Dimitri mira atontado como Marianela entraba a la casa hecha una fiera. Todo pasó en fracciones de minutos. No lo vio venir, nunca imagino que ella se atreviera a empujarlo. El agua estaba fría pero el coraje no dejaba que la sintiera. Su hermano aún en el suelo reía fuerte al verlo empapado y vencido por una mocosa insolente. Salió de la piscina rápidamente, si antes estaba enojado ahora lo estaba el doble. Ella no se saldrá con la suya. —Todo es tu culpa —dice Arnold poniéndose de pie. Le dolía la mandíbula por el golpe, pero estaba satisfecho. Marianela había cobrado venganza por él. Si antes le gustaba ahora era definitivo que iría tras sus huesitos. Le hará la lucha para conquistarla. —No me hables –escupe Dimitri caminando hacia la casa. No quiere escuchar nada de lo que el traíd