé toda la casa cerrada lo mejor posible y limpia, dentro de lo que cabía. Me llevé algo de comer que aún nos quedaba congelado en la nevera para que no se pusiera malo y Dominik me dijo que lo podía comer en su casa si eso quería. Por una parte, su presencia me daba confianza, pero cuando se alejaba empezaba a dudar de si sus intenciones eran buenas o malas con respecto a lo ocurrido aquella noche.  Llegamos en frente de su casa y la puerta del garaje se abrió de par en par mientras Dominik avanzaba y aparcaba el coche dentro de este. El sueño se emnpezaba a apoderar de mis ojos, cosa que no me sorprendía después del día largo que había tenido. Miré el móvil y vi que tenía mensajes de mi madre para que mañana me presentase en casa. -Deberías contestarle y decirle que está todo bien –levanté la vista y miré a Dominik a los ojos. -En cuanto suba la llamaré –otro bostezo se hizo notar en mi boca-. Tengo mucho sueño. -Te prepararé una habitación –abrió la puerta del coche y salió, yo procedí a hacer lo mismo y seguirle por la puerta que llevaba hacia el interior de la casa. La casa estaba decorada con un estilo moderno pero muy rústico. Era bastante más amplia incluso que la casa que tiene mi familia en Preston. -Este es el salón, ahí está la cocina y el baño y la puerta de la terraza trasera –me señaló todo-. Ven arriba para enseñarte tu habitación pasó por mi lado para subir las escaleras que nos dejamos atrás en el pasillo que llevaba al garaje y lo seguí. -Solo me quedaré una noche, no quiero molestar –solté como dato, pero sus expresiones se endurecieron al decir eso. -No molestas –abrió una puerta y pasó delante de mí-. Ponte cómoda que prepararé algo para que comas –salió de nuevo cerrando la puerta detrás de él. Me senté al borde de la cama y froté mi cara con las dos manos respirando hondo. No sabía si me quedaban fuerzas suficientes para seguir con todo esto o cortar por lo sano y no volver jamás, pero las palabras de Dominik sobre las respuestas que estoy buscando me provocaban esa curiosidad que mató al gato. No es que me apeteciera ser el gato en estos momentos, pero a lo mejor no me quedaba otra oportunidad. La habitación en la que me dejó quedarme era bastante amplia, pero muy vacía. Tampoco es que en esos momentos me iba a poner yo pretenciosa, pero me llamaba la atención que solo hubiese un armario y una cama y una ventana suficientemente grande para asomarte y no caerte. También había una puerta que llevaba a un baño al que fui inevitablemente porque tenía que asearme un poco. Oí como alguien llamaba a la puerta de la habitación cuando aún estaba en el baño. Me apuré en salir y vi que Dominik me esperaba apoyado del marco de la puerta. -Puedes bajar a cenar –dio media vuelta y volvió a bajar sin darme tiempo para agradecerle o decirle algo. Me volví a recoger el pelo en una coleta baja y bajé a donde me había dicho que era la cocina. Había un plato con macarrones a la carbonara preparado, cosa que me sorprendió porque yo no traje macarrones, pero me senté en la mesa sin preguntar. -Espero que te gusten –se sentó en el sofá que había en frente de la mesa donde estaba yo comiendo. - ¿Tú no vienes a comer? Hay demasiada comida para una sola persona en este plato –sugerí nerviosa por mi atrevimiento, pero era cierto, yo no me iba a terminar todo eso. -No me alimento de comida –sus expresiones se volvieron a endurecer. - ¿Entonces qué comes? –la curiosidad mató al gato, pensé. -No creo que quieras saberlo –esta vez sí me miró, pero nos quedamos un momento en silencio mientras yo masticaba los macarrones. - ¿Por qué no? ¿No que me ibas a dar respuestas? –levanté una ceja. -Ten paciencia –se levantó delante de mi cara y se esfumó tras salir del salón. La casa se sucumbió en un silencio sepulcral para mi gusto, pero intenté no hacer caso y seguir comiendo hasta que ya no pude más y tuve que apartar el plato. Subí en silencio a la habitación sin decir una sola palabra por miedo a que me pueda volver a asustar una de sus apariciones. Me tumbé en la cama arropándome con la cobija y cerrando mis ojos esperando a despertarme el día siguiente y ver que todo fue solamente un sueño, pero esos deseos no se cumplen para todos. 
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