Emma Hernández
Una lluvia mansa se oye afuera sobre el tejado. Abro lentamente los ojos y la claridad que se refleja por la ventana me confirma que ya amaneció.
Me estiro un poco para desperezarme y me doy cuenta que estoy sola en la cama. Me levanto presurosa y empiezo a recorrer la habitación en su búsqueda, pero no hay rastros de él.
—¿Dónde pudo haber ido tan urgentemente así tan lastimado como estaba? —me pregunto mirando la ropa que llevaba ayer dentro del cesto.
Me rasco la nariz de inmediato. No consigo entender su proceder y esto realmente me pone nerviosa.
Resignada salgo de allí y entro en mi habitación donde me tomo una ducha rápida antes de bajar a preguntar por él.
La Nana me dice que efectivamente lo vio salir muy temprano y tan raudamente que no tuvo tiempo de pregunt
