CAPÍTULO ONCE

1909 Words
ALICE   “Na… nada,” tartamudeo la respuesta y él frunce el ceño mientras se acerca aún más a mí.   “¿Por qué mientes? Es claro que tienes una herida en el labio, ¿quién te hizo eso, tu novio?” él me pregunta con un deje de ira en la voz y yo sacudo la cabeza inmediatamente.   “No, no, ya le dije que no tengo novio, es sólo por el clima frío, siempre me sale en estas épocas del año,” yo miento y él enarca una ceja hacia mí, claramente percibiendo mis mentiras.   Dominic se acerca aún más y yo me pongo rígida de inmediato, pues él está tan cerca que nuestros labios están a punto de tocarse, siento mis piernas temblar y mi corazón late fuertemente en mi pecho, mi respiración se atora en mi garganta y por un momento pareciera que él me va a besar, siento su aliento rozar mi rostro y el cabello de mi nuca se pone de punta con su cercanía, por un momento me encuentro a mí misma deseando que él cierre el poco espacio que queda entre nosotros y selle sus labios con los míos, aunque sé que eso dolería por mi herida, francamente en este momento poco me importa.   Y justo en ese momento la puerta se abre de repente haciéndonos brincar a los dos, pero el susto se vuelve peor cuando miro hacia la puerta y veo de pie en ella con una expresión confundida en su bonito rostro, a la última persona que querría ver en este momento, Zara Arlington, la novia de Dominic, quien está mirando de uno a otro con el rostro perplejo.   “Lo siento, olvidé tocar antes de entrar, no quería interrumpir nada,” ella dice en un tono tenso y yo siento la sangre apresurarse a mi rostro, el cual en este momento seguramente está rojo por la vergüenza.   “No interrumpiste nada, Alice ya se iba,” Dominic dice con un tono seco que me causa molestia, pues hace unos momentos me estaba hablando con preocupación en su voz, pero al primer vistazo de su novia, su actitud cambia totalmente conmigo, y de repente me siento estúpida.   “Lo siento,” murmuro entre dientes antes de salir apresuradamente de la oficina, mientras la chica me mira con una expresión sorprendida, pero no dice nada más.   Cuando estoy en mi escritorio, tengo que respirar profundamente para calmar mi errática respiración, dios, que horrible lo que acaba de pasar, no quiero ni imaginar lo que ella debe estar pensando ahora mismo de mí, debe creer que soy una zorra quita novios, oh por Dios, y ahora acabo de salir corriendo sin ofrecerle algo de beber, y esa es una de las primeras cosas que me enseñaron cuando empecé a trabajar aquí.   Así que, poniéndome de pie de un salto, me apresuro hacia la puerta y por accidente lo escucho decir en un tono seco: “No, nada está pasando con ella, es sólo mi asistente, sabes que nunca me fijaría en alguien como ella,”   Una punzada de dolor atraviesa mi pecho, y más que mis sentimientos, es mi ego y mi autoestima las que terminan más afectadas, pero haciendo acoplo de toda la fuerza de voluntad que me queda, toco la puerta con suavidad antes de asomar la cabeza y los veo a ambos sentados en el mueble, mirándome con una mirada cuestionadora.   “Lo siento, olvidé preguntarles si querían algo de beber,” les digo con el tono de voz más firme del que soy capaz.   “Agua para mí, por favor,” ella me dice en un tono amable, lo cual me sorprende, pues por lo que acabo de escuchar parecía que ella le estaba haciendo algún tipo de reclamo por la escena que acaba de presenciar.   “Para mí nada,” él me dice en un tono seco sin siquiera mirarme, y yo sólo asiento antes de ir hacia el puesto de café para servir el agua.   Me siento derrotada por alguna razón, como si me hubiesen reventado una burbuja que yo misma había creado a partir de presunciones estúpidas e ilusas, qué tonta soy, por supuesto que no se va a fijar en mí teniendo a alguien como ella a su lado, ella es lo más cercano a la chica perfecta que he conocido en mi vida, no sólo es alta, con piernas infinitas, cuerpo delgado pero con curvas, a diferencia del mío, lustroso cabello n***o y ojos verdes vibrantes, sino que también es inmensamente rica y por lo que pude averiguar de ella en internet, es básicamente un prodigio del mundo de los negocios, siendo una de las personas más jóvenes en convertirse en CEO, ¿cómo podría competir con alguien así? Tonta, tonta Alice.   El agua se derrama en mi mano pues estaba tan distraída que no me fijé en que estaba sirviendo de más, así que, limpiando rápidamente, me dirijo hacia la oficina de Dominic nuevamente, pero pauso antes de tocar, pues mi curiosidad gana la batalla e inclinándome un poco hacia la puerta, lo escucho decir:   “Zara, ya déjalo, no tengo nada con ella, ni lo tendré nunca, ella no es mi tipo, y lo sabes,”   “¿Ah sí? ¿Y cómo es tu tipo?” la escucho a ella preguntarle y mi corazón se detiene.   “Tú eres mi tipo, mujeres bonitas, bien vestidas, con buena educación y que sepan lo que quieren, ella es bonita pero no tanto como para borrar el hecho de que apenas está empezando a estudiar, que se viste como si le hubiese asaltado el closet a su madre y aparte parece dudar de cómo llevar su vida, no podría salir con alguien así,” él dice y yo siento como si algo se derrumbara dentro de mí.   Las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos y siento que podría gritar de la tristeza y la rabia que siento, pero no puedo hacerlo, este trabajo es importante y muy bien pago, no puedo darme el lujo de perderlo, George se enfadaría aun más de lo que ya está.   Tienes que ser fuerte Alice, me doy ánimo a mi misma antes de entrar nuevamente con la cabeza ligeramente agachada para evitar mirarlo, y cuando le entrego el vaso con agua a ella, mi mano tiembla ligeramente por mucho que trato de disimular mi patético estado, aprieto los labios para evitar llorar y siento los ojos de Dominic clavados en mí, pero hago todo lo que puedo para no mirar en su dirección mientras siento mi quijada temblar levemente y una vez le he entregado el vaso de agua, me apresuro a salir de la oficina, pero antes de llegar a la puerta él me llama.   “¿Señorita Coleman?” él me dice en un tono mucho más suave que el que ha usado conmigo en todo el día, y yo volteo a verlo con miedo de que me diga algo más, mientras me aliso el vestido con nerviosismo, plenamente consciente de que debí haberme puesto algo de la ropa nueva que compramos y no este estúpido vestido viejo.   “¿Sí?” le respondo mirando a su rostro el cual tiene una expresión de culpabilidad que me sorprende, y por un momento creo que se va a disculpar por lo que acaba de decir, pues es obvio que ambos notaron que yo los escuché.   “No quiero que nadie nos interrumpa, así que no vuelva a tocar la puerta a menos que sea absolutamente necesario y no deje que nadie más entre, ¿entendido?” él me dice con un tono un poco más amable y mis últimas esperanzas se desvanecen.   “Si, señor Pemberton,” le respondo con un hilo de voz antes de salir apresuradamente de la oficina.   Tan pronto salgo, voy directamente al baño pues ya siento las lágrimas bajar por mis mejillas y no quiero que nadie me vea así, no obstante, soy tan desafortunada que me encuentro de frente con Kim quien va saliendo del baño, ella me mira con una expresión compasiva, como si estuviese acostumbrada a ver a las asistentes de Dominic llorar en horas laborales, así que sólo me aprieta suavemente el hombro y sale sin decir una palabra mientras yo me desmorono en el baño.   Cuando estoy en la peor fase de mi llanto, que es cuando mis mejillas están rojas, mis ojos hinchados y mi nariz goteando, mientras mi cuerpo se sacude por los sollozos, mi teléfono suena y cuando veo que es George, me cuestiono si debería contestarle o no, pues él sabrá que estoy llorando, sin embargo sé que sería mucho peor si ignoro su llamada, así que respirando hondo, contesto el teléfono.   “Alice, ¿estás llorando?” él me pregunta de inmediato.   “No,” trato de mentir.   “No mientas, ¿Qué te pasó? ¿Alguien te hizo algo?” él me pregunta en tono sobreprotector.   “No, sólo estoy teniendo un día difícil en el trabajo y creo que estoy cerca de esos días del mes,” le digo y él resopla en el teléfono.   “¡Ja! Apuesto a que ese idiota te está dando un mal rato, ¿no?” él me dice y yo me apresuro a defenderlo, aunque no debería.   “No, claro que no,” le digo.   “Ali, no lo defiendas, no sabes lo que él le ha hecho a nuestra familia,” él me dice en un tono molesto y yo paro de llorar por el shock que sus palabras me producen.   “¿A qué te refieres?” le pregunto.   “Te lo contaré todo en casa, ¿crees que puedas salir más temprano hoy?” él me pregunta y yo recuerdo las palabras de Dominic, no quiere que lo interrumpa y ya que no está con ningún cliente sino con su novia, no necesita de mi ayuda, normalmente debo quedarme hasta que él se vaya, pero esta vez no está trabajando, así que no veo razón por la que deba quedarme después de mi hora de salida, la cual es en quince minutos.   “Si, en quince minutos salgo,” le respondo.   “Vale, pasaré por ti entonces,” George me responde antes de colgar.   Así que me levanto del retrete en el que estaba sentada llorando como tonta y me lavo la cara con agua fría para tratar de bajar la hinchazón, luego de que me he calmado lo suficiente, salgo del baño y me dirijo a mi escritorio para alistar mis cosas, echo una última mirada a la oficina de Dominic y como aún sigue encerrado con ella ahí, decido irme antes de que salgan y vean los claros signos del llanto en mi rostro.   Apenas salgo a la calle, veo el auto de George aparcado frente a la puerta del edificio y me subo sin pensarlo, él frunce el ceño cuando me ve y sorprendentemente me da un abrazo reconfortante antes de encender el auto y dirigirse a la dirección opuesta a nuestra casa.   “¿A dónde vamos?” le pregunto con curiosidad.   “Vamos a tu heladería favorita, tenemos mucho de que hablar y por tu cara parece que necesitas un helado de chocolate gigante,” él me dice con suavidad y yo asiento con una sonrisa leve, pero temiendo lo que sea que George me tiene que contar sobre Dominic.
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