Nos tumbamos en el suelo durante unos minutos, estábamos exhaustos. La primera en decir algo fue Carolina: —Bueno chicos, ¿qué tal? — Andrea contestó rápidamente y dijo: —Me ha encantado, me lo he pasado de puta madre, ha sido una locura genial. — Sí, realmente había sido una "locura genial", tal y como dijo Andrea. Porque en la vida, pensé que una situación así se diese entre mi amiga y yo, jamás pensé que esto pudiese suceder. Lo mejor de todo era la naturalidad con la que nos tomamos el asunto, puesto que incluso nuestra relación de amistad mejoró, ya que durante unos segundos se me pasó por la cabeza que Andrea a lo mejor podría arrepentirse de lo ocurrido una vez pasase la calentura. Pero nada de eso, es más, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla y me dijo al oído: —esto ha sido fantástico. —
Cuando nos despedimos y ellas se fueron, me metí en la ducha, no pude evitar masturbarme pensando en lo ocurrido. Después intenté dormir pero me costó muchísimo. No paraba de pensar en lo sucedido y otra vez me estaban entrando ganas de masturbarme. Al día siguiente me despertó el teléfono, serían sobre las 12. Era Andrea, hacía un día buenísimo y me pregunto si quería ir a la playa. No me pareció mala idea y le dije que sí, que iría a recogerla en coche en media hora. A mí no se me iba de la cabeza lo de la noche anterior, así que antes de salir me tuve que masturbarme otra vez. También me ponía caliente pensar que iba a estar toda la tarde viendo a Andrea en bikini, con esas tetas y ese culazo que tiene.
Salí de mi casa con los bermudas puestas, cogí el coche y fui por mi amiga. Mientras conducía no hacía más que pensar en el giro que había dado nuestra relación, antes sólo de amistad. Yo la había visto desnuda y ella a mí, no sólo eso sino que me follé a una scort delante de ella que a su vez le ofreció el coño siendo lamida hasta correrse varias veces. Estaba claro que a partir de ese momento conversaríamos más sobre temas sexuales y ella no se cortaría en nada, por ejemplo me contaría con detalles sus experiencias con los chicos con los que había estado. Eso precisamente es lo que iba yo pensando en el coche, es decir, una vez en la playa estaría bien contarnos con pelos y señales nuestras experiencias sexuales, ella nunca había entrado lógicamente en detalles cuando me hablaba de sus relaciones, pero ahora todo era distinto. El mero hecho de pensar en escuchar de su boca sus experiencias sexuales me ponía a tope.
Cuando la recogí no pude evitar mirarla de arriba a abajo. Llevaba puesto un vestido largo muy fino, color amarillo, debajo el bikini. Mientras íbamos hablando en el coche me pareció verla mirar de reojo mi paquete, a mí eso me excitaba pero debía controlar la situación, no quería volver a excitarme, no quería parecer un salido. A los cinco minutos llegamos a la playa, como era un día laborable no había excesiva gente. Pusimos la sombrilla y a continuación me quité la camiseta y ella el vestido, quedándonos ambos en bañador. Acto seguido nos sentamos sobre las toallas y nos pusimos a jugar a las cartas. A unos 10 metros había un grupo de tres chicas y un chico, de nuestra misma edad más o menos. Las chicas estaban haciendo topless y el chico llevaba un tanga minúsculo. Pasaron unos minutos y Andrea me comenta: —Voy a quitarme la parte de arriba, Oscar. — Dicho y hecho, se quitó el bikini dejando al descubierto sus pechos, era la primera vez que ella hacía topless, supongo que animada también por el hecho de que no hubiese nadie conocido en la playa.
Para mí era una alegría ver el comportamiento tan natural que había adoptado, además lo de la noche anterior se lo tomó de puta madre, no daba síntomas de arrepentimiento alguno. Para colmo, en un momento en el que yo estaba observando al grupo de chicas va y me comenta: —Vaya pechos tiene la morena, ¿eh?... vaya culo, aunque la rubita tampoco está nada mal, fíjate, tiene todo el bañador metido por el culo, y el tío la verdad que está buenísimo. — Al escuchar estos comentarios empecé a tener una erección, no lo pude evitar, así que me tumbé en la toalla boca abajo, a los pocos segundos Andrea siguió comentando cosas de las chicas y el chico: —Seguro que son unas cachondas y se montan unas orgías con el chico, además una de ellas lleva el coño depilado seguro, mira la rubita. —
—A: ¿Te acuerdas de Miguel, el último chico con el que estuve? Yo tenía pensado el día de su cumpleaños darle una sorpresa y pedirle que me follase, pero cortamos antes de eso y al final me quedé con las ganas. —
Yo estaba atónito, Andrea me comentaba esas cosas con toda naturalidad. Segundos después se levantó y fue a darse un baño, mientras, yo observaba bien su cuerpo macizo, me gustaba ver el movimiento de sus pechos al andar, realmente deseaba acariciarla, deseaba lamerla, chupar todo su cuerpo y follármela, deseaba restregar mi polla por sus senos, metérsela en la boca, chuparle el culo... Ya que las cosas estaban saliendo de puta madre y ella anteriormente me había comentado lo del novio ese que le pidió que la follara, decidí sacarle más cosas y le pregunté: —Oye,.. De todos los tíos con los que has estado ¿cuál dirías que era mejor amante? — Tranquilamente, después de encenderse un cigarro me dijo: —Todas los tíos con los que he estado me han dejado satisfecha de un modo u otro, excepto uno llamado Frank que no aguantaba la erección ni dos minutos y para colmo no le gustaba el sexo oral, creo que le daba asco. Uno de mis primeros novios, Alfonso, recuerdo que se ponía a comerme el coño y se quedaba como hipnotizado, yo a veces creía que se le había quedado la lengua pegada al coño porque no se cansaba de chupar nunca. Hacía que me corriese mil y una veces, después me ponía a cuatro patas y me follaba sin parar. —
No salía de mi asombro, jamás me la hubiese imaginado con esa actitud, contándome sin pudor sus relaciones íntimas, utilizando ese vocabulario, y además con tanta naturalidad. Por supuesto yo también me solté, respondí todas sus curiosidades, además un par de novias que tuve son amigas de Andrea y cuando le comenté que una de ellas, Eva, tenía obsesión con meterme un consolador por el culo, se partió de risa, no se lo podía creer, Eva aparenta ser la típica niña pija mimada. También le confesé que solía masturbarme a diario dos o tres veces, que me encantaban las pelis porno e incluso que me había masturbado pensando en ella. Esto último no sé cómo tuve valor de decírselo, pero había tan buen rollo en el ambiente que me salió solo, casi sin querer.
A las 8:30 aproximadamente abandonamos el lugar, mientras iba conduciendo no paraba de darle vueltas a la cabeza, y es que tenía unas ganas increíbles de follármela, deseaba hacerla gozar, quería follar con ella, y debía aprovechar ahora que Andrea se mostraba tan atrevida, así que le dije de irnos a mi casa a cenar. ¡Ella aceptó!
Habíamos quedado en mi casa a las diez, nunca se me había hecho la espera tan larga, menos mal que suele ser puntual, justo a la hora acordada llamó a la puerta. Abrí y la hice pasar, estaba guapísima, se había recogido el pelo con una trenza, llevaba puesto un pantalón corto muy pegado. Le dije que se acomodara en el sofá, y mientras yo fui por unas bebidas a la cocina. Cuando regresé me quedé alucinado, ¡se había quitado la camiseta quedándose en bikini! No hice ningún comentario al respecto, no le di importancia, además había estado toda la tarde en la playa haciendo topless delante de mí. Al poco rato, me preguntó si tenía todavía la peli porno que había puesto el día anterior ya que le apetecía verla un poco más, quería que la viésemos juntos para comentar las escenas. En menos de dos segundos yo busque el video dándole play.
No habían pasado cinco minutos cuando observé de reojo que Andrea se estaba acariciando por encima del pantalón... Yo por supuesto estaba ya con la polla durísima, pero intentaba mantener la compostura, quería que fuese ella la que actuase primero, aunque sinceramente estaba deseando sacarme la polla y empezar a masturbarme delante de ella. También me daba muchísimo morbo notar que ella me miraba, se había dado cuenta del enorme bulto que se había formado en mi entrepierna. Empecé a tocarme por encima, sin sacarme la polla todavía, entonces me fijé y vi que se había sacado un seno y se estaba acariciando el pezón, muy suavemente. Sin duda ambos estábamos muy cachondos, no lo dudé más y me saqué el rabo. Lentamente empecé a acariciármelo, poco a poco, de abajo a arriba, sin masturbarme, la tenía más dura que nunca, ella la miraba fijamente, con descaro, a mí eso me ponía a tope. De repente ella me miró a los ojos y me dijo: — ¡Mastúrbate Oscar, quiero ver cómo te haces una buena paja, por favor, estoy deseando ver cómo lo haces delante de mi mientras yo hago lo mismo, estoy muy cachonda, desde que te vi el otro día la polla no puedo dejar de pensar en ella! —
Acto seguido me levanté, acercándome más a ella para que me viera bien, y delante de su cara agarré mi polla, empecé a masturbarme. Ella hacía lo mismo, se acariciaba los muslos, las ingles, se tocaba el coño mientras con la otra mano se pellizcaba los pezones sin desviar su mirada de mi m*****o. Estaba claro que a mi amiguita le iba la marcha, poco a poco iba aumentando el ritmo de la masturbación, se ayudaba meneando las caderas moviéndose como si estuviese follando, se metió la mano casi entera en el coño y cerró los ojos, estaba corriéndose como loca. Mientras tanto yo intentaba aguantar lo máximo posible, no quería correrme pero sabía que no podía aguantar mucho más. Andrea sacó la mano de su coño y se introdujo los dedos en la boca, con la otra mano empezó a acariciarse los cachetes del culo, acercando lentamente un dedo hasta su orificio anal. Me acerqué más a ella, sin parar de masturbarme, y le pasé suavemente la punta de la polla por sus ingles, muy despacito, la volví a mirar y tenía una cara de vicio impresionante, seguí pajeándome a la vez que frotaba mi nabo contra su coño, sin metérsela, pero estimulando su clítoris con mi c*****o. Ella me agarró el culo con una mano y me metió un dedo dentro, al mismo tiempo con su otra mano comenzó a acariciarme la polla y al cabo de unos minutos era ella la que me masturbaba. De vez en cuando pasaba también su mano por mis testículos, eso me encantaba, luego me volvía a agarrar bien la polla y con un movimiento casi mecánico seguía masturbándome, proporcionándome la mejor paja jamás soñada. Sin yo esperármelo acercó su boca a la mía y comenzó a besarme, era una sensación maravillosa, nos besábamos con pasión, con dulzura, a la vez sentía el calor de su coño sobre mi c*****o. Introdujo su lengua hasta el fondo de mi boca, a la vez también aceleró el movimiento del dedo que tenía metido en mi culo, provocándome un poco de dolor pero que incrementaba el placer. Deslicé una mano sobre sus pechos, amasé sus senos y sobre todo sus pezones, entonces me miró y me dijo: —Estás a punto de correrte ¿verdad? mira que amiga tan caliente tienes, te estoy haciendo una paja, Oscar, y vas a correrte encima de mi porque sabes que ambos lo estamos deseando, luego vas a follarme, igual que te follaste a Carolina, quiero que me taladres el coño, quiero hacer de todo contigo. —
Al escuchar estas palabras no pude aguantar más, de mi polla salió un primer chorro de esperma que cayó sobre el pubis de ella, con sus dedos se esparcía la corrida por los muslos y por los cachetes del culo. De mi polla siguió brotando el semen, así que apunté directamente a sus senos, concretamente a sus pezones, quedando cubiertos de mi líquido caliente mientras con una mano Andrea me manoseaba los testículos para exprimirme a fondo las últimas gotas de semen que cayeron sobre su vientre.
Al cabo de unos minutos se dirigió al servicio para limpiarse, al ponerse de pie observé como los goterones de esperma se deslizaban por su cuerpo, era una visión maravillosa. A mí todavía no se me había bajado del todo la polla, necesitaba introducírsela en el coño, follármela hasta quedar exhausto, sólo así conseguiría apaciguar mi calentura. Mientras la esperaba fui a mi habitación por un cigarrillo, al regresar al salón me percaté de que la puerta del servicio estaba entreabierta, y como la curiosidad me pudo acerqué mi cabeza, sin dejar que ella me viese comencé a espiarla. ¿Saben que estaba haciendo la muy calentona? ¡Pues la guarra estaba sentada en el WC con las piernas abiertas y metiéndose el mango de un cepillo por el coño! Ni decir tiene que mi polla se puso como una estaca al contemplar el cuadro, la chica era un volcán, además obviamente pretendía que la pillase porque no trató ni lo más mínimo de disimular lo que hacía.
Entré sin decirle absolutamente nada y le cogí el culo con ambas manos, acto seguido me cogí la polla con la mano y se la metí por el coño desde atrás, mientras le manoseaba los pechos, le chupaba el cuello y la espalda. Retiré las manos de sus senos agarrándola del cabello a la vez que aceleraba el ritmo de la follada. Con una mano le daba cachetes en el culo y con la otra le sostenía el cabello, ella se sentía como una perra en celo y comenzó a gritarme que le pegara más fuerte, que le diese tirones de cabello con más brusquedad, me decía que por favor la tratase como si la estuviese violando, que le daba un morbo especial sentirse manejada y sometida.
Decidimos cambiar de postura, ella se sentó en el bidet y abrió las piernas todo lo que pudo, yo me puse encima y se la clavé de una brusca embestida. Ella gritaba de placer, tenía la mirada perdida, estaba fuera de sí, sólo gritaba y gemía. — ¡toma guarra!, ¡siente mi nabo en tu chocho. — A ella le encantaban mis insultos y le dije que por favor me insultase a mí también.
Rápidamente nos dirigimos al salón para estar más cómodos, yo me senté en el sofá, ella se sentó sobre mí dándome la espalda. Ahora iba a ser ella la que me iba a follar, ¡y vaya como se movía la nena! le tuve que decir incluso que no se moviera tan violentamente porque me estaba haciendo daño en los testículos, la chica creo que no me oyó porque no me hizo ni puto caso además comenzó a insultarme sin parar, mientras tanto yo le agarraba los senos y le daba pellizcos en el culo. — ¡Venga, dame placer hijo de puta! ¡Jódeme bien el coño y pégame, vamos maricón dame fuerte en el culo que soy una guarra,., vamosssss vamoooooooss desgraciado!, más rápido, asíííííííííííí... —
Ella notó que estaba a punto de correrme, así que me miró fijamente a los ojos y dijo: — ¡Échamela en la boca, córrete dentro de mi boca vamos! — Se sentó en el sofá y yo me puse de pie delante. Comencé a follarme su boca, ella movía la lengua y succionaba mi pene, con la mano se tocaba frenéticamente el coño, yo le sujetaba la cabeza con las manos y le dije que me mirase a los ojos mientras me la mamaba.
Sin avisarle comencé a vaciarme en su boca, notó el semen en su paladar y se la introdujo más para que no cayese nada fuera, no desperdiciar ni una sola gota del preciado manjar. Algunos chorreones le cayeron por la barbilla, en ese instante me acerqué y le di un morreo que duró varios minutos. Había sido una experiencia formidable, nos pasamos el resto de la noche hablando de lo ocurrido. Al día siguiente fui a buscarla para ir a la playa y mientras íbamos en el coche ella me comió el rabo por voluntad propia, sin yo decirle nada.