Ha pasado más de una semana que el rey tiene a la princesa como su sirvienta personal. Ella no se ha quejado ni una sola vez y cumplió con todo lo que su esposo le pidió en ese tiempo, pero levantarse tan temprano y dormir tarde le está pasando factura a su débil cuerpo.
Artur no le ha solicitado a ninguna concubina estos días, lo que Keisha agradece mucho. No quisiera volver a pasar por lo mismo que pasó con Lidia, aunque es consiente de que en cualquier momento su suerte terminará.
—¿En qué piensa, sobrina? Ha estado muy callada y pensativa toda la mañana ¿Su majestad le hizo algo? —Pregunta Ryanah al ver a Keisha perdida en sus pensamientos.
—Su majestad no me hizo nada, princesa. Casi no lo vi en todos estos días. Está muy ocupado con el consejo y a la noche me pide que me retire y
