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4054 Words
Tu nombre será el comienzo de todo esto. —Te prometo que cuando regrese todo estará bien, entonces nadie podrá hacerte daño nunca más.-Helena escucha con atención las palabras que salen de los labios de aquel muchacho, cabello rubio y ojos tan azules cual zafiro. Ella no sabe qué pensar o responder, solo se da cuenta de que tiene miedo.- —¿Cuándo volverás? ¿Cómo estaré segura de que realmente volverás por mí?, estaré desprotegida mientras tú no estés-La chica de tan solo 16 años siente como su pecho se encoge de miedo, siente una fuerte ansiedad que le recorre el pecho, si tan solo alguien los escucha posiblemente los maten.- —No se cuando podré volver, puedo asegurarte que una vez yo sea mayor, nada ni nadie podrá dirigir nuestras vidas.-Le responde el joven con seguridad en sus palabras, lamentablemente es cierto que sus vidas habían estado controladas desde que dieron su primer respiro de aire al mundo. Ellos tan solo son unos jóvenes, débiles que no podían defenderse, ellos son dos y se encuentran rodeados de costa a costa, por ojos que no dejan de observarlos, personas que no dudarán en sacarlos del camino.—¿Confías en mí?-El joven de ojos azules acaricia el rostro de la joven muchacha, la cual tiembla, se estremece por el frío y entonces asiente lentamente. ¿Por qué el sentimiento de abandono es algo que nuevamente invadió su pecho? ¿Por qué no puede decir siquiera una palabra?, y es que si lo hace, sentirá que las lágrimas se tomarán el derecho de bajar y demostrar que ella, no era tan fuerte. La chica no quiere volver a ese lugar, no desea encontrarse con aquellos ojos que la miran de maneras incorrectas, tan solo es una adolescente, ¿Es que acaso ella se merece aquel trato?. Y si se atreven a desobedecer las palabras del jefe, serían comida para depredadores, al menos es lo que sería de ella, aquel joven muchacho no es más que el hijo del jefe. No pueden rebelarse contra el más fuerte, estaban rodeados por todos lados. No les quedaba más que esperar y ver que tan afortunados eran para seguir con vida. —No se cuanto tiempo pase, no sé en qué momento podría regresar, pero Helena, te prometo que cuando todo esto termine, volveré buscarte y protegerte de todo aquel que quiera hacerte daño.-Ella se da cuenta de que aquel chico no miente, y sin embargo ¿Cómo es que está tan seguro de sus palabras? él también debía seguir órdenes, las órdenes de su padre, su jefe y el que controla a todos. Pero aun así, él quiere prometerle y asegurarle que lo hará, así le cueste la vida. Porque después de todo, esto solo era el comienzo. (...) La lluvia cae con tanta furia y el cielo tan oscuro como un abismo sin fondo, es iluminado en segundos por relámpagos, el arrullo de la lluvia es una canción de cuna para algunos, para otros es solo una simple tormenta que pasará pronto. Y lo que tienen en común todos aquellos que piensan eso, es que están seguros en sus casas, no pueden imaginar que algo está fuera de lugar, ¿Verdad?, en un alejado pueblo, muy adentro en el bosque, el cielo furiosos es testigo de cómo una alma que sufre en silencio está a punto de traer a la vida un nuevo ser. En el profundo bosque a muchos kilómetros de distancia de la misma sociedad, se había vuelto testigo incontables atrocidades, demasiado fuertes para las simples personas y es por eso que aquellas escenas permanecen en el agonizante silencio. Nadie es capaz de imaginar por unos segundos que aquel bosque, se encuentra una mujer que quiere dar a luz a su bebé, sus gritos son ensordecedores y llenos de lamentos, ella se lamenta por tener que traer a su pequeño en esas condiciones. La misma mujer se encuentra en una olvidada cabaña, una que alguna vez fue el refugio de algunos, una esperanza para aquellos que se habían perdido en el bosque. Y sin embargo, ella estaba ahí cumpliendo su castigo. Por eso, ahora mismo, en un colchón desgastado y manchado con sangre seca, debe dar a luz, no hay tiempo para llevarla a un hospital, pues le negarían el paso de inmediato. La pobre mujer se retuerce en el colchón, respira una y otra vez, es su primer parto y siente como las contracciones le sacan el aire, le duele y su corazón no cree seguir en ese estado. Ella desea dejar todo atrás y no volver a la vida misma, pero luego se da cuenta de como esta, no está sola y la persona que la acompaña sería capaz de cumplir su deseo de muerte si tan solo ella se atreve a mencionarlo. Un hombre tan alto como una montaña se encuentra en la misma cabaña, pero se mantiene indiferente a lo que pasa, no le importaba para nada el estado de aquella mujerzuela, solo se encuentra ahí para asegurarse de que ella esté cumpliendo con su castigo, tal y como había ordenado su jefe, pero el hombre se atrevía a pensar en cómo sería capaz de deshacerse de esa mujer y el bastardo que trataba de traer al mundo, luego diría que por cosas naturales ellos habían muerto al mismo tiempo. Pero aquel hombre es bastante consciente de que su jefe era como un lobo enojado, si se le mentía, él te atacará sin dudarlo dos veces, directamente al cuello. En la cabaña de dos habitaciones no había luz eléctrica, solo la luz de unas cuantas velas que eran capaces de alumbrar lo que sucedía, la mujer en el colchón jadea, se estremece y tiembla mientras siente cómo su vientre de embarazada ahora mismo parecía estar tan liso, redondo y preparado, su cuerpo está preparado y solo hacía falta mucha energía para pujar. Pero ella no quería ¿Estaba siendo egoísta por esto? tendría que exponer a su bebé al cruel mundo que le esperaba. Ciertamente era muy cruel, cuando ella se había dado cuenta de que estaba embarazada quería morir en ese momento, no podía ocultarlo y aunque quisiera hacerlo su jefe se daría cuenta, en el momento que este lo hizo le propuso la idea directa de la interrupción del parto, justo como pasaba con sus compañeras, un bebé solo sería una distracción, ella se negó y decidió seguir, aun sabiendo que su jefe se enojaría, nadie podía decidir sobre su cuerpo, al menos no en esa ocasión, con ojos aterradores y expresión tan seria, el hombre le dijo que entonces, si esa era su decisión no tenían nada más que hablar. Si tan solo ella no se hubiera dejado llevar por las palabras de otro hombre, aquel que le había prometido el cielo junto con las estrellas, tal vez, ahora mismo, seguirá con su vida normal. Ya no podía hacer el tiempo atrás, era demasiado tarde para arrepentirse, la joven mujer amaba con todo su corazón a aquel hombre que frecuentaba, un burdel, bailes, mujeres hermosas y por supuesto, ellas vendían su cuerpo por dinero. Pero, ¿Qué diría la sociedad cuando se enteraran de que ella y su amado eran de mundos tan diferentes?, él, un joven heredero de empresas que se había enamorado de una mujerzuela, y ella, condenada a pagar una deuda de sus propios padres con su cuerpo, su dignidad y moral se habían visto envueltas en esto y perdido en el camino. Brenda aceptó su destino sin protestar, pero le dolió mucho que aquel hombre al que le entregó su corazón la usará para nunca más volver y en el proceso dejarla embarazada. ¿Qué clase de pecado había cometido para tener que pagar por esto? ¿Qué es lo que había hecho mal para tener un destino como este?, su único pecado fue no irse de inmediato de la casa de sus padres, y hacer caso al hombre tan elegante que con palabras dulces le dijo que la llevaría a una mejor vida, si tan solo se hubiera dado cuenta de que ella era la razón para pagar la deuda de sus padres. Inocente le creyó y sin dudarlo abandonó todo aquello que alguna vez conoció, una nueva vida, una nueva oportunidad de vivir. Es por eso que ahora estaba en ese estado, lamentándose de todo lo que tuvo que pasar, y ahora, estaba condenando a su bebé a la misma vida. —¿Cuánto más tendré que esperar?, no tengo todo tu jodido tiempo.-Brenda escucha como aquel hombre se queja, era uno de los guardias de su jefe. Sin embargo era notable que ese hombre no desea estar en ese lugar, está disgustado, asqueado y muy enojado. Él no había sido entrenado para estar presenciando como una estúpida mujer daba a luz, él estaba entrenado para matar a sangre fría y proteger a su jefe.—Juro que si no acaba esto pronto, me encargare de hacer el trabajo yo.-Brenda tiembla ante la amenaza de aquel personaje, una sádica sonrisa aparece en su rostro y es que sabe bien que aquel desecho de ser humano se excitaba con el sufrimiento ajeno, no, no era una clase de juego s****l, no era solo un simple sádico, el sufrimiento y la agonía de sus víctimas.- —No puedo hacerlo sola…necesito ayuda.-Tan pronto como la embaraza murmura esto lo suficientemente alto, el hombre que la acompaña ríe sin piedad, esto no es algo con lo que él estuviera familiarizado, su trabajo consistía en matar a todo aquel que se interpusiera en el camino del jefe, pero esto sin duda lo hacía reír. ¿Era acaso posible que aquella mujer pidiera ayuda cuando ella misma se había buscado su cruel destino?, si tan solo no hubiera desafiado las palabras del jefe al no involucrarse sentimentalmente con los clientes, esto no estaría pasado. La cosa que crecía con rapidez mes con mes en su vientre era la razón para que mereciera la muerte llena de dolor. Pero, el hombre que ahora mismo la miraba con desprecio no podía hacer nada, no tenía permitido dañarla, no podía ponerle un dedo encima. Y sin embargo él tenía en mente tomar justicia por sus propias manos y decir que, algún enemigo hizo acto de presencia, quitándole la vida en el acto a aquella mujer que ahora se retuerce de dolor. ¿Qué le diría su jefe?, seguramente nada por poner su vida antes que la de cualquiera.- —Este es tu castigo por desobedecer al jefe, ahora es momento de que pagues las consecuencias de tus acto.-Con burla, aquel gran hombre no duda en hacerla sentir miserable, le gustaba observar cómo las personas se llenaban con la desesperación, el deseo de morir y no poder hacerlo. Entonces es cuando amaba más su trabajo, esto era lo que le hacía sentir vida, el sufrimiento de los demás. Brenda en su estado no puede responder por más que así lo desee, solo tiembla y se agita en silencio cuando las contracciones se vuelven cada vez más y más fuertes, los segundos son tan dolorosos y agonizantes que le impiden decir alguna palabra. Sabe que no puede mostrarse débil y es que hacerlo implicaba que aquel hombre tomaría cualquier oportunidad para hacerle daño. Ella puede con esto, se dice una y otra vez, ignora el lugar donde se encuentra, ignora las palabras de aquel ser humano y se deja llevar por el sonido furioso de la lluvia que golpea en las hojas de zinc ya gastadas con el tiempo, truenos que sirven de alerta y relámpagos que iluminan por segundos el n***o cielo. —¡Te he hecho una pregunta maldita sea!-Rugió el hombre cual león enojado, logrando entonces que Brenda abra los ojos enfrentándose con su mirada, tiene miedo pero no puede demostrarlo, no puede decirlo y menos hacérselo saber.—No hay duda de que eres una completa puta, si tan solo no te hubiera ido a jugar con aquel bastardo seguramente no estarías embarazada.-El enojo es algo que se expande pronto en todo el cuerpo de Brenda, odia cuando las personas asumen cosas que no son, las lágrimas amenazan con salir de sus ojos pero no debe permitirlo.- —¡No es mi culpa que esto esté pasando, imbécil!-Brenda responde con enojo y mira al hombre que por muchos metros de altura y fuerza fácilmente podría matarla, y sin embargo debe actuar fuerte aunque por dentro se este muriendo de miedo, no puede demostrarlo, eso sería arriesgar la vida que lleva en su vientre.-¿Te crees con el derecho de juzgar lo que sucede cuando no tienes ni siquiera una sola idea de cuán jodido es estar en ese lugar? ¿El tener que venderse para cerdos como tu?-Brenda respira con fuerza, una y otra vez, no puede perder su tiempo en una discusión sin sentido.- —¿Ahora te haces inocente, perra bastarda? ¿Es que acaso no deseaste toda tu maldita vida el querer ser cogida por hombres millonarios?-Una descarada sonrisa burlona surca en el rostro de aquel hombre, provocando entonces la ira en el pecho de Brenda. Nadie podía imaginar el asco que sentía cuando tenía que acostarse con aquellos hombres, los cuales al final de cada noche la dejaban hecha un desastre, ella no hacía esto porque quería. Y aunque su alma se había estado corrompiendo cada vez más, una poca de dignidad era suficiente para hacerla ver que no, no debería disfrutar aquello. Más aún, cuando ahora lleva una vida en su vientre la cual reclama su derecho de nacer. La criatura en su vientre fue fruto del amor entre ella y aquel hombre que la abandonó, todos los días Brenda piensa en ese hombre y se pregunta si es que volverá para sacarla de ahí, pero esto no ha sucedido, se ha quedado sola en el mundo, condenando a su bebé.- —Yo no desee esto…-Murmura ella mientras que aquel hombre esta en guardia, la escucha fuerte y claro.—Soy forzada a tener sexo con esos hombres, ¿Y crees que ellos son conscientes de que deben cuidarse? ¿Tu que sabrás de eso si solo eres un estúpido observador, eh?-Bien, lo ha dicho y no pudo evitarlo, su respiración se acelera cuando se da cuenta de que el hombre que se encuentra con ella en aquella habitación de la abandonada cabaña ha reaccionado de mala manera a sus palabras, es cierto que Brenda es forzada a acostarse con millonarios, hombres de negocios, hombres que se creen capaces de comerse el mundo de un solo bocado, ellos suelen comprar a las mujeres por grandes sumas de dinero y solo un por ciento de todo aquel dinero es dejado para ellas, lo que era considerado una muy baja cantidad.- —¿¡Qué has dicho pedazo de escoria!? ¡Voy a matarte ahora mismo pequeña perra, has culminado mi paciencia!-Cuando el gran hombre ha querido actuar, es entonces el momento justo en el que el bebé ha querido nacer, gritos de dolor y de pujos son los que salen de los labios de Brenda, se ha alterado tanto que no pudo evitar hacer una fuerza mayor en estos momentos, su pequeño ha decidido nacer y no puede hacer nada para evitarlo, ella se sostiene con fuerza de aquel viejo colchón desgastado, cierra los ojos aunque sabe que es algo arriesgado, pero es un reflejo que no puede evitar hacer Por otro lado el fortachón queda completamente estupefacto ante lo que ocurre delante de sus ojos, aquella mujer grita y se retuerce en un intenso dolor, uno que jamás había escuchado, eso siendo que cumple las órdenes de su jefe, el cual siempre lo envía a torturar a sus enemigos, pero sus gritos de dolor no eran nada comparados con los de aquella mujer. No es tarea fácil traer una vida al mundo, un ser humano del tamaño de una sandía, era una tortura tan indescriptible, el dolor que se siente, sobre todo que sin la ayuda adecuada. Pero es entonces cuando entre gritos y lágrimas, Brenda logra dar a luz, ha hecho el mayor esfuerzo de su vida, trayendo al mundo a su pequeño bebé inocente, el que lamentablemente estaba destinado a sufrir por los actos que ha cometido su madre. El llanto agudo del bebé hace que Brenda finalmente abra los ojos, se levanta tan solo un poco para darse cuenta de que aquel colchón estaba empapado de líquido amniótico, sabe que, finalmente había acabado todo, luego de horas que entró en labor de parto, su bebé llegó al mundo. Con cuidado toma al pequeño ser humano que se retuerce mientras sigue llorando, Brenda aun con lagrimas en los ojos lo toma con las toallas que ha traído, se supone que saldría de la gran casa donde se quedaba, y como sabía que su día de parto estaba cerca, las tomó solo por si las dudas, es ahora cuando agradece haberlo hecho. Tomando en brazos a la criatura que ha nacido, la limpia con cuidado de no hacerle daño, es tan frágil y pequeño. La ahora madre se da cuenta de que su bebé es una niña, piel morena como la canela y cabellos tan negros como la misma noche, Brenda llora en silencio cuando se da cuenta de que pese a todo, su pequeña ha nacido tan hermosa, sus mejillas son tan gorditas y llenas de pecas, siendo ella la viva imagen del hombre que amo y el que también le rompió el corazón. Al mismo tiempo se ha dado cuenta de que ahora las dos están completamente solas, aquel ser humano tan despreciable se ha marchado por suerte, una presencia como la suya no era echada de menos. Pero lo que debe hacer aquel hombre es decirle a su jefe que el bebé de Brenda llegó al mundo. Los días de recuperación son los más difíciles después del parto, sobre todo para Brenda que estaba completamente sola con una bebé recién nacida, la cual por pura suerte nació aparentemente sana, y sin embargo el motivo de la preocupación de Brenda era el que no tenía nada con que cuidarla, no estaba en un lugar acondicionado para esto, no sabía siquiera si al día siguiente podría levantarse, o mantenerse de pie. Todas las noches Brenda lloraba con su pequeña bebé en brazos por traerla al mundo en condiciones precarias, no tenía con qué alimentarla y la desesperación se estaba apoderando de todo su cuerpo, el miedo en las noches no la dejaba dormir, ya que Brenda se negaba a dormirse sobre aquel colchón viejo, ni siquiera tenía un nombre para su pequeña hija, y la misma solo estaba cubierta con aquella toallas del día en que nació. Lamentablemente Brenda estaba considerando la muerte como un medio para acabar con aquel sufrimiento pero ¿Cómo quitarle la vida a su pequeña y luego hacerla ella misma? no podía, la tierna carita de su bebé hacía que se arrepintiera y llorando le pidiera perdón por tener esos pensamientos. ¿Pero qué podía hacer al respecto?, entonces como si fuera parte del destino escucho unos pasos que llamaron su atención, delante de ellas estaba el jefe, aquel hombre que con palabras amables hizo que Brenda fuera hacia un “mejor futuro”, tan imponente como siempre y manteniendo aquella mirada azulada capaz de asesinar a cualquiera, Brenda no dijo nada, en cambio cerró los ojos esperando una muerte rápida. Se dio cuenta de que esto jamás llegaría y abrió con terror los ojos, su jefe, aquel tan temible y desalmado le estaba brindando su propia mano. Con duda, la aceptó y se levantó, Brenda solo vestía con un simple vestido color blanco, y en sus brazos su bebé dormida. —Entonces, sobreviviste al parto.-Aquel hombre habla con un fuerte acento, marcado, su idioma natal no es el español.—Este no es un lugar en el que puedas estar con un bebé, Brenda.-Escuchar su nombre salir de los labios de su jefe logró que miles de escalofríos terror la recorrieran. Las veces que la joven mujer escuchó a su jefe decir su nombre, no fue para nada bueno. Y ahora lo volvía a hacer, tenía mucho miedo. ¿Habrá algo que superará su miedo?, la respuesta a esto era si, Brenda tenía miedo de que al ser llevada al burdel su pobre bebé viera a que horribles cosas debía ser expuesta su propia madre, ¿Y si su pequeña estaba destinada al mismo desafortunado destino?, Brenda no creía ser capaz de soportarlo, quería que su hija creciera en un lugar alejado de toda maldad, fuera de cualquier cosa que pudiera corromperla, eso significaba hacer el sacrificio de tenerla apartada del mundo, no importa que.- —Señor yo…no quiero que mi bebé se crie en ese lugar…Yo no…-Brenda hace silencio ante la mano de su jefe que se levanta, para entonces se encuentra temblando, lo ha hecho enojar, lo sabe por como el gran hombre delante de ella mantiene el rostro estoico y sin ningún expresión que deje ver algo claro, pero no es necesario que haga expresiones, su jefe siempre estaba molesto.- —¿Prefieres que tu bebé crezca en un lugar como este?, Brenda, te he castigado por lo que has hecho. Rompiste las reglas al enamorarte de un cliente, nada que no sea carnal debía pasar y aun así me desobedeciste. ¿No te das cuenta de que el padre de ese bebé tenía una vida? ¿Acaso creíste que mágicamente se enamoraría de ti?, trabajas en un burdel perteneciente a la mafia, Brenda, es lo que eres y jamás lo olvides.-La mujer siente como sus ojos arden por las lágrimas que quieren aparecer, pero se contiene todo lo que puede.- Ninguno de los dos dice nada, entonces el hombre de pelo castaño ya claro y con canas salientes suspira con fuerza, él siempre debe hacerse cargo de los problemas que hacen los demás, debe solucionar el problema. Las mujeres del burdel tenían extremadamente prohibido enamorarse de algún cliente, ellas solo eran compradas por días, semanas o meses, esto a cambio de grandes sumas de dinero. Hombres millonarios aparecían todos los días para llevarse a sus camas a las mujeres más hermosas, las cuales estaban en ese mismo burdel. Pero, algunas mujeres como Brenda no seguían las reglas, esto era lo que estaba pagando ahora mismo. Brenda nota como su jefe sostiene el puente de su nariz con dos dedos y luego prosigue a mirarla de pies a cabeza. —Te quedarás aquí para criar a tu bebé, me encargaré de que mis hombres arreglen este lugar y puedas darle una mejor calidad de vida a tu hijo.-El rostro de Brenda muestra gran sorpresa ante las palabras de su jefe.—Vámonos al hospital, debemos asegurarnos de que tu hijo esté sano.-Brenda asiente una y otra vez, aun si su corazón parece latir con bastante fuerza, generalmente su jefe no era amable, no mostraba ni siquiera una pizca de humanidad, y sin embargo ahora todo era diferente. —Es una niña…- Susurra ella, logrando llamar la atención de aquel hombre.—He tenido una niña, señor.-Su jefe no dice nada pero asiente con la cabeza, pero es entonces cuando aquel hombre se da la vuelta para mirarla con atención, sus ojos vuelven a ser tan fríos como el mismo hielo, una expresión glacial que oculta muchos pecados detrás de sí mismo, pecados que nadie sería jamás capaz de imaginar. Aquel hombre era el jefe de la mafia alemana y dueño del burdel en el que trabajaba Brenda.- —Cuando te recuperes volverás al burdel, pero ten algo pendiente Brenda…Me desobedeces una vez más y te juro que quien pagará las consecuencias será tu hija.-Esto logra que la joven mujer vuelva a temblar, detrás de su jefe camina sin decir nada, acaricia con sus manos la linda carita de su bebé que sigue dormida. Ahora que se ha tomado el tiempo de pensar y pensar, decide que su pequeña se llamaba Helena, por ser tan hermosa. —Te prometo que nadie te hará daño, mi dulce Helena.-Murmuró Brenda a su pequeña que seguía tan dormida al igual que un angelito, lo había prometido, nadie, jamás lograra hacerle daño a su bebé.-
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