CAPÍTULO DIEZ

1487 Words
ALICE   George se ha asegurado de mantenerme totalmente vigilada durante toda la semana pasada; cuando al día siguiente del debacle de las bolsas de compras, salí de mi habitación con mi nuevo atuendo, un vestido color crema y zapatos de punta negros, junto con el bolso de mano n***o, y entré a la cocina para servirme mi termo de café y tomar una manzana, George levantó la vista de su plato de huevos con tocino y me dirigió una mirada asesina, luego simplemente anunció que de ahora en más él va a llevarme y recogerme del trabajo, lo dijo en un tono que no quedaba espacio para discusiones, así que sólo pude asentir y mantener mi boca cerrada hasta el momento en que me dejó media calle antes de la puerta de la oficina.   Su advertencia fue clara: un paso en falso y lo iba a lamentar, así que ese día entré a la oficina rogando internamente que no hubiesen más salidas tarde del trabajo y que todo marchara bien, al menos hasta que George se calmara un poco, y afortunadamente no las hubo, pues el resto de días llegaron y se fueron sin muchas novedades, siempre me he jactado de aprender rápido y aquí tuve que ponerlo en práctica casi de inmediato, pues habían tantas cosas por hacer que no me daba tiempo ni siquiera de preguntar cómo debía hacerlas y en muchas ocasiones tuve que arreglármelas por mí misma y luego rezar para no haber echado todo a perder.   Kim me felicitó un par de veces, diciéndome lo bien que lo estaba haciendo y cómo muchas asistentes no habían durado ni tres días, pues el señor Pemberton no es famoso por su paciencia, así que se cansaba bastante rápido de los errores y simplemente terminaba despidiéndolas, lo cual es sorprendente, pues aunque me ha ido relativamente bien en mi nuevo trabajo, soy consciente de que he cometido varios errores que pudieron haberme costado el puesto, como equivocarme en el horario de un par de reuniones y hacer que Dominic llegara a ellas un poco tarde, lo cual odia, según he escuchado y él mismo me ha dicho, pero aparte de un leve regaño, él no perdió los estribos conmigo en ningún momento e incluso me daba pautas para no volver a cometer el mismo error en el futuro.   Lo cual fue totalmente sorpresivo, pues en esas ocasiones sentía que quería enterrar mi cabeza en la arena y mentalmente ya me estaba preparando para recoger mis cosas y pasar por mi cheque de despido, así que me sorprendía mucho cuando eso no pasaba, él ni siquiera parecía tan enojado como todos los demás habían hecho creer en esas charlas de cafetería a la hora del almuerzo; lo que sí le molestaba, sin embargo, era la cercanía de otros hombres, cada vez que algún compañero de oficina se acercaba a mí, lo cual pasó en más de una ocasión en las que incluso me invitaron a salir, él les fruncía el ceño a ellos y luego a mí, para después decirme que no debía distraerme con chicos y que me concentrara en hacer mi trabajo.   Y en un rincón muy pequeñito de mi mente albergaba la leve esperanza de que lo hiciera porque le molestaba la posibilidad de que yo saliera con chicos, o que estuviera celoso, pero esa esperanza se deshacía casi de inmediato cuando lo escuchaba hablar por teléfono con la que todos dicen que es su novia, incluso la prensa lo dice y sé por las charlas de cafetería, que la semana antes de que yo viniera a la entrevista, él había estado en Londres con ella y que la había llevado a conocer a sus padres.   No puedo negar que esa información me molestó en exceso, al punto de que estuve todo el día distraída y no me percaté de la hora que era, ni de que George llevaba un buen rato esperándome en el mismo lugar en que siempre me dejaba por las mañanas, así que cuando me percaté de ello, salí básicamente corriendo de la oficina y no me fijé en que por poco choco con el Dominic quien iba de salida junto con un cliente, pero no tuve tiempo de pararme a confirmar si efectivamente era él o no, pues tan pronto como pasé por su lado pude vislumbrar el auto de George parándose frente a la oficina mientras él se quitaba el cinturón de seguridad, con la clara intención de entrar a buscarme.   Así que aceleré mi paso y prácticamente corrí a subirme en el asiento delantero al mismo tiempo que George estaba abriendo la puerta para salir y él se sorprendió en cuanto me vio, pero en vez de decir algo, sólo me dirigió una mirada asesina y aceleró el auto como si estuviéramos en la formula uno, mientras yo veía por el retrovisor lo que parecía ser el rostro confundido de Dominic, pero no puedo estar segura, pues George iba muy rápido para poder distinguir cualquier cosa. “No vayas tan rápido, por favor,” le pedí en un hilo de voz y él aceleró aún más, haciendo que me agarrara del asiento con todas mis fuerzas.   “Lo siento, ¿vale? Estaba en una reunión y no podía contestar, fue de improviso así que no tuve tiempo de enviarte un mensaje para hacértelo saber, pero salí corriendo tan pronto terminó,” yo mentí y rogué porque él me creyera, pero no tuvo el efecto deseado, pues antes de que pudiera darme cuenta, levantó su mano derecha como un rayo y la estampó contra mi boca haciendo que mi cabeza rebotara contra el asiento del pasajero, sentí el sabor a sangre llenar mi boca casi de inmediato y las lágrimas empezar a derramarse por mis mejillas.   “La próxima vez no seré tan compasivo,” fue todo lo que me dijo George y después manejó en silencio el resto del camino a casa.   Tan pronto como llegamos, tomé nuevamente la bolsa de verduras congeladas y me la puse sobre los labios hasta que el frío hizo que se entumecieran, creo que también me hizo morder la lengua, pues me siguió doliendo hasta el día siguiente cuando me desperté para ir a la oficina nuevamente, al mirarme al espejo noté que el labio estaba sólo ligeramente hinchado y que se notaba una leve herida en ellos pero únicamente cuando se veían de cerca, así que con un poco de maquillaje iba a poder disimularlo.   Como no tenía muchas ganas de jugar a la barbie con mi nuevo armario, simplemente me puse el mismo vestido azul que usé para la entrevista y que me queda un poquito grande, pues lo compré en una tienda de segunda mano y no había tenido tiempo ni dinero para modificarlo, me miré al espejo por unos segundos y después simplemente me resigné a no ser la estrella del lugar hoy, sólo quiero terminar el día rápido y volver a casa a descansar, hoy es uno de esos días en que todo parece gris y sólo me consuela el hecho de que, por alguna razón, todas las mañanas me despierto con deseos de verlo a él, y hoy a pesar de mi humor sombrío, no es la excepción.   No obstante, cuando llego a la oficina, él está de un humor peor que el mío, tiene bolsas negras debajo de sus ojos como si hubiese tenido una noche pésima y la pequeña arruga en medio de sus cejas se ha acentuado hasta volverse casi como un ceño fruncido permanente, él me ha dicho pocas palabras y cuando lo hace, es en un tono frío y casi hosco, además de que ha decidido ponerme un montón de tareas difíciles y se ha molestado si no las termino rápidamente.   Realmente no entiendo ¿cuál es su problema?   El teléfono de mi escritorio suena de repente haciéndome saltar en mi asiento y cuando veo que es él, me apresuro a contestar:   “¿En qué puedo ayudarle señor Pemberton?” le contesto en tono formal.   “Necesito el expediente del caso Lancaster ya mismo,” él ladra por el teléfono antes de colgar, y yo inhalo profundamente para darme a mí misma los ánimos necesarios para entrar a su oficina y enfrentar su mal humor.   Así que cuando entro con el expediente en mis brazos, tomado firmemente como si fuera mi escudo y me acerco a su escritorio a entregárselo, me sorprendo cuando él me mira con curiosidad, y luego poniéndose de pie de un brinco, pone sus manos sobre el escritorio y se inclina hacia mí con el ceño fruncido, mientras mira fijamente mis labios y yo siento que la respiración se me atora en la garganta.   “¿Qué te sucedió en los labios?” él me pregunta con su rostro peligrosamente cerca al mío y yo siento que mi mente se queda totalmente en blanco.
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