—J: ¿Qué les pareció la historia cuando cumplí los primeros cinco años de matrimonio con Susan? —
—C: ¡bastante excitante José! Me encanta cuando nos reunimos para charlar y contar anécdotas. —
—O: totalmente de acuerdo, contigo Camila ¿Quién será el próximo en contar una nueva historia? —
—C: ¡yo, tengo una! Cuando tenía mi primer empleo, fue una experiencia con un compañero de trabajo.
—J: somos todo oídos, vamos a ver cómo le fuiste infiel al que era tu esposo. —
Cuando trabajaba tenía un compañero de mí mismo departamento, él era soltero y yo ya casada, llevábamos una linda amistad al grado que poco a poco nos volvimos confidentes uno del otro, aunque yo tenía algunas reservas pues no le contaba todos mis problemas sobre todo lo referente al sexo con mi esposo que ya empezaba a tener, debido a su diabetes, pues muchas ocasiones me quedaba a medias o sea insatisfecha ya fuera porque sus erecciones no fueran tan firmes o porque terminaba muy rápido.
Él me contaba que tenía una novia pero casi no tenían relaciones porque ella se quejaba que le dolía porque lo sentía muy grueso y solo lo satisfacía manualmente, yo lo tomaba como un dicho de presunción muy común entre los hombres y me reía. En una ocasión hubo una reunión del trabajo por el cumpleaños de nuestro jefe y decidieron hacer una comida en el restaurante de primera, le dije a mi esposo que me pasara a recoger como a las ocho porque luego esas comidas se prolongaban mucho pero me dijo que no podría que tomara un taxi.
Ése día prácticamente no hicimos nada ya que entre los abrazos de felicitación en la oficina y que una de las auxiliares llevó un pastel para festejar al jefe se nos fue la mañana y a la una comenzamos a prepararnos y organizarnos como nos iríamos todos, mi compañero Abrahán me dijo que si quería podía irme con él y otras dos compañeras.
Llegamos al lugar pedimos nuestras bebidas y después comimos y se fue animando el ambiente, había un pequeño grupo de música en vivo y le pedimos algunas canciones, los tragos circulaban a discreción y todos estábamos muy alegres, algunos se empezaron a ir como a las siete y media y otros comenzaron a planear de ir a bailar un rato a algún antro por insurgentes, y el jefe comentó — ¿bueno listos para ir a bailar? —
Ya quedábamos solo seis personas, todos se levantaron asintiendo menos yo que me quedé sentada y saqué mi celular para pedir un taxi, mi jefe me miró — ¿qué haces? ¡Camila vámonos! —
—C: Iba a pedir un taxi para irme a casa. —
—A: Vamos un rato, háblale a tu esposo y dile que es mi cumpleaños y luego te llevamos a tu casa. —
El jefe comento, — ¡Sí! Camila no seas aguafiestas, si no van a faltar mujeres para bailar.
Todos estuvieron de acuerdo con el comentario del jefe y yo accedí, —Ok, dejen le aviso a mi esposo. — Le hablé comentándole que iríamos a tomar una copa para luego me llevaban a la casa, y me dijo que estaba bien pues él aún iba a tardar en salir del trabajo.
Nos fuimos mis compañeras y yo con Abrahán y el jefe con los otros dos compañeros. Llegamos al antro y pidieron una botella de ron con gaseosa, volvimos a brindar por el jefe y mis compañeros sacaron a bailar a las chicas, entonces mi jefe le dijo sonriendo a Abrahán, — ¡parece que Camila tendrá que dividirse y bailar con los dos! — ambos voltearon a verme. Yo sólo sonreí y me encogí de hombros — pues ya que —
Me sacó a bailar mi jefe, estaba una salsa, me llevaba muy bien así estuvimos bailando una pieza con él y otra con Abrahán. Cada dos o tres piezas nos sentábamos y nos refrescábamos por lo que en poco tiempo pidieron otra botella. Ya todos estábamos demasiado alegres por no decir algo borrachos pero sin darnos mucha cuenta al estar bailando. Después de un rato tomando y platicando, comenzaron las baladas románticas, Abrahán me volvió a sacar a bailar.
Cuando estábamos en la pista me apretó más a su cuerpo diciendo: que bueno que te animaste a venir, tenía muchas ganas de bailar contigo moviendo su cadera rosaba mi pierna y pubis con su duro y grueso m*****o. Me le quedé mirando y él se sonrió — ¿ya ves que no te mentí cuando te dije que era muy grueso? — Traté de separarme pero me apretó más y punteó mi vulva con su duro pene que tuve que morder mi labio para no gemir — ¡ya veo pero suéltame no estropeemos nuestra amistad! —
—A: Me gustas mucho Camila y te deseo, tu bien lo sabes. —
—C: ¡sí! pero soy una mujer casada. Tu y yo Somos amigos, te estimo mucho no debemos. Le dije un poco agitada pues su roce constante sumado al ambiente me estaba excitando mucho. —
—A: Por eso mismo linda, solo quiero darte felicidad, somos confidentes y ambos lo necesitamos, sería nuestro secreto. —
Afortunadamente terminó la pieza y nos fuimos a sentar, él se fue al baño y cuando regresó una de las chicas dijo que ya se tenía que ir, aproveche para también salir de ahí. Nos despedimos del jefe y mis dos compañeros, Abrahán nos llevó a las tres, primero paso a dejarlas a ellas ya que vivían un poco más retirado y después me llevó a mí, se detuvo a una calle de mi casa y me volvió a decir —me gustas mucho Camila, piénsalo quedaría entre nosotros. — Y puso su mano en mi pierna mientras besaba mi mejilla muy cerca de mis labios y luego beso mi cuello atrayéndome hacia él.
Mi mano quedó en su muslo y sentí el calor de su pene rodando levemente mis dedos, sin pensarlo al sentir su beso en mi cuello y su aliento, me erice excitándome de nuevo e inconscientemente se lo apreté. ¡Realmente era grueso! No lo abarcaba con mi mano. Siguió besando mi cuello y comenzó a acariciar mi seno, de una manera que aumentaba mi excitación por lo que decidí detenerlo y separándome de él abrí la puerta y me bajé diciéndole “esto no está bien”, mejor me voy y cerré la puerta y me fui a mi casa toda temblorosa.
Esa noche mi esposo quiso tener relaciones y al tomar su pene me acordé del de Abrahán, traté de borrar mis pensamientos pero fue imposible al grado que en dos ocasiones soñé imaginando la textura y forma de su pene. Pasaron como dos semanas en las cuales evitaba conversar con Abrahán ya que cuando se me acercaba por cualquier motivo de trabajo no podía dejar de ver su entrepierna y pensar en su grueso pene que aunque no lo había visto, si lo había tocado.
En una ocasión por motivos de la entrega mensual del informe nos quedamos a trabajar mi jefe, Abrahán y yo hasta poderlo terminar ya que había muchas inconsistencias y tenía que transcribir lo que ellos me dictaban. Pasadas las 8 de la noche, Mi jefe se tuvo que ir por una llamada de su casa, quedándonos él y yo trabajando terminar el informe. Seguimos mientras yo transcribiendo todo a la pc, cuando terminamos me sentía adolorida y me estiré en mi silla quejándome del dolor de espalda y cabeza, me iba a tomar un analgésico cuando Abrahán se acercó y poniéndose detrás de mí comenzó a sonar mis hombros y al decirle que me dolía la cabeza, rápidamente me dio un masaje en el área del cuello y con la yema de los dedos aplico un suave masaje en mi cien, aliviando rápidamente el dolor.
—A: ¿Te sientes mejor? —
—C: Si gracias, me siento mucho mejor. —
—A: ¡Si gustas te puedo dar un masaje completo! para que te recuperes bien.
Se sentía muy rico su masaje, al principio me dolía pero después me iba sintiendo muy relajada al grado que cerré mis ojos y disfruté del masaje en mis hombros y espalda alta. Sólo gemía levemente y él me dijo — porque no te recuestas en el sofá o la alfombra, te quitas la blusa para darte mejor el masaje en toda la espalda y piernas. — Lo miré fijamente pensativa.
—A: Anda te sentirás mucho mejor, voy por un poco de aceite a mi oficina. —
Yo me quité la blusa y me recosté boca abajo en la alfombra, regresó y poniendo un chorro de aceite sobre mi espalda comenzó a esparcirlo y darme el masaje, sentía como mis músculos y nervios se iban relajando, pasaban de un dolor electrizante a un suave relajamiento.
—C: No sabía que supieras dar masajes. —
—A: Hay muchas cosas que se hacer con las que gozarías. (Desabrochando mi brasier).
—C: ¿Qué haces? —
—A: Debes estar libre de cualquier presión para que quedes totalmente bien. —
Diciéndome esto continuo dándome el masaje, Después levantó mi falda descubriendo mis nalgas, me dijo —deja te quito esto para relajar tus piernas— me quito las pantimedias, recorría mis piernas desde los tobillos hasta la unión de mis muslos con mi entrepierna y seguía hasta mis hombros. Separó mis piernas e hincándose en medio de ellas continuó con el masaje recorría mis piernas completamente y después desde mi cintura hasta mis hombros. Así estuvo durante varios minutos, yo con mis ojos cerrados lo disfrutaba sintiendo cómo sus manos recorrían todo mi cuerpo desde mis tobillos hasta mi entrepierna rodando tanto mis nalgas como mi vulva por encima de mi panty y toda mi espalda moldeando el contorno de mis senos por los costados haciéndome estremecer cada que rosaba mi entrepierna y su pene quedaba entre mis nalgas duro y palpitando.
Luego me puso boca arriba y masajes a mi vientre y piernas, retiró mi blusa y mi brasier ante mi mirada expectante sin inmutarse y masajeaba mis senos.
—C: ¿Es necesario esto? —
Él se limitó a sonreírme y masajear mis piernas cada vez más cerca de mi v****a, su dedo Rosaba mi vulva deliciosamente y mi panty se humedecía cada vez más. Puso sus dedos en el borde de mi panty y ya sin ningún recato levanté mi cadera facilitando que me la bajara, me la quitó por completo, yo desabroché mi falda arrojándola sobre la silla. Sentía tan rico sus caricias en mi vulva, piernas que me dejé llevar por el placer, en mi mente sólo imaginaba su grueso m*****o entre mis manos y sucumbí a su seducción. Él se desnudó dejando solo su bóxer puesto, se acostó en la alfombra y con mis piernas en sus hombros inicio un delicioso oral, besando mis muslos y nalgas, para luego ir hacia mis labios vaginales, lamiéndolos de arriba abajo varias veces, chupar mi clítoris mientras metía un par de dedos en mi v****a haciendo que tuviera mi primer orgasmo sosteniendo su cabeza entre mis piernas y gimiendo sin recato alguno.
Siguió lamiendo mi v****a por unos minutos más y quitándose su bóxer se colocó a horcajadas sobre mí, cubriendo su grueso pene con mis senos se masturbo con ellos por un rato, luego se hincó quedando todo su pene y testículos cerca de mi cara, me incorporé un poco empuñando su grueso falo, el cual no podía abarcar por completo pues realmente era muy grueso tal como me había confesado en nuestras confidencias. Con la punta de mi lengua retiré el líquido preseminal de su glande saboreándolo, acariciaba sus testículos mientras con mi otra mano lo masturbaba y con mi lengua rodeaba una y otra vez su achatado glande para después humedeciendo el tronco con mi saliva tratar de meterme en la boca un poco de su pene ya que no me cabía, mi mandíbula crujía al abrirse al máximo, entonces me dediqué a chupar su glande y unos pocos centímetros más, acariciando sus testículos.
Así estuvimos unos minutos hasta que él poniendo su mano en mi frente se retiró diciendo: —espera Camila que vas a hacer que me venga. — levantando mis piernas sobre sus hombros lentamente me lo fue metiendo ante mis pujidos y gemidos de placer al sentirme totalmente llena con su grueso m*****o que lentamente se abría camino a mi interior. Yo sostenía el aire mientras me penetraba hasta que sentí su vientre pegado a mi pubis, Lo tenía todo dentro. Sus testículos reposaban en mi perineo, así se quedó unos segundos sin moverse, mi v****a se fue acostumbrando al nuevo y gordo visitante, poco a poco fui moviendo mi cadera de un lado al otro, él besaba mis piernas y acariciaba mis senos comenzando un delicioso y cadencioso mete y saca que me hacía vibrar.
Su grueso pene me abría al máximo, sentía cómo barría mis paredes vaginales en un delicioso roce que me daba un gran placer, sus incesantes embestidas me tenían nuevamente al borde del orgasmo, bajé mis piernas rodeando su cintura, él besaba y chupaba mis senos, me abrazó juntando su pecho a mi busto, poniendo sus dos manos en mis nalgas aceleró sus embestidas penetrándome profundamente. Su respiración agitada sobre mi cuello, los fuertes empujones de su pelvis contra la mía haciendo entrar y salir profundamente su grueso pene me tenían extasiada. Lo apreté fuertemente con mis piernas sin permitir que se moviera más que dentro de mí mientras estallaba en un ruidoso e intenso orgasmo, cerraba mis labios vaginales alrededor de su duro m*****o gemía y gritaba, empujando mi pelvis hacia arriba pegando a la suya, sintiendo sus testículos pegados a mi piel ¡uufff! riquísimo.
Nos giramos después de un rato quedando encima de él apoyé mis manos en su pecho y comencé a subir y bajar ensartándome todo su grueso pene una y otra vez. Elevaba mi cadera hasta solo dejar el glande dentro y bajaba primero lentamente hasta introducírmelo completamente, movía mi cadera en círculos volvía a subir así estuve penetrándome yo sola un buen rato, él acariciaba mis senos, espalda, nalgas mientras yo subía y bajaba en su grueso mástil, mis pezones súper erectos recibían sus ligeros apretones, me incliné más invitándolos a besarlos y eso hizo, los metía en su boca los lamía, chupaba ricamente aminorando el pequeño dolor que sentía al estar súper erectos.
Comencé a subir y bajar más rápido, para que ya terminará dentro de mí pero él me sostuvo de las nalgas, me hizo hincarme recargando mi busto en el sillón, separó mis nalgas con su mano y con la otra pasaba su erguido pene a lo largo de mi v****a, yo empujaba mi cadera hacia atrás para que ya me lo metiera pero él seguía jugando con su pene en la entrada de mi mojadisima v****a apretando ocasionalmente su glande contra mi clítoris dándome un gran gozo.
Después lo puso en la entrada de mi v****a y separando mis nalgas con sus manos me lo metió de una sola estocada hasta el fondo, yo gemí placenteramente —auch— al sentir su glande tocar mi cuello uterino, él se afianzó con sus manos en mis hombros, comenzó a darme duro muy rico, yo solo gemía y le decía — así bebé… así aaahhh. —
Su pene entraba y salía ya libremente de mi mojada v****a, me tomo de la cadera acelerando sus movimientos, me daba unas fuertes y profundas embestidas — ya ¡casi termino! —
—C: ¡Hazlo adentro! quiero sentirte plenamente, no hay problema. —
Eso lo entusiasmó aún más y comenzó a darme más duro y rápido hasta que lo empujó alojándolo completamente hasta el fondo haciendo que arquera mi espalda al sentirlo casi en mi estómago, comenzando a eyacular dentro de mí, Qué rico sentir sus potentes chorros inundando mi interior.
Junté mis piernas y apreté mis labios vaginales alrededor de su duro y grueso pene recibiendo todo lo que me daba. Cayó desfallecido sobre mi espalda, su polla se movía palpitante dentro de mí expulsando las últimas gotas de espeso y caliente semen. Besaba mi cuello, espalda acariciando mi pierna y nalga diciendo —ehhh Camila cuántas veces soñé con esto qué rico lo haces gracias. —
Apreté su pene con mi v****a y girando mi cabeza lo besé diciéndole que lo había disfrutado mucho, separamos nuestros sudorosos cuerpos cogí mi ropa y me fui al baño a asearme para vestirme. Cuando salí él ya estaba vestido y listo para llevarme a casa