-Que sea la última vez Rou que me golpeas, ¿entendido?- frenéticamente afirmo -acepte tu rechazo la primera vez, y me gustaste más, te vi como un reto, pero no por eso dejaré que me golpees entendido?- sigo afirmando con mi cabeza mientras más lágrimas salen de mis ojos, luego de eso me suelta, me acomoda mi cabello de una manera tan delicada que no parece el hombre de hace un momento, limpia mis lágrimas y me besa la frente, para luego hablarme.
-No es la primera vez que pasará esto Rou, pues tú me gustas y me gustas más cuando te haces la difícil, no te preocupes, que seguiré dejándote trabajar tranquila, e incluso te pagaré bien por esto, pero que te quede bien claro siempre, es tu palabra contra la mía, ¿entendido?- le digo que si en un susurro, vuelve a besarme la frente, acomoda su saco y cabello y sale por donde entró, estoy demasiado alterada de los nervios, mis lágrimas siguen saliendo y no sé porque no logre gritar, o atacarlo, simplemente fue como si perdiera el control de mi cuerpo que no reaccionaba, mi jefe acaba de manosearme, besarme y amenazarme en cuestión de minutos y yo no pude hacer nada, que rayos pasaba conmigo, yo no soy así, yo me considero una mujer fuerte y que se da a respetar, pero no sé cómo es que esto se me salió de mis manos, simplemente el temor invadió mi cerebro y cuerpo que me quede sin hacer nada.
Ya un poco más calmada, me dirijo al baño, me maquillo nuevamente, saco mi sonrisa y me dispuse a salir hacia donde están las mesas para seguir atendiendo a las personas, con un poco de nervios de encontrarme a mi jefe pero ya sería raro que dure tanto tiempo en el baño, así que aquí voy, hacia la barra para preguntarle a una de las muchachas si necesitan ayuda e informarles que ya termine en el almacén.
-¿Rou, por fin terminaste en el almacén?- esa es Ale, una joven menor que yo que es nueva y la verdad que es muy amigable, su pregunta me alarma, ¿será que vio o escucho algo?
-Emm si, si, justo ahora termine ¿porque?- pregunto alarmada y un poco nerviosa, ella se ríe y me hace un ademán con sus manos, que me calme que solamente fue una pregunta, porque afuera hay alguien que me está esperando desde hace más de 2 horas.
-¿Quién es Ale?- pregunto un poco extrañada, porque no estoy esperando visitas el día de hoy, bueno realmente no sé aceptan visitas al trabajo, únicamente viene de vez en cuando mi amiga Isa, a pasar un ratico conmigo, yo le brindo algo del lugar y como puedo me siento con ella a hablar y ponernos al día con nuestras cosas.
-Es el Hombre que me pediste que terminara de atender ¿recuerdas?, pues una vez que le lleve su orden, me pregunto por ti, le explique qué te mandaron a otro lugar y dijo que esperaría en una de las mesas de afuera hasta que tu salieras- luego ella lo señala para que yo vea donde está, y alza sus cejas y me hace gestos muy graciosos con sus ojos, no sin antes decirme que si no salgo yo, saldrá ella a atenderlo, yo me rio, y le doy palmadas en la espalda para que se calme, le digo que saldré y que cualquier cosa la mando a llamar.
-Pensé que nunca saldrías Rou- me mira, pero esta vez de una forma amigable, yo le sonrió en respuesta, explicándole que mi jefe me mandó hacer inventario, y por supuesto omitiendo lo que sucedió allí adentro.
-Bueno, verás, quiero disculparme por mi comportamiento de hace un momento, no suelo ser así de...- se queda pensando, buscando una palabra para referirse, pero yo me adelanto.
-¿de idiota?- le pregunto alzando una ceja
-Bueno si, de idiota, tú ganas, y como dije, quiero que me disculpes, y me gustaría presentarme como tal- extiende su mano hacia mí.
-Me llamo Demian Cortéz, y me gustaría ser tu amigo- me mira sonriente, con cara de vergüenza y un poco coqueta, o eso creo.
-Un placer Damián, como ya sabes mi nombre es Rou, Rou Caseres, y me parece bien que quieras ser mi amigo- le sonrío de manera genuina, pues por lo menos se disculpó por lo de hace rato, y no es que me haya flechado, ni nada por el estilo, pero puedo ver que de verdad está arrepentido por su actitud, así que creo que podemos llegar a ser muy buenos amigos en un futuro, por lo menos algo bueno el día de hoy.
-Espero que cuando vuelva Rou, puedas darme tu número de teléfono, ya que no estoy por acá de seguido, y la verdad me gustaría poder seguir charlando contigo, aún en la distancia y así conocerte- ok, puntos a su favor, eso sí me hizo sonrojar y reír.
-Damián, ¿me prestas tu teléfono?- mi pregunta lo desconcierta por un momento, luego lo saca de su bolsillo con algo de duda, pero aun así lo desbloquea para mí y me lo entrega, veo que tiene de fondo de pantalla la foto de él como en un campo de fútbol, trato de no detallarla mucho porque su mirada está puesta en mí, y luego de teclear unos números, mi teléfono suena en mi bolsillo trasero.
-Listo, aquí está sonando mi teléfono, para que veas que no te estoy dando un número desconocido, yo guardaré el tuyo al terminar mi turno Damián- le entrego el suyo con una sonrisa y él lo recibe muy gustoso.
-Gracias Rou, me has hecho muy feliz el día de hoy- se despide de mi con una sonrisa, guarda su teléfono, lo veo irse hacia su auto, y ¡¡¡madre mía!!! Tremendo auto tiene este hombre, yo no conozco mucho de marcas, pero puedo distinguir el emblema de un Audi donde se estacione, y allí se monta, arranca su motor y se va del lugar dejándome a mí con una sonrisa en el rostro.
-Espero no esté perdiendo el tiempo con los clientes Rou- Dios mío, esa voz hace que me ponga fría y mi sistema se altere.
-No se preocupe señor Silva, perderlo con usted es más que suficiente- al momento que suelto eso, no me arrepiento, pero si me impresiono de mi valentía, esa es la Rou que conozco, trato de mantener mi postura, pero su cara de seriedad me hace ir flaqueando un poco.
-Espero tenga esa misma valentía cuando esté a solas conmigo Rou- lo dice de una manera tan descarada, que el buen humor que tenía hace un momento se esfuma, y tampoco me da tiempo a responderle, simplemente se da la vuelta y se marcha hacia adentro del lugar, dejándome a mi ahora con una cara de espanto.
Luego de lo que pasó afuera con mi jefe, la tarde se me fue trabajando, atendiendo clientes y entregando sus pedidos, recibiendo buenas propinas y conociendo a más personas que llegan nuevos al lugar. Estoy sentada con las demás chicas, y algunos cocineros descansado mientras el personal de limpieza se encarga de dejar todo limpio y ordenado para el día de mañana, y dándole tiempo también a nuestro transporte que venga por nosotros para llevarnos a nuestros hogares a descansar, todos reímos, charlamos y algunos acomodando nuestras propinas cuando se escucha la voz del Señor Silva en el salón
-Muchachos, los felicito, lo hicieron muy bien hoy, la noche cierra con éxito de ventas- todos aplauden felices por las palabras de nuestro jefe, menos yo, que me hago la que está buscando algo en su bolso, pues no quiero verle la cara a ese hombre
-Rou, te necesito en mi oficina- Es una orden, todos me miran con cara de nervios, extrañados por el tono en que se dirige y me habla nuestro jefe, les sonrió para darles a entender que todo está bien, y levantándome de mi lugar, camino hacia la oficina de este señor.
-¿Pensaste que te irías así nada más?- no sé qué responder a eso, estoy nerviosa nuevamente, y como si el tuviera poder sobre mí, solamente me quedo muda mirándole.
-Toma- me extiende un pequeño sobre amarillo, lo tomó extrañada y asustada, y cuando lo abro mis ojos me pican, quiero llorar pero me contengo.
-¿Por qué me da esto?-
-Pensé que te había quedado claro. Es el p**o por lo de hoy en el almacén- lo dice de la manera más natural posible -Rou, te dije que te pagaría por nuestros momentos- ¡¿ACASO DIJO NUESTROS MOMENTOS?! ¡DIOS! mi cabeza me quiere explotar, me siento humillada y pisoteada, ¡¿NUESTROS MOMENTOS?! ¿Acaso yo quise ser partícipe de eso? ¿Le di permiso de tocarme? ¿De manosearme de manera tan descara? ¿Besarme sin mi permiso? Creo que este señor se está obsesionado conmigo, o le gusta jugar con mi mente, porque en ningún momento yo quise ser partícipe de algo así ,ni siquiera me siento atraída por él, y de igual forma, si me gustara eso no le da derecho de tocarme sin mi consentimiento.
-¿Acaso usted me pregunto si yo quería ser violada en un almacén para que agregue el “nuestros momentos"?- fue lo primero que se me vino a la mente, y veo que sus ojos quieren echar fuego, me mira con su cara tensa y sé que está apretando los dientes para no perder el control conmigo.
-Rou, que sea la última vez que me hables de esa manera, estas confundida y lo entiendo, pero yo no soy un niño, y lo que quiero lo consigo, y si quieres hacerte la difícil y de rogar, está bien, puedo con ese reto, pero nunca en tu vida me acuses de violador, porque no lo soy. ¿O fuiste a poner una denuncia luego de lo que pasó en el almacén? ¿Acaso llamaste a la policía? Yo te vi muy tranquila trabajando como siempre lo haces Rou- me mira con una ceja alzada, y sé que en eso tiene razón, no lo he acusado, salí con mi mejor sonrisa, pero fue para ocultar lo que pasó allí dentro, y para ser sincera me da miedo decir algo a alguien.
-Para que le quede claro Señor Silva, si no lo he denunciado aún, es porque sé que tengo las de perder, se la posición que tengo, y se el poder que usted posee, pero tampoco soy estúpida. Quiero que entienda que no deseo nada con usted, el simple hecho de tenerlo cerca me da asco, así que prefiero retirarme por las buenas de esta pelea, antes de que esto llegue a mayores, así que RENUNCIO SEÑOR SILVA-
listo, lo dije, prefiero irme de aquí a tener que enfrentarme a ese hombre, y sé que es una decisión cobarde de mi parte, pero en esta batalla estoy sola, y sé que sin pruebas nadie me creerá.
-JAJAJAJA- su risa me desconcierta -¿Rou, Acaso se te olvida que tienes un contrato conmigo? ¿Se te olvidó que si lo incumples, me veré en la penosa necesidad de demandarte? Y cuéntame... ¿cómo me pagarías?- cierto, olvidé el estúpido contrato que me hizo firmar hace 4 meses cuando entre a su oficina, donde especifica que no tengo derecho a renunciar por lo menos en los 6 meses unas vez firmado, ya llevo cuatro, me faltarían dos meses más para salirme de este lugar, y solamente espero que pasen volando.
-Veo que por tu cara se te había olvidado, pero ya lo recordaste ¿verdad?- se ríe de mí
-¡Ay mi querida Rou!, me encanta la idea de tenerte estos dos meses para mí, si supieras que me gustan los retos, puedes hacerte la ruda, la difícil y todo, pero créeme Rou que te digo que lo que quiero, lo tengo, y si te quiero a ti en mi cama, eso pasará- se levanta, se acomoda su saco, me vuelve a extender el dinero y me hace una señal con sus manos para que salga de su oficina. Yo salgo como en modo automático, voy al baño y vómito, lloro por unos momentos y golpeo la puerta del baño, ¿cómo me salgo de este problema ahora? ¿A quién acudo? ¿Quién me creerá? Esto es acoso laboral, esto es ilegal, pero no sé qué hacer, es un hombre muy poderoso en la ciudad y sé que no tengo pruebas para inculpado, solamente tengo seguro una cosa, mi Jefe, el Señor Silva, pagará bien caro todo lo que me ha hecho.