Marianela cruza el umbral de su habitación y cerró la puerta con seguro. Por su mente pasaron miles de cosas. Caminó hasta la cama donde se sentó en el borde de esta aun sin poder creer las palabras de Dimitri. “Te ofrezco cien mil dólares solo porque pases un fin de semana junto a mí. En Miami, tú y yo solos. Nos entreguemos a esta pasión que me está matando”. —se repetían una y otra vez en su mente sin aun poder dar crédito a todo. En ese momento estaba nerviosa y atontada, por eso prometió pensarlo. Se dejó llevar por su besos y caricias. Su aroma el roce de su nariz con la de ella. Esa pasión que la cobijó por esos cortos minutos. Tocó sus labios queriendo guardar el recuerdo. Se sintió tan sincero. Como un hombre que solo siente atracción por ella puede ser tan dulce, tan tierno. H