Manos mágicas.
Matteo.
Levanté su barbilla y odié que sus manos mantuvieran mi chaqueta.
—Tal vez es tu cara que hace parecer como una virgen. Porque cuando dejas caer este atuendo… muchos hombres se disponen a tirar su fortuna delante de ti —Esto la hizo mirarme a los ojos. Pude ver que estaba decepcionada.
—¿Puedo decir algo? —Ella pidió permiso.
Torcí la boca y me tomé mi tiempo antes de decir:
—Sí.
—Si… si tenemos que hacer que funcione… ¿Podrías ser más respetuoso? Porque sé que no es mi cara… sino mi misma integridad que me ayudó a mantenerme alejada de esos hombres malvados… —Apretó la última palabra y juro que quería que se arrepintiera de haberlo dicho.
—¿Hombres y maldad? No creo que debas odiar tanto a los hombres porque personas como tú se alimentan de nosotros. Y, por cierto, supongo que me follé anoche… tu integridad… La acerqué y miré su cuello, donde mis cuatro dedos podían notarse fácilmente—. Si tenemos que hacer que esto funcione… recuerda que… odio la boca lista de buscadoras de fortuna como tú —Para cuando terminé mi oración, ella estaba tratando de quitarme la mano de la cintura.
—Me estás lastimando, Matteo —Su respiración se entrecortó mientras clavaba mis dedos en su frágil cuerpo—. Déjame… —Chilló mientras que no importaba que ella era mi primera esposa, porque mi primera esposa era una puta sin un centavo.
—Te dejaré —La detuve mientras hablaba contra su boca—. Pero no cuando me lo estás pidiendo —se sorprendió por un segundo, pero solo entrecerró los ojos cuando hice que me agarrara más a su cintura.
Me bajé a tirar de sus labios con mi boca antes de conseguir mis manos sobre su cuerpo. Pero en el momento en que sostuve su cuello y probé su boca, ella tembló.
Le costaba respirar. Y, cómo la última noche que era su primera vez, sonó en mi mente. Odiaba recordar cómo tenía las luces azules encendidas. Pero ahora… no pensaba cometer el mismo error. Quería mirar cada hendidura de su cuerpo.
—Te guardaste para tu esposo. ¿No es así? Pues aquí, estoy de pie. Dámelo… —No pude evitar que la sonrisa se alejara mientras ella abría los ojos lentamente—. De ahora en adelante, en esta habitación, siempre te quiero desnuda —le ordené antes de sostener la tela sobre su hombro y caminar lentamente detrás de ella.
Cuando ella no se movió, tuve que decir fuertemente:
—¡Desnúdate!
Ella se quedó quieta como si no me hubiera escuchado y yo tuviera que acercar la boca a su oído.
—Vamos, Julie. Tienes esto para tu marido. ¿No es así? Quiero ver tu piel… —Su mano apareció en su hombro después de unos segundos mientras yo no podía recordar cuándo fue la última vez en el que estaba tan emocionado.
Se le cayó el vestido y ahora solo cubría sus pies. Dejé que mi mano le rozara el culo suavemente antes de darle una bofetada. Un gemido escapó de su boca antes de que yo ordenara.
—Ahora, desnúdame… —Se volvió con la cabeza gacha. Pero pude ver su rostro que ahora estaba manchado de rojo. Sabía que ahora debía estar febril. Estaba avergonzada de estar de pie frente a mí. Sé que era solo cuestión de tiempo. Y, en unas semanas, se acostumbraría. Entonces, fue de hecho una vista rara.
Desabotonó mi camisa y se movió detrás de mí para quitármela. En lugar de sentarse sobre sus rodillas, se inclinó un poco para poner sus manos en mi cinturón.
—Pareces muy impaciente por la golosina —Torcí mi boca mirando hacia abajo, pero su cabello ocultaba su rostro, pero lo que podía ver eran sus firmes pechos.
Ella estaba a punto de ir directamente hacia arriba y tuve que agregar:
—Mi bóxer también…
Y este era su lugar. Saboreé el momento en que su yo reacio me quitó el bóxer y me hizo saltar la polla.
—Retira esta ropa en este instante. Y sígueme al baño —Dije antes de meterme en mi baño donde una de mis mujeres había preparado el momento. Le dije que se fuera y bajó las escaleras mientras yo me metía en la bañera.
Solo unos minutos después escuché a mi esposa entrar.
—¿Por qué tardaste tanto? —Grito antes de chasquear los dedos con los matorrales colocados en la piedra que recubre mi bañera—. Ahora, dame un baño —dije, pero solo escuché sus pasos venir—. ¿Tengo que esperar por la eternidad? —Pregunté y pronto sentí su presencia detrás de mí mientras tomaba los tres pasos hacia mi bañera antes de sentarse cerca de mi hombro. Sentí el exfoliante en mi hombro, pero me apresuré a agregar—. Entra aquí. Quiero mirarte…
Observé mientras ponía el pie en la bañera. Estaba a punto de ponerme ese exfoliante en el pecho cuando le dije:
—Siéntate aquí —Hice un gesto hacia mi frente y separé mis piernas antes de hacer que se acomodara entre mis piernas.
Ella era realmente hermosa. Y, aun a pesar de que ahora sabía que yo he tomado su virginidad, ella todavía parecía pura.
No podía apartar la mirada de su cuerpo. Su vientre tenía la huella de una mano de la última noche, pero pronto desapareció en el agua, haciendo que sus firmes pechos fueran el centro de mi atención.
Descansando mi cabeza hacia atrás inhalé profundamente cuando ella vino a frotar mi cuello haciendo que su pecho rozara con el mío. Estaba tratando de resistirme porque sabía que cuando la tuviera la iba a devorar durante horas.
Sus manos bajaron y yo estaba de piedra cuando vino a restregarme la parte interna del muslo.
—Usa tus manos aquí —Ella se quedó quieta durante unos segundos antes de que sintiera sus dedos trabajando en la parte interna de mis muslos y en el momento en que se puso de rodillas, tomé su mano para ponerla en mi polla.
Maldije cuando sostuvo mi polla con su mano derecha y se hizo más grande.
—Joder, Julie, no pares… —Mi respiración se entrecortó cuando rozó sus dedos en mis bolas ligeramente.
Solo me hizo una paja durante unos segundos antes de volver a ponerse de pie.
—¿Qué demonios? —Abrí los ojos con frustración. Ella no puede ser esta niña sin saber lo que hizo—. No te detendrás hasta que te lo pida —Me quedé mirando su rostro en estado de shock que ahora era remolacha. Le tomé la mano y la hice sacudirme un par de veces antes de que tomara el ritmo. Descansé mi cabeza y obtuve el mejor orgasmo de mi vida.
Se detuvo cuando sintió que me disparaba la polla. No tuve que decírselo y me frotó las piernas con las manos. Y, solo tres segundos fueron suficientes para decirme que conocía un buen masaje. Presionó un punto de presión a mis pies y estaba en el cielo.
Le di la espalda antes de gritar.
—¡Pon tu mano aquí! —Comenzó con sus manos mágicas sobre mis hombros y no quería que se detuviera. Sus pulgares clavándose en mi piel fueron mágicos—. Trae las toallas —le ordené y ella salió de la bañera. Salteándome este juego, me metí bajo la ducha.
Le quité la toalla antes de decírselo.
—Puede obtener el aceite de cualquiera de estos gabinetes. Y te reto a que se tome más tiempo del necesario —Le dije antes de subir a mi cama. Ella apareció después de unos minutos y se subió a la cama antes de poner unas gotas de aceite en mi hombro.
—Siéntate sobre mi espalda. Y hazlo sobre ambos hombros —Cerré los ojos sintiendo sus manos haciendo magia sobre mi cuerpo mientras ella se sentaba a mi lado con sus rodillas descansando sobre la cama a cada lado de la mía.
—¿Julie? —La llamé, pero solo siguió el silencio—. ¿Julie? —Esta vez vino con un:
—Sí, señor…
Me volví lentamente. Vi cómo se sentía muy incómoda bajo mi mirada. Tragó saliva antes de poner sus manos sobre mi pecho, pero mantuvo su peso sobre sus rodillas mientras trataba de poner sus tetas detrás de sus brazos. De hecho, fue un espectáculo.
Cogí la botella de un lado y puse un poco en mis manos antes de sujetar su cintura y hacer que se sentara sobre mi torso. Ella cerró los ojos mientras yo amasaba sus pechos con todo lo que tenía o menos sabía que se me escaparían de las manos.
—¿Julie? —Mi voz salió ronca.
—Sí, señor.
—Monta mi polla —gruñí y la encontré quieta al momento siguiente.
Pero no tenía ganas de esperar ahora. La saqué haciéndola jadear en voz alta. Su cuerpo parecía tenso.
—¿Entonces, eras virgen?, Voy a destruirte —Dije todo el tiempo goteando aceite sobre su pecho, vientre y al final sobre su montículo, haciéndolo gotear sobre su feminidad. El aroma del aceite, ese masaje y mi erección palpitante todo era obra de ella. Y seguro que se ganó la recompensa. Dejé caer un poco en mi barra antes de llegar a separar sus piernas. Con solo un empujón, estaba en ella haciéndola llorar tan fuerte, pero solo me emocionó más. La vista era mágica. Su raja afeitada era realmente pequeña y fresca.
Recogiendo sus tetas en mis palmas, puse todo mi peso en su pecho antes de elegir mi velocidad. Sus manos vinieron a sostener mis muñecas mientras sus entrañas me succionaban. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta de par en par mientras gritaba con cada tirón. Miré hacia abajo para ver mi enorme circunferencia follándola. Estaba recibiendo ese aceite profundamente dentro de ella y llegando a lugares que sabía que ningún hombre había hecho nunca. Se retorció antes de frotarse los pies en la cama.
—¡Puta! —gruñí cuando se deshizo. Sus paredes calientes alrededor de mi polla me chupaban mientras su cuello arqueado llamaba mi atención. Me incliné para hundir mis dientes en su cuello. Sus gritos se vuelven más cortos y suaves. Eventualmente se había acostumbrado a mí cuando comencé a saltar sobre ella más rápido.
—¡Matteo! —Ella gritó haciéndome pellizcar su teta izquierda con mi palma. La monté y se deshizo tres veces antes de que la tensión en mi saco comenzara a alcanzar alturas. Y reduje la velocidad antes de descansar mi cuerpo sobre ella. Ella estaba agitada debajo de mí mientras yo me dejaba entrar en ella.
—¿Te gusta? —Le pregunté disparándole por dentro con mi esperma y moviéndome lentamente dentro de ella mientras ella solo intentaba normalizar su respiración. Su cuerpo estaba reluciente de aceite y sudor. Me gustó cómo algunos mechones de su cabello ahora se pegan a su cuerpo—. Dime que quieres más, Julie… dime que me necesitas —Le sostuve la mejilla ligeramente mientras ella me miraba a los ojos.
—Yo… te necesito.
—Di, por favor… —Me decepcionaron sus modales y la tiré tres veces.
—¡Por favor! —dijo sosteniendo mi mano amasando su pecho. Solté sus tetas para solo verlas rojas con la huella de mi mano. Bajé para besarla profundamente. Y ella comenzó a moverse cuando no podía respirar, pero quería que se rindiera. Quería que me devolviera el beso. Y, finalmente, movió su lengua con la mía. Y eso me emocionó tanto que le mordí el labio inferior hasta que sentí sangre en mi boca. En ese momento ella estaba tirando de mi cabello por todo lo que tenía. La dejé jadear y toser mientras se apresuraba a enterrar la cara en la cama.
Su piel se contrajo cuando rocé mi mano en su brazo. Me bajé de ella para acostarme solo a su lado. No sé por qué estaba temblando porque todo este esfuerzo confirmaba que le hierve la sangre. Sostuve la manta para cubrir su cuerpo antes de hacer que se volviera hacia mí.
—Abre los ojos —le ordené.
Abrió los ojos y pareció insegura.
—¿Qué sucede contigo? —Le sostuve la barbilla y rocé con el pulgar el corte en su labio inferior—. ¿Te han besado antes? —Le pregunté a lo que ella se quedó en silencio durante unos segundos antes de negar con la cabeza.
—Mira, sé que eres lo suficientemente grande como para darte cuenta de que nada en este mundo es gratis. Entonces, si tomaste el dinero, me quedo con tu cuerpo. Verás, puedo dejarte ir y darte otras tareas, pero… tu cuerpo es tan bueno que no puedo hacer eso. Y, si ningún hombre te ha enseñado cómo podemos estar en la cama. Ese no es mi problema. Pero… ¿Podrías ser lo suficientemente mujer por una vez en mi cama y aceptar todo lo que tengo para ofrecer?
Ella bajó los ojos y fue demasiado divertido hacerle saber que le falta experiencia para estar aquí en mi cama.
—No sé lo que tenías en mente, pero en la cama, todo se trata del placer de los hombres… y en la emoción. ¿Entiendes? —Rocé el corte de su boca con más fuerza esta vez—. Esto puede pasar. No es un gran problema. ¿Recuerdas tu voto cuando dijiste que me darás paz? No veo eso en ningún lado… Estoy tan cansado de tu comportamiento ahora. ¿Me puedes dar un masaje en los pies? —Mi solicitud la tomó por sorpresa, pero me recosté sobre mi espalda y sentí que se estremecía mientras trataba de levantarse.
Ella sostuvo mi pie y lo presionó con sus dos pulgares haciendo que todos los músculos de mi cuerpo se relajaran excepto por una cosa. Levanté los pies para ponerlo sobre su muslo.
—Joder, eres tan buena —le dije antes de poner una almohada debajo de mi brazo y mirar su cara roja. Sus pechos tocaban mi pie a veces. Me pregunto cuánto tiempo pasará hasta que deje de tener esta cara roja, pero sabía que tenía que averiguarlo.
El día siguiente en la oficina fue tenso. No podía olvidar su rostro ni sus manos. No podía olvidar sus ojos atontados cuando la desperté para tener sexo conmigo. Y la forma en que ella realmente creía cada palabra sobre sexo que le dije.
Sus frágiles brazos y sus grandes ojos estaban ahí para confundir mi mente. Pero no ignoraba este sentimiento. Siempre tengo el mismo tipo de emoción cada vez que tengo alguna adición a mi harén. Pero esta vez estaba más emocionado por su masaje que por el sexo. Hoy volví a tener una reunión y cené antes de irme a casa. No tardé mucho en llegar a mi habitación y encontrarla con un vestido n***o. Caminó para venir detrás de mí para sostener mi chaqueta, pero la detuve y se volteó para mirar su vestido. Ella siguió mi señal y comenzó a desnudarse. Pero ahí estaba su cara roja de vuelta.
Pasaron tres días. Y tenía la misma rutina hasta que una mañana Sasha vino a verme a la mesa del desayuno.
Después de que le permití hablar, Sasha comenzó:
—Estoy feliz por ustedes dos. Parece que te va muy bien con alguien que ni siquiera elegiste.
A su gesto, solo sonreí.
—¿Te estás poniendo celosa?
—Sí… estaba pensando si podía ir a ver a mi familia. Solo si te parece bien —Miré sus ojos suplicantes antes de estar de acuerdo.
—Bien… —Seguí comiendo y encontré a Peter entrando.
—Señor. Lucca… su encuentro se confirma en Mauricio. La empresa parece bastante…
—¿Puedo irme hoy? —Le pregunté a lo que miró el horario antes de responder.
—Después de las tres de la tarde.
—Genial… ¿Sasha? Pídale a la Sra. Lucca que se prepare… la llevaré conmigo —Ella se inclinó elegantemente antes de irse. Y sonreí por dentro sabiendo que Julie se merecía tanto después de tres días de infierno conmigo. Pero si su tratamiento será diferente al de aquí, no podría garantizarlo.
Reanudé mi desayuno preguntándome sobre mis proyectos y planes que tenía que ver con los ingresos generados. Con esto, me pregunto si debería comprarle un regalo a Julie, pero luego pensar en cómo ella ya ha aceptado una gran suma de dinero me hizo cambiar de opinión. Además, tuve que dejarla en algún lugar en un futuro cercano y darle regalos que precisamente, no era una buena inversión.
Salí para mi oficina y me puse a trabajar. Era la una de la tarde cuando recibí una llamada de la persona que menos esperaba. Le pasé el teléfono a Peter, quien recibió la llamada.
—Hola, señorita Russo…