Despertar juntos, un deseo más cumplido para Leo y Matilde, algo que habían añorado por años y ahora era la tercera vez que lo hacían en la semana. El ver a su hermosa esposa pegada a su cuerpo, respirando tranquila y con el cabello enredado como resultado de la noche anterior, no sólo lo hacía feliz, si no le daba la mejor de las imágenes, una que estaba segura que pintaría en un lienzo.
Ya había pasado un mes de que se habían reencontrado y estas dos semanas eran de pleno festejo, por lo que hoy tomarían un avión hacia Italia para seguir con esa luna de miel que tanto se merecían. Él se volteo a verla y acaricio su cabello para que poco a poco Matilde abriera los ojos y le sonriera.
― Buenos días amor ― le murmuro y los ojos de Matilde brillaron.
―Buenos días esposo mío ¿no estás e
