—No te importa —dijo de mala gana. —Claro que me importa —volteé a verlo—. Me interesa saber por quién, llegaste al grado de pedirme ayuda —cómo gozaba de hacerlo enojar. —A ver —dijo con fastidio, este hombre no tenía ni una pizca de sentido del humor—. No te pedí ayuda. Serías la última persona a la que le pediría algo —serio, regresó su mirada al camino. —Una pregunta… —dije divertida—. ¿Por qué tanto ‘odio’... — hice comillas—,…hacia mí? —la verdad me intrigaba, ya que nunca en mi vida, algún chico me había rechazado y/o tratado tan mal como él lo hacía. Se estacionó en un enorme parque, había muchos autos alrededor, la verdad no reconocía donde estábamos. —Detesto a las personas como tú —habló fastidiado—. Falsas y engreídas que piensan que solo por ser ‘lindas’, pueden hacer lo