CAPITULO VII. Visita inesperada

1426 Words
FERNANDO Salí corriendo de la habitación de Luna, en segundos me metí a la regadera y fingí que iba de salida cuando mis suegros llegaron a tocar mi puerta. Creí que no tendría tiempo de nada, desconozco qué los demoró en llegar, sea lo que sea le agradezco que me salvara. Invité a mis suegros a almorzar en el restaurante del hotel, estarán aquí pocos días, pues se dirigen a la costa para unas vacaciones, sabían que yo me hospedo allí y quisieron pasar a saludar, además, tienen la esperanza de encontrarse con Giselle, pero ella aún no llega, así que los llevo a conocer unos cuantos lugares mientras esperamos a su hija. En todo ese día yo no he estado en el hotel, no he visto a Luna y por lo que sé, ella no ha salido de su habitación. Ya pasaron un par de días y mis suegros siguen aquí, esperando a Giselle, sigo sin ver a Luna, aunque ahora ya me preocupa, he explicado a mis suegros que la familia Villanueva ha sido amiga de mi familia desde que tengo memoria y que me siento comprometido a cuidar de la señorita Luna, ellos entienden la situación, aunque mi suegra desconfía, de todas maneras no les he dado motivos para que piensen mal de mi ni de ella, nadie podría imaginarse lo que pasó la otra noche. Sé por Samuel que se la ha pasado llorando por la traición de su ex y de la mala amiga, la visito por un momento para tratar de animarla, luce desarreglada y en pijama, pero aún así es tan hermosa y sensual, cuando intento hablar con ella de lo ocurrido entre nosotros no me da tiempo, ella me interrumpe y empieza a hablar sin parar, me cuenta que había dejado cámaras en su casa y me muestra el video donde se dio cuenta de cómo se reían de ella. — ¿Le conté que mi empleada me dijo que algo raro estaba pasando entre Adrián y Flor y que no confiara en ellos? — asentí con la cabeza — entonces pensé en poner cámaras para estar más segura — ya sabía la historia, pero no quise interrumpir, supongo que no recuerda que me lo contó en estado de ebriedad y sólo la acompañé en su dolor — Imagino cómo te sientes — ¡Se reían de mí a mis espaldas! ¡En mi propia cama! Y yo planeando nuestra estúpida “boda perfecta”. ¿Cómo pude ser tan tonta? — dijo con sarcasmo y voz lastimosa — No eres tonta, ellos dos sí son unos idiotas por traicionarte — respondí — No valgo nada — Eso es mentira, cualquier hombre estaría feliz de estar contigo — dije ésto mirándola a los ojos — Estuve tan ciega — Así es cuando se ama y ten por seguro que volverás a amar algún día — A los dos les abrí las puertas de mi casa, les di llave para que entraran y salieran cuando quisieran, solía regalarles cosas caras, les dí mi confianza, mi cariño y así me pagan, ¡mírelos! Este es el video que los delató — No debes torturarte más con ese video, bórralo, ellos se aprovecharon de ti por tu dinero, por tu generosidad, ya sabes — Pues al parecer, no sé. El mismo día que los descubrí mandé a cambiar la cerradura de mi casa y mandé también, sacar todas las cosas de él, deshice el compromiso y avisé a todos mis conocidos por medio de una “des-invitación” a la que hubiera sido una boda perfecta. — Fue lo mejor y admiro tanto tu valor. Estoy seguro de que te mereces algo mejor Luego, Samuel le indica que alguien se aproxima a su habitación, su expresión corporal es una negativa a la visita, pero Samuel no puede hacer nada al respecto. Antes de irme, ella sólo se despide de mí con unas palabras. — Señor Rivera, por favor, olvide lo que pasó — ¿Perdón? — Sólo fue sexo, usted siempre ha sido mi fantasía y ya al fin la cumplí. Lo más prudente es que ese sea nuestro secreto. Salgo de la habitación justo después de escuchar ésto, sin poder decir una sola palabra, me siento extraño, no sé cómo describirlo, usado, tal vez, feliz porque no hay ningún compromiso, pero inseguro a la vez, no quiero que nadie más la bese ni la toque, solamente quiero ser yo el dueño de sus besos y de su cuerpo. Recordar esa noche me tortura, pero a la vez me emociona tanto como un adolescente. LUNA ¿Cómo se le ocurre venir hoy? No quiero recibir a nadie, al señor Rivera lo recibí sólo para pedirle que se olvide de lo que pasó, es un hombre casado y no busco conflictos con nadie, no soy una destruye hogares y ya sé lo que se siente ser traicionado por alguien a quien amas. Le pedí a Samuel claramente que evitara que me visiten, pero no me hizo caso, ¿qué se cree? Estoy echa un desastre y no tengo nada de ganas de arreglarme y ya sé lo que me va a decir, podría apostar cuáles serán sus palabras exactas cuando entre, sólo quiero taparme con las sábanas hasta la cabeza y dormir. — ¿Así que no quieres recibirme? — ¡No! ¡Ya vete! — contesto bajo las sábanas — De ninguna manera, estoy aquí porque me preocupa que no quieras salir ni arreglarte, ni comer, ni nada, eso sí es muy raro en ti y quiere decir que si estás muy mal — No es cierto, ya vete — ¡No, no me iré! Me voy a quedar aquí contigo — ¡No, aquí no te quiero, paga tu propia habitación! — No y punto. Tienes que sobreponerte porque nuestros padres están muy preocupados por tí, con eso de que no contestas las llamadas ni los mensajes ni nada — No tengo ganas de hablar con nadie — Lo sé, hermanita, por eso vine. Me duele mucho lo que estás pasando — De seguro ya te contó el chismoso de Samuel — Sí, pero no es ningún chismoso, él también se preocupa por ti — Ya lo sé — al fin salgo de mi escondite — Mira nada más cómo estás, ¡no, no, no y no! Estás hecha un... — Un esperpento, ya lo sé, Joaquín — Iba a decir momia, pero sí, me gusta más la palabra esperpento — Si sólo viniste a burlarte de mí, ya te puedes ir — También vine a que me invites a cenar, así que métete a bañar, ¡ándale! — ¡No quiero! Dile a Samuel que te pida algo — De ninguna manera. Joaquín es mi único hermano, es insoportable y tan terco como yo o peor, vivimos peleando por todo como niños, pero me adora y yo a él, es el único que me hace recapacitar y volver a mis casillas. Es mayor que yo y es normal que mis padres lo manden a supervisarme, saben que es la única persona en el mundo que puede controlarme de alguna manera. Él insiste en meterme a bañar, ya abrió la llave de la regadera y sé que es capaz de llevarme a rastras y meterme al agua con todo y ropa, aunque quizá por esta ocasión, se compadezca un poco de mí y no lo haga. — ¿Recibiste la des-invitación? — le pregunté — Sí, todos la recibimos — dijo mostrando empatía por lo sucedido — lo siento mucho, hermanita, tú no te mereces lo que te hizo ese imbécil Me solté llorando desconsoladamente y él me abrazó, no mencionó ninguna palabra ni se esforzó en animarme, solamente nos quedamos así abrazados hasta que las lágrimas dejaron se salir, luego me miró a los ojos y limpió de mis mejillas lo que quedaba de las lágrimas y me abrazó de nuevo, me sentí tan reconfortada, de pronto me tomó en sus brazos ¡y me llevó a la regadera! — ¡¿Qué haces?! — Te dije que te metieras a bañar — ¡No, no quiero! ¡Suéltame! — Para que no se te olvide quién manda aquí — ¡Eres un tarado Joaquín! — Ay, está calientita, no te quejes. Aquí te dejo la toalla y te espero, date prisa que tengo mucha hambre Ya en la regadera me tuve que bañar, odié ver mi pijama favorita mojada, Joaquín me las va a pagar por ésto.
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