—Te gustó la chica, ¿cierto? — Gael miró a su amigo y sonrió.
—Joder, ¿la has visto? Esa mujer es la más hermosa que he visto en mi puta vida.
—Sí, la he visto y tienes razón, es muy hermosa, pero también vi que es muy inocente Gael, ella no es para ti — Gael frunció el ceño al oírlo — No hagas esa cara, sé que eres un buen hombre, eres justo, no mientes, eres un gran jefe, y un puto genio para los negocios del Club, pero también sé que eres un mujeriego, que no te gusta las relaciones con una sola mujer, que no eres fiel, así que ella no ella no es para ti, a kilómetros se nota su inocencia, su pureza, su ingenuidad, su dulzura, así que será mejor que lo dejes ahí. — Gael sabía que Mason tenía razón.
—Lo sé, no te preocupes, no pienso meterme con ella, pero es que ella es algo tan maravilloso, pero no voy a corromperla, voy a respetarla, incluso cuidarla y protegerla del imbécil que tiene como padre, ese hombre no me da buena espina Mason, si quise matarlo al oírlo ofrecerme a su hija, ahora que sé quién es, más quiero matarlo ¿cómo hay seres humanos tan malditos que son padres? Hay unos que desean ser padres y la vida no les da ese privilegio, y a los que sí, muchos no merecen ese título. — Mason asintió, Gael tenía razón.
—Aún no lo sé amigo, yo también me he preguntado lo mismo muchas veces, pero creo que es una pregunta para la cual no tenemos respuestas.
—Lo sé, ahora voy a ver a ese hombre, tal vez ahora con un poco menos de alcohol en su organismos se comporte mejor.
—¿Quieres que te acompañe? — Gael negó con la cabeza antes de hablar.
—No, quiero que te encargues de las cosas de Audrey, para que todo esté listo para cuando ella entre. Además hay que llamar a 3 de las mujeres que vinieron hoy, para que también entren el lunes, las tres que creía mejores están en un círculo, comprueba a ver qué te parece y luego haces las respectivas llamadas, de las que vienen mañana escogeremos también. Quiero más modelos, así si alguna se va, no tenemos que buscar a nadie.
—Es una buena idea, ya mismo me voy a poner eso.
—Gracias Mason. — Gael salió de la oficina, no podía dejar de pensar en las palabras de su amigo, realmente tenía razón, pero es que la muy condenada estaba tan hermosa, buena y perfecta, pero ella estaba prohibida, él no era para ella, así que debía mantenerla largo de él.
En cuanto llegó a las pequeñas celdas que tenía, se fijó sin ningún tipo de disimulo en el hombre y ahora que conocía a Audrey, sí tenían cosas parecidas.
—¿Te han traído algo de comer? — trató de ser algo amable, cuando lo único que deseaba era golpearlo.
—No, en todo el maldito día no se han acordado que existo, que ustedes están haciendo abuso de poder. — Gael se rió de sus palabras, pero su risa no fue nada agradable.
—¿Abuso de poder? ¿No es eso exactamente lo que usted también hace? Vende y ofrece a su hija, como si fuera su dueño.
—Es que lo soy, soy su padre el que la he mantenido todos estos años, así que ella debe obedecer y si tengo que venderla voy hacerlo. — Gael se acercó furioso hasta la barra de metal, tenía dinero, mucho dinero y cuando mandó hacer ese lugar quiso que fuera igual a las que se ven en televisión.
—Mira imbécil, eres solo un maldito que engendró, pero la palabra padre te queda muy grande. Estoy muy seguro que su esposa en paz descanse estaría muy decepcionada de la clase de escoria en la que se ha convertido. — el hombre al oír mencionar a su esposa, se puso fuera de sí.
—No vuelvas a mencionar a mi Olivia, ella era una mujer perfecta, pero tuvo un maldito error, que fue traer a Audrey al mundo, si no lo hubiera hecho ni esposa seguiría con vida, conmigo, así que mejor cállese y deje de meterse en lo que no le importa, lo que pase en mi casa, con mi bastarda hija, es muy problema mío, y no voy a descansar hasta deshacerme de ella y si en esa jugada puedo sacar dinero, mucho dinero, mejor para mí. — Gael quiso abrir la reja y golpearlo hasta matarlo, ese hombre era un demonio, aunque estaba seguro que él nunca, jamás en la vida sería padre, sabía que si hubiera tenido hijos, los abría protegido, incluso a su hija más, era mujer, delicada a las niñas se les trata como princesas, o algo así le había dicho su padre, pero ese hombre no tenía sentimientos por su hija, o bueno, sí tenía, pero ninguno de ellos era bueno.
—Es usted un ser despreciable y asqueroso, vamos a ver como sale de aquí. — Federico al oírlo abrió los ojos como platos, sabía que si ese maldito hombre no lo dejaba salir, no saldría de ahí nunca, porque nadie sabía que él estaba ahí encerrado como un perro.
—Usted no puede hacer eso.
—Puedo y lo haré hasta que reaccione, además quiero hacer que deje a Audrey en paz, ¿cuánto quiere? — Federico no pudo evitar fruncir el ceño al oír al jefe de jefes hablar.
–¿Por qué tanto interés en ella si usted no la conoce? — Gael dio un paso atrás y metió sus manos en los bolsillos.
– Aunque no la conociera hubiera hecho lo mismo por cualquier persona que pase algo parecido, estoy seguro que debe de darle una vida de infierno, pero en algo se equivoca, ya conozco a Audrey, supongo que en algún momento va enterarse así que yo mismo voy a decírselo… — Federico se rió muy fuerte al escucharlo, cosa que interrumpió a Gael.
—Así que la muy zorra ya pasó por su cama, es que físicamente se parecera a mi amada Olivia, pero ella fue solo mía y de nadie más, y yo que pensaba que la muy agazapada era virgen, pero me salió puta. — Gael se acercó de nuevo y lo agarró por la camisa, con tanta fuerza y furia que lo golpeó varias veces contra las barras de metal, cuando lo soltó el hombre cayó al suelo.
—Agradezca que las malditas rejas no estén abiertas, porque no me temblaría matarlo con mis propias manos. Y para su información, no, ella no a pasado por mi cama, ella vino aquí justo hoy buscando un trabajo, para limpiar el lugar, porque quiere estudiar, salir adelante, a miles de kilómetros se nota su dulzura y pureza, así que quiero que la deje en paz, ella va a trabajar conmigo y voy a defenderla así como defiendo a todos mis empleados nadie se mete con ellos, puede averiguar que no miento, así que si quiere salir vivo de aquí será mejor que piense las cosas. — Gael dio un paso atrás, miró al hombre con tanto odio, para luego dar la vuelta y salir de ese lugar, tal vez Audrey no era para él, pero no iba a permitir que nadie la dañara.