Las paredes blancas, el olor peculiar que se te pega a la piel, las luces brillantes que sientes poder ver a través de incluso tu párpado. Este es un lugar que nunca queda vacío, por las noches los pasillos se vuelven silenciosos, casi en complicidad para que escuches con atención el resonar de pasos que nunca ves llegar. Su fama es más atractiva por los secretos que guarda por la noche, que por quienes ahí trabajan, o el propósito del lugar en sí.
Este es un hospital. Los pacientes vienen y van, los doctores igual, los guardias de seguridad pasean incesantemente. Todo absolutamente normal, por los pasillos, los rumores se esparcen sin descanso.
Más en las noches, cuando es la luna la única que da luz en la profunda oscuridad del lugar, nadie se atreve a deambular por los pasillos. La estructura en sí es simple, muchos salones usados cómo cuartos o consultorios, distribuidos en los cuatro pisos superiores del viejo edificio. Hay dos pisos subterráneos en añadidura, uno usado cómo laboratorio para las pruebas clínicas y otro, la morgue.
Todos los hospitales tienen rumores, es un lugar por el que transitan tantas almas, tantos espíritus. Un lugar lleno de un aura pesada que, por las noches, se intensifica. Las incesantes palabras de quienes con sus necias bocas hablan de aquello que no comprenden, atan y desatan miles de sucesos al día en el lugar, más son lo que permanecen en el lugar de noche quienes sufren las consecuencias.
Nico, quien llegó a urgencias hace un par de días por un caso de apendicitis, pasea por el lugar por recomendación de su doctor. La herida en su abdomen bajo le da leves punzadas, que le hacen permanecer quieto en su lugar, hasta que sus músculos se relajan permitiéndole seguir su camino. Los rumores escalofriantes de las almas en pena que deambulan por los pasillos no son de su particular interés, tampoco los picantes de amores prohibidos entre los doctores, mucho menos las incesantes quejas respecto a quienes resguardan el lugar.
Nico prestó atención a cada historia y rumor, solamente por mero aburrimiento, en su celular ya tenía el número de un par de enfermeras jóvenes que cumplen con su pasantía. Con una semana en el lugar, los doctores se muestran más optimistas respecto a su condición, ya que su apéndice se había reventado en su interior casi matándole para el momento en que su familia decidió llevarle al hospital. Su dolor no fue tomado en serio por su familia, quienes muestran inferencia con él desde que les reveló su orientación s****l, cosa que realmente Nico reciente.
Desde que le permitieron ponerse de pie después de su operación, Nico se ha convertido en el favorito de las enfermeras poco a poco, su actitud dulce y tranquila hizo pasar desapercibido el coqueteo que mantuvo incluso con las doctoras. Quienes lejos de ofenderse, se dejaron llevar por la ternura que les evoca el joven de tiernos rasgos, por lo que las discretas advertencias para que no se alejara de sus compañeros de cuarto no se hicieron esperar. Más Nico no creyó tener la suerte para ser testigo de ningún extraordinario suceso, por lo que hace caso omiso a todas las alarmas en su cabeza, para salir a media noche a dar un paseo.
Y es que durante su semana de estadía en el lugar, no logra dormir bien de noche, una extraña e insistente ansiedad recorre su cuerpo. Formando un vacío en su estómago que le hace moverse ansioso en su camilla, las sensaciones le abruman, incluso llegando a despertar a algunos de sus compañeros de habitación un par de veces. Las enfermeras no siempre están en su estación de trabajo, lo que le da la oportunidad a Nico para salir a los pasillos, donde hay más iluminación.
Las tenues luces le dan un toque de tranquilidad a la adrenalina de su escape, por lo que empieza a deambular por los diferentes pisos, escapando por poco de los guardias. En ciertos pisos hay zonas verdes, con algunas bancas para las visitas que llegar por la tarde, y para que los pacientes se despejen. Por lo que Nico, después de tener que esconderse en múltiples ocasiones, en las que sus pasos fueron camuflados por los alaridos de agonía de otros pacientes se dirige ahí.
El camino le es conocido pese a que no ha recibido visitas, sus pasos son vacilantes, en cada esquina, resuenan con facilidad en el amplio lugar. Por breves momentos, Nico percibe cambios abruptos de temperatura, en los que la sudadera que lleva puesta no le da el calor suficiente o le quiere asfixiar. Más Nico continúa su camino, ignorando lo silencioso que todo se vuelve conforme avanza, incluso las tenues voces de los guardias quedan muy atrás.
Su corazón comienza a acelerarse sin razón rápidamente, desconcertándolo levemente, cuando pasos comienzan a resonar. Los pasos tras de Nico aumentan su velocidad, mientras los de Nico se ralentizan, por lo que Nico intenta buscar un lugar en el que ocultarse. El joven se esconde tras una valla, asomándose levemente sobre esta, más los pasos que se acercan, parecen pasar frente a este y alejarse sin mostrar a nadie que los provoque.
La idea de alucinaciones auditivas pasa por la mente de Nico, quien vuelve al pasillo sin notar una enorme sombra que se yergue tras él, Nico observa las huellas que han quedado en el casi inmaculado piso. Confirmando así que alguien pasó tras él, más sin importar cuánto recorra el pasillo no encuentra una explicación coherente. Fijando su vista en la esquina del pasillo del que venía, siente un escalofrío recorrerle desde la punta de su cabello hasta la punta de sus pies, con la aparición de una sombra que se asoma en la esquina y se vuelve a esconder.
La distancia no es demasiada entre aquella sombra y Nico, quien tiene el incesante pensamiento de que debe correr en su cabeza, más su cuerpo no le responde. La sombra parece aferrarse a la esquina de la pared del pasillo con dedos tan largos, que Nico abre sus ojos sin creerlo, escuchando los rasguños producidos por las oscuras uñas. Es tarde para arrepentimientos, no puede devolver el tiempo y evitar salir de la habitación, su mente le llena de ideas y recuerdos más rápido de lo que Nico puede reaccionar.
Y este seguiría en su estupor, de no ser por que, las luces del pasillo parecen parpadear. Con cada parpadeo, la sombra sale un poco más de su escondite, hasta erguirse frente a Nico. Este no espera un segundo más, voltea rápidamente para correr tan rápido cómo puede, más no logra dar siquiera un segundo paso cuando choca contra alguien.
Nico cae al piso con cierto alivio, hasta que nota no es una persona contra quien se golpea, la enorme sombra que estaba tras él le muestra una sonrisa morbosa en su desfigurado rostro. Una vez Nico se pone de pie, pese a la punzada que percibe en su abdomen, el ser se abalanza a él. El grito que intenta salir de forma escandalosa de su garganta se atora en esta, dejando a Nico con la visión borrosa en cuanto el ser le traspasa, suceso que Nico no analiza en absoluto al salir corriendo por el pasillo.
Las sombras le persiguen sin descanso, y en cuanto Nico ve a alguien acercarse, no puede evitar sucumbir al pánico una vez les logra enfocar. Doctores e enfermeras que lloran ríos de sangre, salen prácticamente de las blancas paredes, mientras monjas aparentemente ciegas intentan agarrarle. Conforme se acerca al área verde, los espectros parecen quedar atrás, oportunidad que Nico aprovecha.
Nico se interna en la zona llena de flores, sentándose tembloroso en las bancas al encontrar el lugar vacío, intenta respirar profundo. Las lágrimas comienzan a salir de sus ojos sin permiso, por lo que Nico tapa su rostro con frustración, llorando por largos minutos de forma desconsolada. Voces parecen volver a pasar por los pasillos, más Nico no se atreve a volver, demasiado temeroso de las consecuencias.
Levantando su mirada al oscuro cielo, Nico suspira pesadamente, hasta que siente de nueva cuenta un escalofrío recorrerle.