WILLIAM
Escucho claramente el relinche de los caballos, el sonar del viento en las hojas de los arboles, el crujir del fuego que consume los c*******s del enemigo y puedo percibir el hedor putrefacto que impregna todo alrededor.
Miró mi entorno, todo fluye en un sentido que no alcanzo a comprender, no tengo ganas de hablar, de respirar o vivir pero mi cuerpo maquinalmente lo hace. Todo el mundo se encuentra jubiloso, satisfecho por lo que hemos logrado, celebran una victoria que nos da la ventaja en el campo de batalla pero yo simplemente no puedo.
Mi ánimo está decaído, estoy desesperado pero aparento la estabilidad emocional que los hombres necesitan para confiar en mí, porque no puedo evidenciar mis temores, pero mi mente no está en la celebración, sólo pienso en ella.
Mientras más pasa el tiempo, la angustia crece. Deseo salir en su búsqueda pero no puedo, aún no, debemos tomar las medidas necesarias para a****r sin volver a caer, no podemos perder pero tampoco deseo sacrificar su vida por el bien de otros.
Estoy tan desconcertado como afligido, camino bajo el peso de una montaña con una indefinible sensación de malestar en el alma, con la cabeza hundida entre mis hombros, cada paso es lento y cargado. Solo me queda el amargo sabor del lamento, mantengo la calma, si, aunque la agonía es constante. Entro en la carpa, pero alcanzo a escuchar unos pasos acelerados que se aproximan hacia mí.
—Belua—clama Lorian desde el exterior de la carpa, entra mostrando en su rostro la expresión de un animal irritado— ¿Cómo pudiste permitir que se la llevaran? ¡No eres más que un imbécil que no puede proteger a su mujer en este maldito infierno!
—Oye claramente porque no lo repetiré de nuevo— tomé por la fuerza el cuello de su camisa. Por obvias razones él intento evadir mi agarre pero no fue lo suficientemente ágil para lograrlo— Tú, no eres más que una basura y no permitiré que un lame botas como tú continúe insultándome y faltándome al respeto, si no te amenacé antes fue por helena pero ahora que ella no está, nada evitara que introduzca mi espada por tu garganta y la exhiba en una garrocha como el maldito traidor que eres.
—Tú no tienes poder sobre mi— impugno rabioso— ya no te considero mi rey. Y Si no piensas hacer nada para rescatarla antes de que la asesinen entonces yo y mi ejército nos iremos de aquí. Haré lo que tú no eres capaz de hacer.
—¿Crees que eres lo suficientemente fuerte como para derrotar al zar?—cuestione sus palabras de llenas de coraje. Era fácil hablar y replicar cuando no sabes exactamente al riesgo que puedes correr, tú, los tuyos y los daños colaterales que puedas causar en el proceso, entiendo su desesperación pero no por eso debemos dejar de pensar con claridad.
—Soy capaz de hacer mucho más de lo que tú hacés.
—Bien— le dije soltándolo de una vez por todas— hazlo, vete e intenta asesinarlo. Quiero ver cuántos hombres mueren por tu estupidez.
Se quedó callado, tal vez reflexionando mis palabras pero aún mantenía una mirada rígida, como si deseara matarte ahí mismo.
—Piensa exactamente la decisión que tomarás ahora Lorian. Si te vas, sin idea de lo que enfrentarás, estarás llevando a todos tus hombres a una muerte segura pero si te quedas y aún tenemos tiempo...— se me hizo un nudo en la garganta que tuve que tragar— la salvaremos y acabaremos con el Zar.
Bajo la mirada y tocó la empuñadura de su espada, lo único que pensé fue que uno de los dos tendría que morir en ese lugar para mantener el liderazgo de todo el ejército, así que yo también toque mi espada dispuesto a blandirla si deseaba luchar, pero se mantuvo quieto sin decir nada, con la mirada sobre el suelo.
—Recuerda esto, lo hago por ella,nunca por ti.— impugno. No era específicamente una promesa de su lealtad pero en realidad no la necesitaba mientras no estorbara en mis planes.
—De acuerdo, ahora puedes irte.
—No, quiero saber cuáles son tus planes. No me tendrás aquí si no sé cuál es la estrategia para entrar a cromenia.
Conocía perfectamente a Lorian, sus capacidades en pelea y la rebeldía que lo caracterizaba al estar frente a una figura de autoridad. No importaba cuán severo era castigado, él mantenía siempre su postura y nunca cedía a menos que le hiciera ver que su decisión era errónea. En esta ocasión él tenía razón, no podía sólo mantenerlo a mi lado para que sus hombres nos apoyarán, debía saber al menos una parte de mi plan para lograr que obedeciera y cumpliera mis órdenes sin cuestionarme, pero tampoco podía revelarle demasiado.
—Ven— le demande caminando hacia la segunda estancia de la carpa sin importarme si me seguía o no. Rebusque entre la pila de planos y papeles que yacían en la mesa y los deje caer hacia el suelo cuando encontré el que buscaba. Lo extendí sobre la mesa y alce la vista, Lorian me observaba con la mirada inexpresiva; aguardaba por instrucciones.
—Un mapa de cromenia— dedujo al observarlo detenidamente. Dio un par de pasos hacia el gran mapa de cromenia sobre la mesa, la extensión del territorio pareció desconcertarlo pero quizás ese mapa le hizo ver el terrible error que podía cometer sí se marchaba. El relieve de algunas regiones de cromenia eran irregulares, se alzaban en grandes montañas y disminuían en espectaculares valles, sin embargo, siendo nosotros él enemigo no podríamos aventurarnos a transitar libremente por un territorio extraño.
—Asi es— afirme. Enseguida coloque varios efigies sobre el mapa, pequeñas figuras en miniatura en representación de los movimientos que tomaríamos apartir de ahora.— el ejército se dividirá en tres batallones a los cuales se le denominara Vanguardia, Guardia media y retaguardia.
Lorian me miró fastidiado después de repetir algo que ya sabía, eran conocimientos básicos al determinar una estrategia militar.
—Vanguardia y Guardia media avanzaran por esta zona— indique señalando la región boscosa de cromenia, no era fácil de atravesar y tendrían seguramente muchas dificultades para acceder, era probablemente tardarían tiempo en llegar a su destino y su avance lento sería útil para mí.
—Tardaran mucho en llegar si avanzan por ese lugar, debemos rodear la zona y arremeter por los valles. Llegaremos en cinco días a la capital en vez de diez— contradijo rápidamente moviendo las piezas en mi tablero.
—Es precisamente lo que necesito— objete devolviendo la pieza al mismo lugar. Lorian torció la boca pero se mantuvo sereno esperando a que explicara mi movimiento— los espías del Zar seguramente le informarán de todo lo que hagamos desde el mismo segundo en que pisemos su reino y el lento avance de vanguardia y retaguardia nos darán tiempo para poner en marcha un segundo plan mientras ellos arman un plan de contingencia.
—¿Que hará la retaguardia?
No me sorprendió lo rápido con que Lorian comenzaba a comprender mi estrategia. Ya no cuestionaba para contradecirme si no para analizar la maniobra.
—Retaguardia será guiada hacia esta zona— señale la pequeña figura que estaba posicionada sobre el área más rocosa de cromenia, las montañas de Helios.
Lorian soltó una risilla burlona, tal vez hasta ese punto de mi plan creyó que era descabellado y peligroso incluso para mi, pero lo que no sabía era que tenia un truco bajo la manga.
—¿Pretendes hacer el trabajo del Zar?— se mofo tomando la figurilla en su mano sólo para girarla en señal de que la retaguardia sería eliminada no por soldados si no por la zona, un paso en falso y sería el fin de cualquier hombre.
—En el interior de esas montañas hay cavernas que conectan con túneles— explique con severidad en mi voz. Este plan era sencillamente de explicar pero la realización nos costaría muchas vidas y me ofendía gravemente el que no hubiera la seriedad que necesitaba para ejecutar este plan.
Su expresión cambio al enterarse de esa pequeña pero valiosa información. Curiosamente ese detalle me lo había proporcionado el mismísimo zar en persona, en la época en la que alguna vez lo considere un amigo, un hermano, alguien de mi propia familia. Fue sin intención pero lo mencionó, esos túneles eran una ruta de escape de la familia real, en su niñez fue obligado a memorizar el camino sólo en caso de un ataque al palacio.
—¿Adonde llevan exactamente esos túneles?
—Al palacio—asegure. Esos túneles aún existían y estaba tan seguro que mi enemigo no tenía en consideración esa pequeña vulnerabilidad porque a la única persona a la que le había revelado esa información, lo creía muerto. Además de que esos túneles habían sido edificados en laberintos interminables que atravesaban la mayor parte de la montaña y sólo miembros de la realeza tenían conocimiento del camino correcto para salir o entrar por esas rutas.
—¿Porque crees que un lugar así no estará repleto de guardias cromenianos?
—Los hay, eso es seguro pero no los suficientes para derrotar a la retaguardia.
—Bien, sólo dime una cosa ¿Quien comandará Vanguardia y Guardia media?
—Maximo y el consejero— dije. Mis palabras le desagradaron tal y como había previsto, él no soporta no estar al mando de todo, desea tener al menos en mi plan algo que controlar.
—Te necesito en Retaguardia conmigo, nosotros seremos el ataque sorpresa. El Zar no espera que lo ataquen desde el interior de su palacio.
—Eso quiere decir que Vanguardia y Guardia media son sólo un cebo para dispersar a su ejército fuera de la capital y del palacio.
—En cierta forma lo son, pero también serán nuestro equipo de apoyo en caso de fallar.
—Bien, entonces comenzaré a organizar lo batallones de acuerdo a la necesidades de ataque— expresó otorgándose a si mismo una tarea.
—No, lo haré yo. Te necesito para algo muy importante—emití considerando el disgusto que le provocaría.
—No me salgas con estupideces, yo soy más apto para la selección de los batallones...
—Lo sé— admiti. Es por eso que él se había convertido en general, era inteligente, ágil y gran estratega pero sus habilidades debían esperar un poco más.— requiero que vayas en busca de la única persona que puede dirigirnos por las cavernas y los laberintos que existen bajo esa montaña, sin ella, retaguardia es inutil.
—¿De quien se trata?
—La hermana del zar, la princesa Ileana.
—Por un instante creí que tu plan podría funcionar pero no es más que una locura—protesto al saber que debíamos depositar nuestra última esperanza en la hermana del enemigo.
No podía alegar nada en contra de su protesta, de cierta manera tenía razón pero había analizado las posibilidades, si, podía idealizar otro plan, pero ninguno sería más infalible que esté si llegaba a funcionar, además ya no había tiempo suficiente.
—Es una pésima idea— admiti agachando la cabeza y dirigiendo la mirada hacia el mapa.— pero es la única forma de llegar antes de que asesinen a mi esposa.
—¡Maldicion!— azotó las manos contra la mesa moviéndola de su lugar— debes tener otra idea, algo que no se haya intentado antes.
—Podemos intentar muchas otras estrategias pero en todas y en cada una de ellas el resultado conlleva la muerte de Helena— le reproche.— no hay otra opción, así que prepara tu caballo, partirás al amanecer. Te daré su ubicación exacta y por favor entregale esto.
Saqué un sobre de uno de los bolsillos de mi uniforme y se lo extendí atraves de la mesa.
—¿Tu declaración de amor?— se mofo tomándola.
—Me sorprende que en esta situación tengas ánimo para hacer burlas de mal gusto— replique.
—Solo quiero que admitas la verdad, ¿No crees que es extraño que retornaste con una mujer a su diestra? ¿Qué crees que pensó Helena de eso?
—No caeré en tus provocaciones.
—No, piensalo. Mira desde la perspectiva de Helena ¿Que hubieras pensado tú al ver a la persona que amas con otra persona?
Mi mente lo hizo, medite la situación y no me agrado pero él no podía reprocharme nada, sobre todo si había pretendido a mi mujer.
—Eres un hipócrita, ¿Como tienes la cara de insinuar que tuve una aventura cuando pedías mi bendición para casarte con Helena?
—No necesi...
—Señor— dijo Máximo adentrándose a la estancia. Miró a Lorian cohibió por haber interrumpido pero yo suspire agradecido por su presencia, en verdad ya no tenía ánimo para pelear con Lorian.
—¿Que sucede?
—Encontramos tres hombres, se escondieron durante el ataque. Dos están heridos y el otro los cuidaba ¿Que debemos hacer?
—Lorian— pronuncie sin pensarlo dos veces— encargate de este asunto antes de que te marches y quiero toda la información que puedas sacarles.
—¿Tengo tu permiso para usar mis métodos?— cuestióno entendiendo perfectamente a que me refería.
—Utiliza lo que quieras pero quiero información de lo que ocurrió.
—Tu mandas— emitió mostrando una expresión de satisfacción. Partió a cumplir su tarea sin reprochar nada, el torturar a tres hombres tal vez le daría la motivación que necesitaba para partir al día siguiente.
—Maximo, ¿Han terminado de incinerar los c*******s?
—Solo queda un pequeño grupo de treinta c*******s que aún está ardiendo.
—Bien, en cuanto terminen otorgarles más vino a los soldados y dales comida nutritiva. Será mejor que disfruten este momento porque no estoy muy seguro de que tengamos otra victoria pronto.
—De acuerdo— pronunció. Sin embargo permaneció en su puesto.
—¿Sucede algo?
—Lamento mucho lo que pasó, fue culpa mía debí protegerla.—aludio avergonzado.
—Mirate, fuiste herido ¿Como podría culparte?
Máximo tenía vendajes que rodeaban su rostro. Había perdido la vista del ojo derecho y sufrió quemaduras de segundo grado en tres cuartas partes de su cuerpo. Me preocupaba que sus heridas fueran graves pero se había negado a ser llevado a una clínica donde pudiesen atenderlo pero tampoco podía obligarlo, de algún modo se sentía culpable por no proteger a Helena y no podia obligarlo a marcharse.
—Si la hubiera detenido...
—Las cosas pasan por alguna razón, así que ya no te culpes. Yo no lo hago y tú tampoco deberías hacerlo.
Asintió sin atreverse a levantar el rostro y posteriormente se marchó. Salí un momento fuera de la carpa, y mire al cielo, la estrellas eran opacadas por el humo del fuego pero aún así mire arriba con la seguridad de que en algún lugar de cromenia Helena pudo haber divisado las mismas estrellas que yo.
Volví a entrar en la carpa y me dispuse a trabajar en las medidas de seguridad, no podía dormir, nada me haria conciliar el sueño porque no tendría paz hasta tener la certeza de que ella aún seguía con vida.