ESTEFANÍA Había terminado mi desayuno con el estómago revuelto. Mi plato estaba medio lleno y no le había tomado mucho a mi jugo de naranja. — ¿Un abogado? —Me preguntó Josué sin poder creerlo. Dejó sus cubiertos a un lado, por fortuna había terminado su desayuno a tiempo. El tema de un divorcio lo había tomado por sorpresa. Sabía cuánto amaba a Joshua y el esfuerzo que estaba haciendo para dar ese paso tan drástico en mi vida. — Sí —, por un momento lo dudé pero las cosas debía aceptarlas como eran. No había manera de salvar mi matrimonio. Joshua ya me odiaba con justa razón, y no quería que nos siguiéramos lastimando. Estábamos a mano y era más fácil pensar de esa manera por que se volvía menos doloroso —. No encuentro otra manera de salir del problema. Me odia Josué. Me odia y n