LEONARDO
¡CARAJO!
¡MALDITO IMBÉCIL!
Ese maldito canalla, quien se creé.
Me sentía fúrico, acaso…
¿Qué demonios?
Me sentía tan confundido que no sabía que hacer, tenía miles de ideas en la cabeza, nada en orden, todo alborotado, emergiendo de forma aleatoria pensamientos buenos, malos, estaba confundido.
¿Quién demonios era él?
¿Qué carajo hace ella a esta hora en una parada?
¿Por qué está él a su lado?
¿Qué era tan gracioso para que ella sonriera de esa manera?
¡Maldita sea, contrólate ya!
Era igual que toda su maldita familia, sabían manipular a las personas, sabían usarlas a gusto y beneficio.
Al demonio conmigo…
¿Por qué me afectaría a mí?
¡que pregunta tan estúpida! Era mi esposa, era la imagen que yo representaba…
¡Al diablo contigo Leonardo!
No es tuya.
Comencé a respirar tan profundamente como pude, qué demonios había sido todo eso, era como si …
¡No!
Solo era el sentido de pertenencia que cualquier hombre tiene con respecto a lo que considera de su propiedad.
Esa sonrisa que tenía era hermosa, natural, espontánea, perfecta, por qué no la había visto antes en ella.
¡Leonardo contrólate!
Mi cuarto estaba hecho un desastre por mi ridícula espontaneidad, me sentía un idiota que sonreí irónicamente.
Tomé el portarretrato donde se podía ver a dos personas enlazando su vida por mutuos beneficios, la observé con detenimiento, y la arrojé al suelo, rompiendo el cristal que la protegía. Ni si quiera yo era capaz de explicarme por que tenía esa ridícula foto. Bueno, a decir, era el regalo de mi abogado, que consideraba un buen detalle.
Maldita sea, me levanté de ahí para comenzar a recoger todo lo que tenía en el suelo, así como, para limpiar los fragmentos del vidrio que habían quedado esparcidos. Pensé que ella era más consciente de los términos del contrato que teníamos estipulados, pero al parecer solo era alguien sin escrúpulos como cualquier Welshman que vivía en esta ciudad.
El día había sido increíble, ver a mis amigos, tener buenas noticias de mi abogado, así como, mi encargado de finanzas, el festejo era ideal para la ocasión, cerveza como en los tiempos de la universidad, buenas charlas con los amigos, pero aquella imagen que vi cuando pasé por la zona céntrica de la ciudad, en una parada, fue lo que arruinó todo mi estado de ánimo.
Por Dios, no era un niño y me comportaba como tal.
Había pasado poco tiempo después de la limpieza, tenia la idea de irme a mi departamento para descansar, cuando escuché que la puerta principal de la casa se abrió. Andrea había llegado.
Se le veía agotada.
-¿Sabes qué hora son? – Le espeté
Contrólate, te comportas como su papá.
- Lo siento, tuve que trabajar horas extras, ¿Quieres cenar algo? –
-No, ¿Horas extra? –
-Si, trabajo de … -
¿Por quién me toma? ¿Horas extra? Por favor, ni si quiera ha de saber lo que es trabajar.
-De verdad espero que tengas en cuenta lo que estás haciendo – Tenía que dejarle las cosas en claro.
-por supuesto que lo sé – dijo ella
-No quiero una mala jugada de tu parte –
-Descuida, espero lo mismo de ti –
-¿Disculpa? –
-Leonardo, no tengo inconveniente de que salgas con nadie, conocemos nuestra situación, pero al menos…-
Sofía.
Fue lo que intuí, había habido diversas fotos de ella en r************* acompañándome, la verdad había sido que ella siempre intentaba pegarse a mi cuando acudía a aquellos eventos, quería sacarme información sobre Andrea, a la cual tengo restringida de medios sociales no por ella o por interés, si no, por que no necesitaba que su familia se enterara de todo aquello, al menos, no aún, hasta que tuviera acceso a las acciones de la familia.
-No te equivoques – le dije
-¿Cómo? –
-Cuida lo que haces, porque, aunque no seamos una pareja, ambos nos debemos respeto, trabajo con modelos continuamente no me acuesto con ellas, yo, no les sonrío coquetamente – y me retiré a mi habitación.
Desperté como de costumbre, abrí la puerta de la habitación, por el silencio que habitaba el lugar podría afirmar que nuevamente ella no estaba… Sin embargo, el olor en el ambiente era espectacular.
-Buenos días, Leonardo- me dijo, sacándome un pequeño susto por detrás lo que la hizo sonreír a medias. Tenía una sonrisa muy bonita.
¡no!
-Buen día-
-Acerca de lo de ayer… me tocó trabajar algunas horas extras y un compañero me hizo el favor de acompañarme a la parada para que no se prestara a malas intenciones, así que, no te preocupes- y se giró con rumbo a la puerta -se perfectamente las cláusulas del contrato – me dijo
Antes de cerrar la puerta ella se giró levente, sin prestarme mucha atención.
-Por cierto, dejé el desayuno hecho por si quieres comer algo- y despareció.
¿Qué había sido todo aquello?
Sea como sea, aunque desagradara su presencia, el olor de la comida era algo tentador, admitía que tenía muy buena sazón, así que, lo comí. Dios esa mujer sabía realmente como hacer un almuerzo, una comida, una cena, realmente apetecible.
Diré que fue uno de los tantos platillos que degustaba desde que estábamos casado. Sé que eran pocas las veces que convivíamos, o solíamos hacerlo cuando coincidíamos para cenar. Podría decir que extrañaba las conversaciones y sus opiniones en cuanto a mi negocio se trataba. Tenía habilidades muy buenas.
Mi teléfono comenzó a sonar, era Jason.
-Hermano, ¿Almorzamos juntos?, necesito algo para la resaca que traigo-
-Ya almorcé, pero te puedo ver en la oficina –
-¿Cómo que ya almorzaste? Tu no sabes hacer ni un sándwich, Los restaurantes no están abiertos aún, ¿Sabes qué horas son? ¿Dónde estás que ya almorzaste? -Vaya, ese Jason, tenía que seguir con sus cuestionamientos y demostrar esa capacidad que tiene para divulgar mis pocas destrezas y resaltarlas con tal habilidad.
-Te veo en la oficina, tengo unos pendientes –
-¿¡No!? ¿Estás saliendo con alguien? ¿Cuándo pensabas decirlo? –
-Nos vemos Jason – Y le colgué.
No quería hablar con él de momento, necesitaba organizar mis pensamientos y llenarme de actividades, para bajar las voces que ideaban situaciones inexistentes. Realmente yo siempre me considere un hombre frívolo, correcto, de ideas sensatas, que se movía por hechos y no por emociones, eso es lo que hacía de mi un hombre perfecto para los negocios, pero por alguna razón ella pone a prueba mi forma de ser.
Tenía muy bien que ella era el espejo de su padre, de sus hermanos y de la poco sensata madre suya. No obstante, se me hacía raro que ninguno de ellos hubiera ido a buscarla, que ni si quiera su padre intuyera lo que sucedía. Es decir, había acciones que no cuadraban, pero …
¡no!
Muy probablemente querían ver que tanto aguantaba ella antes de llegar a casa suplicando por la tortura económica por la que estaba pasando, por que algo si era cierto, ella estaba proveyendo las cuestiones básicas, yo con una parte, pero no quería darle mantenimiento al lugar, quería que ella viera las condiciones precarias de sus infantiles reacciones, que aprendiera de la humildad de la que ellos no gozan, pero sinceramente no creí que soportara por tanto tiempo o es que el disgusto con su familia era más fuerte.
No quería sobre pensarlo mucho.
Tenía que mantener distancia.
El tiempo transcurrió como normalmente, Jason había llegado a la oficina, trabajamos en su proyecto, así como en los asuntos que ya tenía la empresa, hablamos poco sobre lo que él quería hacer, no obstante, seguía insistiendo en que la encontráramos.
La promesa más ridícula que tenía que ayudar a cumplir.
Al regresar a casa el ambiente era agradable. El aroma era espectacular.
¿Andrea había regresado antes?
Vaya.
Aquel día volvimos a convivir como aquellos días, no obstante, la plática se concentró en los proyectos de la empresa, sobre todo en el concepto que quería abordar con Jason, sus ideas eran buenas, algunas de ellas no eran tan lúcidas, lo cual ella coincidía sobre nuestra plática.
Digamos que fue una noche de labores productivas.
Por la mañana siguiente, me levanté más temprano de la hora usual, tenía miles de mensajes en mi teléfono que amenazaban mi sueño, no los leí, pero tampoco podía recobrar el sueño, así que me levanté y fui a la cocina.
-Perdón por levantarte- dijo Andrea quien estaba tomando sus cosas para irse.
Giré mi cabeza negativamente.
-Leonardo – dijo y me giré a verlo - ¿Si pasarás la noche conmigo? – dijo