El rey de Kresla y al menos un veintenar de sus soldados, salen al encuentro con el informante. Aún es de madrugada, a las 4 am para ser exactos, pero la neblina hace que la poca visibilidad del bosque se acentúe. —¿Qué haremos después con ese hombre, su majestad? —Pregunta Ciro, ordenando a sus hombres en posición de resguardo. Desde ayer que hizo reconocimiento de estos terrenos, una sospecha nació en él. Sabe que no se puede confiar en todo en alguien que traiciona primero a su rey, y luego a los ideales que decidió seguir. Eso es de gente sin escrúpulos y con ambiciones desmedidas, capaces de vender hasta su alma al mismísimo diablo con tal de llegar a sus objetivos. —Lo necesitamos, por ahora —La voz profunda y grave de Artur, quien se encuentra de espaldas a él en ese momento, lo h