CAP 10 LABIOS ROJOS

1060 Words
Al terminar, él se recostó a su lado agitado, mientras Rosalía recobraba el sentido, suspiro largo esperando a que su corazón se calmara, palpitaba tan desenfrenadamente, Guillermo la atrajo más a él abrazándola por detrás, ambos se quedaron dormidos. Mas tarde Rosalía despertó al sentir el movimiento y ruido, Guillermo dejó el teléfono en la cama, terminaba una llamada y estaba vistiéndose, al verla despierta él sonrió robándole un beso rápido. “Me tengo que ir, recogeré a Linda en la escuela”. Rosalía preguntó. “¿No puedes quedarte?”. Era más como una súplica. Guillermo se giró y le explicó para que entendiera. “Ella es mi novia, debo estar ahí”. Rosalía se quedó muda con lágrimas amenazando con salir, Guillermo tomó su teléfono y le dijo algo más, pero ella solo asintió en silencio obedeciendo, él salió de la habitación dejando el lugar en un silencio abrumador, Rosalía se aferró a sus piernas abrazándose y lloró incontrolablemente. Fin del Recuerdo de Rosalía… …………………….. Actualidad… Rosalía seguía en el hospital, hizo una mueca al ver a Linda llorar en brazos de su madre quien también se veía afligida, salió de la habitación después de que el doctor informara que el señor Mauricio habría sufrido un derrame cerebral y no estaban seguros cuando iba a despertar, camino por el pasillo contoneando sus caderas, mientras las miradas de las personas se clavaban en ella, era una mujer hermosa y elegante de un gran porte, Pablo ya la esperaba cerca del elevador revisaba su teléfono hasta que escuchó los tacones de la mujer resonar en el suelo, levantó la vista, guardó su teléfono y se giró para que sus miradas se encontraran. Rosalía se detuvo frente a él preguntando. “¿Arreglaste todo?”. Pablo garantizó. “No habrá problema, estará sedado hasta que tú decidas otra cosa, el doctor seguirá dándole largas a las dos mujeres”. “Bien, ahora vamos a descansar, fue un día largo y muy productivo”. Satisfecha con el asunto ella camino al elevador mientras Pablo la seguía en silencio. Subieron al auto, el chofer la llevó hasta su departamento, ella le dijo a Pablo antes de bajar. “Te veré mañana en la corporación”. Salió rápidamente y cerró la puerta antes de que Pablo dijera algo, él solo se recargó en el asiento diciéndole al chofer. “Llévame al bar”. El chofer que era de confianza obedeció en silencio, él conocía mucho de los secretos de sus jefes, pero era una tumba. Horas después Pablo tomó algunas copas en la barra, no estaba tan borracho, solo algo cansado, su vista empezaba a estar nublada pero todavía tenía conciencia, era un hombre alto y guapo y llevaba un traje sastre muy caro, algunas de las mujeres del lugar se acercaban coqueteando, pero las despachaba a todas sin intención de querer conversar o tener algo más con ellas. No dejaba de pensar en Rosalía… El chofer entró por él, caminó hasta la barra ayudándolo a levantarse y lo llevó a su casa, su esposa Dora angustiada ya estaba esperándolo en la puerta de su casa, el chofer se lo entregó en la puerta y se despidió de la mujer, no era la primera vez que pasaba esto, ella con pena agradeció, lo abrazó para llevarlo adentro. Pablo dio algunos pasos y se zafó de ella. “¡Suéltame!”. El camino tropezando con los muebles. La mujer se fue detrás de él. “Pablo”. Él se giró tratando de estar de pie y enfocando a la figura frente a él, pero todo se movía a su alrededor, Pablo tomaba alcohol, pero pocas veces se sobrepasaba y se comportaba de esa manera. Dora estaba asustada. “¿Pasó algo en la empresa?”. Solo quería apoyarlo si tenía dificultades. Pablo se rió mirando al vacío balanceándose en su lugar para luego pronunciar. “Ella lo logró…” Dora frunció el ceño. “¿Quién?”. Lo pensó por un momento. “¿Rosalía?”. Pablo sonrió aún más y caminó hacia ella, acarició su barbilla y pasó las yemas de sus dedos por los labios de la mujer. “Son hermosos…” Ella se quedó en silencio ruborizada. Pablo volvió a hablar. “Tus labios rojos… son tan hermosos… toda tú lo eres…” Dora se quedó en trance ella no llevaba labial en ese momento. Pablo pasó la mano por su mejilla y luego por su cuello bajando poco a poco por su clavícula, ella se sintió algo retraída al principio y después dejó que él quitara su bata, se acercó besándola agresivamente, al alejarse la miro detenidamente dándose cuenta que no era quien se imaginaba, el alcohol lo hacía ver visiones, se burló y la apretó del brazo girándola, ella dejó que él la tomara, Pablo la allanó fuerte y ella solo gimió. Él no quería ver su rostro por eso la giró tomándola por la nuca para que no se moviera, cerró los ojos pensando en Rosalía. Rosalía estaba en la tina de baño, el agua estaba llena de pétalos de rosas rojas que flotaban mientras ella tomaba una copa, tenía música de fondo, sus pies sobresalían seductoramente de la tina, las uñas de sus pies eran de un rojo fuerte, ella movía los dedos de sus manos pensativa, después reía recordando a la tonta de Linda, jugando y balanceando su copa, tarareando la canción. En la base de la tina había un plato lleno de fresas que ella de vez en cuando tomaba para comer, estaba disfrutando mucho de su baño, su venganza apenas empezaba. Había esperado tanto tiempo, tantos años y por fin podía saborear como los demás empezaban su sufrimiento. Cuando el agua se enfrió, salió de la ducha y buscó su bata, salió del baño caminando por la habitación, secándose el cabello. Su puerta se escuchó, ella frunció el ceño pensando quien sería a esta hora, camino por la sala hasta la puerta de entrada y observo por la mirilla. Era Álvaro Ortega su abogado, tenía poco de trabajar con ellos, estaba de pie en la puerta muy elegante con ropa casual y unas rosas en la mano, ella rodó los ojos alejándose de la puerta, el hombre la estaba sacando de quicio.
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