Emma Hernández Estoy en el balcón de mi habitación sentada en mí sillón colgante mirando el reflejo de la Luna en las olas como lo hago todas las noches antes de irme a la cama. Esa escena es mi favorita desde que vivo aquí y desde que la primavera llegó. Simplemente amo esa sensación de paz que me llega a través de esa imagen y la brisa suave proveniente de la playa que me roza la cara suavemente. De repente escucho un estruendo tras otro en la planta baja y un escalofrío recorre de inmediato todo mi cuerpo. Bajo corriendo por las escaleras y cuando me acerco más me doy cuenta que los ruidos vienen del despacho de Carlos. Cuando llego hasta allí, mi corazón late descontroladamente y un muy mal presentimiento se apodera de mí. —Nana, ¿Qué sucede? —pregunto con la respiración entre cor