Al amanecer, Andora, vuelve a pedir reunirse con Liona, pero los guardias le informan que tuvo que salir del palacio para hacer unos pendientes en el pueblo. Luego de mucho pensarlo y sin poder soportar la incertidumbre, con unas manzanas metidas en sus medias, camina a pasos presurosos por los pasillos que conducen a la mazmorra. Este palacio es muy grande, nada comparado al de Zenfanya, pero gracias a que algunas sirvientes le dieron las coordenadas, al fin puede llegar hasta la parte más baja, en los sótanos. El frío en esta zona es incómodo y el olor de las paredes es atroz. A Andora no le cabe en la mente por qué trajeron a Keisha en este lugar. Si el rey no estuviera de viaje, esto no hubiese pasado, de eso está segura. Él no sería tan cruel con ella por algo tan insignificante.