Nunca había visto a Arnold como una amenaza ni un rival. Se siente mal por eso, pero es algo que no puede evitar. Él siempre ha apoyado a su hermano en todo, lo ha ayudado a hacerse hombre. Sus padres murieron y Dimitri se hizo cargo de él. Siempre lo ha visto como un hijo mayor y rebelde. Lo ama, claro que lo ama, pero no lo quiere cerca de Marianela. Ella se le ha metido en la sangre, necesita tenerla a su lado, olerla, besarla. Es como una droga que no puede resistir. Se va a volver loco si no la poseía pronto. Hacerla suya es lo único que necesita para calmar esos impulsos. Esos deseos que lo consumen día a día. —Ella está en la cocina dando los últimos retoques a la comida. —dice la mujer mayor sacando de sus pensamientos. —Dile que venga —exige y Gertrudis asiente. —Enseguida s