Mi vida transcurría monótonamente ya les explicare porque ahora verán por qué. Tenía un marido que me cogía allá cada mes si se le antojaba mi culo, solo cada año, cuando le daban vacaciones, era que más o menos me tocaba una ración de polla un poquito mayor. Lo demás se me iba en responsabilidades con mis dos hijos, las labores de la casa, la comida y el sueño. De cualquier modo jamás pensé en engañar a Arturo pero me cuidaba más de hacerlo por mis hijos, que ya estaban grandecitos y de todo se enteraban. Llegué a creer que alcanzaría la vejez sin haber tenido una de esas aventurillas como las de algunas de mis amigas que a veces me revoloteaban por la cabeza, sobre todo en las temporadas de calor cuando me sentía muy caliente. Pero yo no sabía que el destino me engañaba, cierta vez se