Noticias que destrozan

2837 Words
Whitney Scott. Verme en el espejo era realmente angustioso. De verdad me estaba casando con un hombre al que no quiero. Mi vestido color marfil, corte sirena y mis zapatos Louis Vuitton de once centímetros no hace que sea más fácil sobrellevar la vida que me espera. Veo a las personas correr por todos lados, para seguir con el maquillaje y el peinado. —Quita esa cara, serás feliz con él—me dijo mi madre, con su habitual positivismo. No quería hablarle, porque sabía que entraríamos en discusión. La traición fue demasiado grande. Un mes después… Había pasado un mes, y mi madre por fin estaba en casa descansado. El tenerla en ahí podía cuidarla mejor. Se le veía más relajada no tan preocupada como siempre por la boutique. Sharon fue contratada para trabajar, mientras mi madre se recuperaba. Este mes fue el mejor, ya que pude ahorrar y sacar para la matrícula de mi especialidad. Todo se iba ordenando poco a poco. Sonríe al saber que llegaría a casa y mi madre estaría ahí haciendo la cena y esperándome para contarme sobre la nueva serie que está viendo. Algo que nos atrae a las dos, el suspenso o lo policiaco. Al llegar a la cuadra noto dos coches negros estacionados al frente de mi casa y eso hace que me detenga de golpe. Perecen los mismos que estaban la otra vez en la boutique. Camino con cautela y cuando llegue a la puerta, está abierta y entro…pero la escuchó llorando. Corrí a la cocina y la encontré tirada en el suelo y dos hombres apuntando con sus armas en la cabeza de Freya. —Te dieron una fecha y no pagaste —le dijo uno de los hombres. —Solo un mes más… —No lo creo —le respondió el otro. Me pongo nerviosa de ver la escena. —¿Qué pasó madre? —le pregunté. Camine hacia ella sin quitarles la mirada a ellos. No quise ni por un momento que ellos pensaran que les tengo miedo. Ella me miró y no supo decirme nada. Los hombres me sonrieron y se vieron ellos mismos. —No—gritó mi madre — Yo les dije que me diera tiempo para decirle —ella se alteró. Uno de los hombres sonrió y dijo: —No señora. El trato ya está hecho y el señor Baker no dio más tiempo, venimos por la paga. El otro hombre me miró y sonrió. —Acompáñeme señorita… Se me aceleró el corazón. —Freya explícate ahora mismo de qué hablan—le exigí. —Señor dame un momento para hablar con ella. Me dio una mirada y luego salió rápido. —Whitney… —me susurro —, no quise hacerlo, pero no tenía más opción que aceptar su ayuda —seguía con su llanto desesperado. —¿Aceptar que madre? Ella se miró las manos. —Sabes que el señor Baker es el dueño de todo el lugar y pues necesitaba dinero para seguir con la boutique NEY, si no aceptaba su ayuda nos quedamos en la calle, porque ni para pagar la casa tenía, ya sabes porque… —¿Por qué no me pediste ayuda? —la mire con resentimiento —Demonios madre, si hasta la maldita boutique te he ayudado a pagarla. —Lo sé, pero no quise, porque sabía que estabas ahorrando para la espacialidad y no quise ser… —¿Cuánto debes? —la interrumpí —Me quedo algo después de matricular… Freya niega con la cabeza. —Es mucho — ella se limpió las lágrimas con las manos —. Me dio un plazo de seis meses para darle completo lo que me prestó y no puedo Whitney. Me dio un vuelco al corazón. No podía creer que esto estuviera pasando y todo porque no fue responsable. —Iré a hablar con ese señor— le dije muy decidida —. Trataré de convencerlo que nos dé más tiempo y te ayudaré a pagar… Me interrumpe. —Ya no hay tiempo. Me dio más del que le pedí, y por eso fue que recaí, de tanto estrés—se miró las manos — Viene por su p**o. Me puse pálida. No tenía ni idea de quién era ese hombre, pero por lo menos debo intentarlo. Tal vez puedo llegar a un trato con él. —¿De cuánto es el p**o madre? Mi madre bajó su mirada al suelo y susurró. —No es necesario… ya no se puede dinero. La miré sin comprender de qué está hablando. —¿Cómo? Freya seguía sin verme. —No me aceptara el dinero, porque el plazo venció y para eso le dije que le daría mi vida si me daba más tiempo… Esperé que siguiera y no lo hizo. —Pero… —No hay marcha atrás, es mi vida la que quiere… si no… —Termine de decirme de una maldita vez Freya. —Es la tuya —se soltó a llorar desconsolada —La única manera que me deje vivir es que te entregues a él... La miré incrédula. Esto era una completa basura. La vida de mi madre está en mis manos por ser una desconsiderada y no saber controlar su vicio. Me llevé las manos a la cabeza y me dejé caer al suelo destrozada de saber que no tenía ninguna opción. Freya se acercó a mí y me abrazó tratando de consolarme, algo que eso jamás pasaría. En pocas palabras me dio como p**o de su maldito vicio y boutique, y para terminarla tras eso la perdió. ¿Cómo se puede enfrentar a algo así? —Whitney…lo solucionaré te lo prometo. Negué con la cabeza. —En esto no se sale así de fácil —la miré a los ojos — Me imagino que lo sabías, pero no te importo mientras estabas drogada y tu maldita boutique funcionara. Ella lloraba y negaba con la cabeza al mismo tiempo. —Te prometo que… —No me prometas algo que sé que no vas a cumplir — me levante. —No—ella negaba con la cabeza—. Les diré que me lleven a mí, yo estoy perdida. Solté una risa entre dientes. —Sabes que esa no es opción. Y con eso me limpié las lágrimas que no sabía que había derramado. —Tiene que haber otra solución —seguía mi madre con lo mismo —El señor Baker es joven y entenderá que… Perdí mi poca esperanza. Baker es conocido por su crueldad, pero nadie lo conoce como es. Solo las personas con las que hace sus tratos sucios. —Por lo visto no lo pensaste bien, al meterte con un hombre como él —caminé a la puerta de la casa y me volví hacia ella antes de abrir la puerta y le susurré derrotada: —Al fin y al cabo, todo es por ti, siempre por ti y tú boutique. Y con eso salí a donde me esperaban los hombres de ese señor. En todo el trayecto, se me revolvió el estómago. Para nadie es un secreto que el famoso Reed Baker es el hombre con más poder en todo Londres, y CEO en Baker`s Corporation y tiene más dinero que sentido común. Vive en la zona con más lujo en 2 The Boltons, Kensington, London, SW10 9TB, Reino Unido. Hasta la fecha nadie conoce cómo es, pero si se habla de él. Cuando veo por la ventana llegamos a su increíble mansión. Al abrirse las verjas empiezo a sentirme nerviosa de lo que pueda pasar. Se estacionan al frente de la entrada y uno de los hombres me ayuda a bajar. —Acompáñeme por aquí— me dice un hombre muy serio. Asiento, Al entrar me doy cuenta de que la mansión tiene un estilo contemporáneo y muy moderno, sobre todo, en los grandes ventanales de techo a suelo con los que cuenta el salón principal. A pesar de ello, también hay numerosos toques rústicos o, incluso, hogareños como candelabros, paneles de madera y chimeneas que la hacen cálida en invierno. Es bastante hermosa por dentro. Sigo caminando detrás del hombre y llegamos a una gran puerta negra donde el hombre toca dos veces y entra. Él me mira de arriba a abajo y me sonríe. —Espere aquí. Entra y me deja sola. Y me comienzo a tocar un mechón de mi cabello suelto. Se abre la puerta y me hace señas con la cabeza. Me armo de valor y levantó la cabeza para enfrentarme al señor. Al entrar me dejó totalmente sorprendida con lo que veo. Puede que sea el hombre más temido, pero es increíblemente atractivo, aunque su oscuridad se le nota en la mirada. Él me analiza tanto como yo a él. Es bastante fornido, lleva una camisa negra remangada en sus antebrazos y deja ver sus brazos muy gruesos y sus tatuajes en ellos. Lo que me llama la atención es su barba bien recortada, y puedo ver sus labios gruesos y muy besables. Me da una risa arrogante. —Hola Whitney… debo decir que me siento un poco intimidado—comenta levantándose y me doy cuenta de que es la primera vez que veo lo alto que es, puede que mida un metro noventa sino más —. Parece mentira que estés aquí, mi ángel—su voz es fuerte. Lo fulmino con la mirada. —Así que te aprovechaste de mi madre. Todo tiene sentido. Sus visitas a la cafetería y sus constantes “vas a ser mía”. —Si lo quieres ver así… Recuerdo el día del baile y sus manos en mi cuerpo y lo que ponía hacerme… —No hay otra manera de verlo. Te aprovechaste de su adicción. Solo me miraba. —¿Hay otra opción? —le pregunté entre dientes —Tengo una vida y me gustaría seguir…. —No —me interrumpe y vi que agarró unos papeles y se acercó a mí en dos zancadas —. Acá tienes el acuerdo que hice con tu madre. ¿Un acuerdo? —Freya firmó un documento donde si ella no podía pagar, tú eras la siguiente opción. Empecé a sudar frío y sentí que mis piernas me fallaban. —Pero la ibas a matar. Sonrió. —Tu madre manipuló eso un poco, yo solo puse a mis hombres y ella hizo lo demás. Negué con la cabeza y por un momento quise llorar, pero no le di el gusto de verme sufrir delante de él, así que me las aguante y lo mire desafiante. —Crees que me voy a creer esa maldita mentira… Me miró con rudeza. —No es una maldita mentira, Whitney —su voz cambio a más ruda— Ahora eres de mi propiedad y no te dejaré en la maldita vida— me agarro con fuerza la barbilla al tal punto de hacerme daño — Acostúmbrate que soy tu maldito dueño y que haré contigo lo que quiera. Lo vi con tanto despreció que él me sonrió. —No eres mi dueño, señor Baker —mi voz salió forzada —Pero de algo si estoy segura es que me largaré de aquí —lo miré con determinación. Y con eso él me besó con fuerza, demostrando de lo que él es capaz. —Eso ya lo veremos —sus ojos están llenos de deseo — Por ahora irás a mi habitación y te entregarás a mí de buena gana. Eso me hizo parpadear. —No pienso permitir que tu… no estoy lista… Me dio una sonrisa de medio lado. —Ya, parece que la señorita Scott no es tan valiente como hace rato— me da una sonrisa siniestra— Eres mía así que ve y cámbiate con lo que hay en el vestidor y espérame. Aunque quería llorar no lo haría. Mi padre me enseñó a ser fuerte y a dar la cara a lo que se viene. Me muerdo la lengua y asiento y él me suelta de golpe. —Sal de aquí —me dijo como si yo fuera cualquier mierda. Me di media vuelta y abrí la puerta y me quedé esperando a su maldito guardaespaldas. —Ven acompáñame. Caminé detrás de él con mis piernas temblando y con una necesidad de llorar por lo que había pasado. Llegamos a una puerta grande y el guardaespaldas la abrió. —Entre y todo lo que ocupe lo encontrará ahí. Y con eso me dejo sola. Me dejé caer al suelo y por fin pude dejar caer mis lágrimas. Jamás pensé que mi día terminara así de mal. Después de desahogarme me levanté y fui al vestidor a hacer lo que me había mandado. La sorpresa que me llevé es que solo había lencería de la Victoria Secret muy fina y hermosa. Me dirijo al baño para darme una ducha y ponerme presentable para él. Tal vez si solo me acuesto con él me deja ir. Creo que es más una picazón que cualquier otra cosa. Me veo en el espejo del vestidor, y debo decir que jamás me había visto así, lencería preciosa y fina. Estoy vestida de esta manera muy provocativa, con unas mini bragas y sostén de encaje n***o. Es bastante sexy. Cuando estoy terminando de echarme crema en las piernas la puerta se abre y mi corazón se acelera desbocado. —Whitney—grita Baker. Deje el tarro de crema y salgo para que por fin me vea. Su reacción es mínima, no demuestra mucho si le gusta lo que ve o no. —Date vuelta—me ordena. Y eso hago, me doy vuelta para que me vea por completo. —Eres una diosa. Se acercó despacio, como un cazador listo para atrapar su presa, aunque eso ya pasó. —¿Alguien ha tocado este cuerpo? —me dio un beso ligero en el hombro. Me quedo callada. —¿Nadie ha puesto un dedo sobre ti? —suelta un gemido. Más silencio. —Whitney… —su voz salió tan sensual… —Solo Cha… —No me lo digas, me volvería loco —me gruñe —¿Entonces sigues siendo virgen? Asiento. —Sí —tartamudeó en voz baja. Me ardía la cara de vergüenza. —No por mucho tiempo. Eres mi p**o y cuidaré de lo mío. —Tomarás mi virginidad y no sabrás más de mí. Él soltó un gruñido. —No. Tú serás mi esposa. Caminé hacia adelante y él me detuvo con su gran mano. —No lo creo. El señor Baker me dio vuelta para quedar frente a mí y me dio una sonrisa de medio lado. —Dentro de un mes serás mi esposa —me dio un beso en la sien —La señora Baker. Me tomó en sus brazos, y camino a la cama para depositarme despacio. Movió su dedo índice por mi cuello hasta llegar a la clavícula. —Tienes una piel de porcelana —quitó su dedo y pasó su lengua despacio—. Sabes, eres tan perfecta que me duele echarte a perder — acercó sus labios a los míos — Lo que soñé con este cuerpo todas las noches deseando que fueras mía. No podía creer que un hombre como él, me deseaba tanto. Es atractivo y puede tener cualquier mujer, pero ¿por qué yo? ¿Qué me hace especial? —¿Por qué me quieres? —le pregunté susurrando. —No necesitas saber eso—gruño. Me abrió las piernas, y arrancó las bragas y sus ojos brillaban como si hubiera abierto el mejor regalo en la vida. —Rosadita. No me había dado cuenta de que estaba temblando y me sentía llena de deseo. Aunque odio esto, no puedo negar que me siento excitada al verlo tan deseoso de mí. Él se pone de rodillas y atrae mi cuerpo a que quede al borde de la cama para poder ver mejor mi intimidad. Se acerca a mí, y sopla con suavidad y yo sin querer suelto un gemido fuerte, y con eso me da un ligero beso y me pierdo en todas las sensaciones que me da su experimentada lengua. *** Jamás me imaginé que mi primera vez fuera así. Estoy sentada en el gran comedor sola tomando café. —¿Desea algo más señora? Me pregunta la señora que cuida de Baker. Niego con la cabeza. —No gracias —le contesto de forma amable. Ella asiente y se va. Sigo pensando en la noche anterior. No tengo mucho sobre ese ámbito, pero siento demasiado dolor en mi entrepierna por lo brusco que fue y es que no solo fue una vez sino cuatro veces y me dejó lastimada. Pero de algo estoy segura es que me entregue a él con mucho deseo. Pero eso no quiere decir que sienta algo. Odio este maldito trato. Me levanto dispuesta a irme a la cama, ayer tuve una noche muy movida y por lo visto hoy será igual.
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