Capítulo 5

1933 Words
WILLIAM —¿Podemos confiar en ella?— cuestionó Máximo, mirando desde la entrada de mi carpa hacia donde se encontraba Ileana. Ella estaba rodeada por los consejeros de su nación, le exponían sus quejas e inquietudes, no era de extrañarse puesto que ella aun era su princesa. —No puedo asegurar nada, pero es lo único que nos queda— le conteste sentándome una última vez frente al mapa que trazaba aquella estrategia que debíamos seguir al pie de la letra. Después de exponerle mis debilidades, rogaba por no equivocarme respecto a ella. —¿Debo preocuparme por la respuesta que acaba de darme—cuestiono algo intranquilo. Se notaba la ansiedad en su rostro- recuerde que no podré protegerlo y tampoco podrá fiarse de Lorian. —Mi seguridad no es una prioridad en este momento y tampoco espero nada de Lorian, sé cuidarme sólo— expresé en tono severo. Maximo solía brindarme su protección y sus consejos, pero a estas alturas ya no podía ponerlos en práctica porque las variables no estaban completamente bajo mi control. Esas variables eran Lorian e Ileana. Ambos tenían acusaciones contra mí y sabía que de alguna u otra manera uno de ellos dos me traicionaría si no jugaba bien mis cartas—Lo que importa es avanzar lo antes posible. —Entiendo su prisa—respondió. Lo note tenso, me preocupaba que tal vez sus heridas eran más graves de lo que yo creía y que la encomienda que le encargaba era su sentencia de muerte—pero llevarlos consigo es una jugada peligrosa. —¿Te encuentras bien?—cuestione evadiendo su inquietud. —Excelente— respondió dejando escapar un soplido—No entiendo el porqué de su pregunta. —Tu apariencia me dice otra cosa Maximo, creo que debo estar al tanto de tu estado de salud antes de exponerte al peligro ¿No lo crees?—propuse. Él bajo la mirada por unos segundos hacia el uniforme oscuro que portaba, él ahora fingía ser Belua para despistar al ejército enemigo. —Mi salud no es una prioridad en este momento— pronuncio devolviendo la misma respuesta que yo, sin embargo sus palabras estaban envueltas en un aire verdaderamente alarmante.— No moriré si es lo que le preocupa y aunque así fuera no hay nadie que pueda llorar por mi muerte. Mi vida sólo le pertenece a él reino. —Si mueres, no solo perderé a un amigo. Perderé un hermano. —¿Desconfía de mis habilidades, señor? Sonreí al ver que en su rostro se reflejaba tranquilidad.Por supuesto que no dudaba de sus habilidades, me había salvado la vida arriesgando la suya y además de eso había luchado a mi lado todo este tiempo y según lo que yo recordaba de su destreza, era verdaderamente feroz a la hora de pelear pero simplemente odiaba enviar hombres al campo de batalla sin saber que regresarán al final del día. —No, pero al igual que todos, estas cansado y el viaje será arduo. Dirigirás todo un ejército así que debes mostrar fortaleza, sin embargo, con tu apariencia no lo estás logrando. Maquinalmente su mirada bajo hacia el suelo y mi vista busco rápidamente lo que él observaba. Una de sus piernas tiritaba levemente, supuse que esa acción se debía a un tremendo dolor. En el último ataque había sufrido quemaduras pero no había mencionado nada acerca de ese malestar. —¿Qué te sucedió?—cuestione inmediatamente esperando que su dolor se pudiera remediar fácilmente con algún medicamento. —Un pequeño pedazo de espada corto mi tobillo durante la explosión, la herida estaba inflamada y dolía, sin embargo debido a las demás emergencias médicas mi molestia no fue debidamente tratada. —¿Eres estúpido o qué?¿Por qué no le notificaste al médico sobre ese incidente? —En su momento pensé que el malestar desaparecería, sin embargo eso no ocurrió. Ayer por la noche visite al médico debido a que mi malestar se agravó, descubrió el vendaje y se percató que la piel de mi tobillo se había oscurecido. —¿Oscurecido?—cuestioné angustiado—¿Algo de lo que deba preocuparme? —Amputación, señor. Un extraño frío me recorrió la espalda y se introdujo en mi cuerpo ¿Porque mi leal amigo soporto un dolor tan infernal sin que yo me diera cuenta? ¿Como podía mantenerse sereno después de semejante noticia? —Debe ser una estúpida broma ¿Verdad?—dije engañándome a mí mismo. Maximo solo me observo desde su lugar frente a mi mesa con la mirada fija sin mostrar una sola emoción. ¿Por qué no me expresaba su sentir? ¿Por qué no me decía que tenía miedo? Yo lo tendría. —No lo es—dijo, camino hacia mi lentamente, acción que me desalentó. Lo había visto bien estos últimos días que creí que se estaba recuperando pero quizás habría disimulado para que no me diera cuenta, sin embargo, su sufrimiento ahora era notorio, el dolor habría llegado a tal grado de no dejarle caminar con normalidad. Se sentó en un lugar vacio junto al mío, enrollo el pliegue de su pantalón y vi un vendaje alrededor de su tobillo, en apariencia solo parecía estar inflamado pero poco a poco mientras desenvolvía el vendaje, note que el pigmento de su piel se volvía más y más oscuro hasta volverse del mismo tono que el uniforme que portaba. Termino por retirar el vendaje pero un pequeño pedazo de trapo se quedo adherido a su piel, la tela estaba manchada y los colores eran variados pero pude deducir que aquello eran coágulos de sangre putrefactos. Agache la mirada y cubrí mi rostro con mi mano izquierda apoyándola contra mi pierna e inhale todo el aire que mis pulmones podían aspirar y cuando ya no pude mas, deje salir mi vergüenza en un suspiro largo y doloroso. Máximo no podía dirigir un ejército en las condiciones en las que se encontraba pero más importante que eso, él podría perder más que el pie si no se le atendía inmediatamente. —Necesito que te quites ese uniforme y vayas directamente a la carpa médica a que te atiendan—le ordene con enfado pero no hacia él, más bien para mí. —No hay necesidad de tomar medidas exageradas, señor. Sé perfectamente lo que puede llegar a sucederme si mi condición se deteriora, pero es mi deber como ciudadano y como soldado defender el reino, además la reina fue capturada por mi descuido y debo enmendar ese error. —¡Maximo!—el tono de mi voz estaba mezclado entre severidad y melancolía. No podía enviarle a la batalla a morir—Acata mis órdenes y ve de una buena vez. -—No, señor—fijo con firmeza— no estoy dispuesto a seguir esa orden. —¡Maldita sea, Máximo! ¿Acaso no lo vez?—exclamé con la rabia y la locura a flor de piel—No me sirves estando en esa condición. No sabía que palabras podía pronunciar para que dejara de insistir. —Aun puedo caminar y cabalgar por mi propia cuenta— expresó casi suplicando levantándose de su lugar, un movimiento que le provocó un tremendo dolor pero se mantuvo firme ante mí.—Soy capaz de cumplir con mi encomienda, señor, por favor le pido una oportunidad para demostrar mi fortaleza y mi valor. —¿Y si hay necesidad de pelear, Máximo? ¿Pensaste en eso?— repliqué levantándome de mi asiento—Un líder no solo dirige, también protege y tú ya no cuentas con esa capacidad, así que te relevo de tus funciones para cuidar de tu propia salud. —No, majestad. Aún tengo asuntos pendientes que resolver. —Lo siento, Máximo. Pero no tú no tomas las decisiones, lo hago yo. Llamé a dos guardias y ordené que llevarán inmediatamente a Máximo a la carpa medica, éste solo agacho la cabeza y camino lentamente hasta salir sin oponerse a mis órdenes. Una vez solo, me reproche a mi mismo un nuevo error y como si la desgracia de Máximo no fuera suficiente debíamos retrasar la partida del ejercito y buscar un nuevo comandante. Una hora después Lorian entró en mi carpa con expresión desconcertada. —¿Que sucede?—pregunte sólo por instinto, a esas alturas no le prestaba atención a muchas cosas. —Dicen que Máximo será intervenido— pronunció apoyando sus manos sobre el mapa—¿Que ha sucedido? -Una demora, no tenemos un comandante que dirija al ejército. Sólo pienso en el consejero Burckhardt, pero ya es demasiado anciano para cabalgar sin apoyo. —¿Asi tan de repente haces a un lado a tu mano derecha?— se burló sentándose sobre la mesa y arrugando el mapa— ¿Porqué tanto secreto? —No es de tu incumbencia Vasiliev, apegate a mis órdenes. Fruncio el ceño y enseguida bajo de su inusual asiento. —El padre de Helena...de la reina—corrigió inmediatamente—puede tomar el lugar de Máximo o quizás el capitán Cavour. Si todo sale como lo planeado no habrá necesidad de que peleen. —Es arriesgado. —Puedo hacerlo yo, claro, si me lo permites— sugirió. Pero enviarlo a él como comandante del ejercito no era de fiar, además de que lo necesitaba en la misión hacia el palacio, en caso de ser emboscados él era mi plan de emergencia, sólo tendría que sacar a Helena mientras yo los distraia. —No, pero tomaré una de las dos opciones que me has brindado. Repentinamente un grito irrumpió en nuestra conversación. Lorian sé atrevió a salir de la carpa y yo le seguí. Las tropas ya estaban alistadas, los caballos, espadas, armas y cañones, sin embargo, había un herido que gritaba dejando escapar su dolor. Me detuve un par de pasos antes de entrar, los gritos no se detenían, eran los lamentos de Máximo, qué como un valiente hombre trataba de soportar la agonía. —¡Vamos hermano!—escuche la voz de Lorian animando a mi amigo. No pude soportar la idea de quedarme ahi sin hacer nada mientras el sufría. Me adentre viendo con horror como varios hombres sostenían a Máximo mientras cortaban con una segueta su tobillo. Me acerqué y sostuve su mano, él la tomó y me miró con lágrimas en los ojos. —¡Vamos amigo, sólo un poco más!— le alenté. El sonido de su pie siendo cortado habia sido lo peor, hasta ese momento, que había escuchado en mi vida y sus gritos estrujaban mi corazón más de lo yo podía soportar—¡Aguanta! —Señor...mi señor— dijo entre dientes soportando cuanto podía el dolor— Si tan solo...mi sufrimiento sirviese de algo.... Máximo se desmayó y yo me quedé a su lado hasta ver cómo su pie era desprendido de su cuerpo. Por supuesto que su sufrimiento tenía un propósito específico, el cual era alentar más mi voluntad para terminar esta maldita guerra. Fue triste darme cuenta que su vida cambiaría desde ese momento y la de todos nosotros para siempre. La herida de Máximo fue cauterizada mientras aún se encontraba inconsciente. El pedazo de carne que había sido cortada como la de un animal, fue quemada inmediatamente y yo honre ese momento como la muerte de un amigo, viendo como su consumía y se volvía cenizas, pese a olor, me quedé y entonces di la orden para agrupar a los batallones. Era el momento de marchar hacia la victoria o morir en el inténto.
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