MI DIARIO —14 DE JULIO DE 2004
Impulsado por mi hermana compré un diario para este viaje. Estoy de permiso como parte de una misión con el Departamento de Estado, trabajando en Afganistán para mejorar las relaciones con los dirigentes del pueblo. Mi hermana me había dicho que la etapa de la guerra me había endurecido (tenía razón), que debía ir a algún lugar bonito fuera de territorio hostil, tal vez en la costa italiana, y olvidar la guerra y Afganistán. Y que debería escribir mis pensamientos en un diario, que podría llevarlo de vuelta a mi casa bombardeada en territorio hostil y leer las anotaciones («las veces que sea necesario», dijo), y el recuerdo de estos me aliviaría.
De modo que compré este diario. Solo tenía escritos unos pocos párrafos antes de llegar a la terraza de Casa Alb
