Ceder
Julie.
—Gracias… —Susurró en mi oído haciéndome levantar el hombro—. Casi olvido que es nuestra noche de bodas —Él susurró en mi oído y lo juro que todo se detuvo.
Mi cerebro que nunca encontré tranquilo estaba en silencio. No hubo nada de ahí. Sin voz, sin pensamientos, y quizás nada, mientras el lugar donde mantenía su mano parecía estar despertando por sí solo.
—Tú… —Traté de decir, pero me di la vuelta y mientras él me apretó la boca con la otra mano.
—No querrás saber lo que haré si pronuncias una sola palabra sin pedir, ¡Mi MALDITO PERMISO! —Me estremecí y parpadeé mirando sus ojos fríos, pero se negó a disculparse por su tono ni nada. Yo, que no tenía ni idea de dónde venía todo, sabía que él no podía hacer esto conmigo.
—Yo… no me dejaré… —Estaba más que decepcionada con el hombre que era mi esposo legal. Y quería llorar un río por eso.
Traté de empujarlo usando mi mano en su pecho para hacer algo de distancia, pero solo sentí que era muy fuerte. No se movió y usé aún más fuerza lloriqueando de frustración.
El pequeño vello sobre su pecho me hizo darme cuenta de nuevo de cómo es la primera vez que toco el pecho de un hombre, pero él no se movió y tuve que gritar con mis ojos empañados.
—¡Dije que te vayas! ¡Por el amor de Dios! ¿Eres tonto? —Traté de sacar su mano de mi cintura, pero jadeé cuando inclinó mi cabeza.
—¿Qué diablos te pasa? ¿Eh? ¿Esta Cenicienta ya no quiere a su príncipe azul o qué? ¡Despierta, puta!… ¡Soy el mismo hombre por el que trabajas tan duro! —Apretó mi cara.
Ya no sé lo que estaba diciendo porque solo lo estaba mirando a los ojos que de alguna manera me dijo que no retrocedería. Había maldad acechando en sus ojos mientras que su boca no sabía nada a pesar de silbar como una serpiente cada vez que decide abrirla.
—No sé qué estás diciendo. Retira las manos, Matteo. ¿Podemos hablar como humanos? —Dije, pero estaba furiosa dándole una palmada en la mano que intentaba tocarme mientras lo empujaba aún más.
Pero él solo pareció disfrutar y se quedó mirando mi cuello. No pude evitar recordar el día de mi compromiso cuando me trató con tanta delicadeza. Sus ojos tímidos, esa sonrisa humilde y palabras calculadas… ahora no estaban a la vista. Ese día me gustó todo de él. Y fue la razón por la que no dormí una sola noche sin leer sobre él. Durante dos meses me dije a mí misma que estaba comprometido con la persona más educada y él me disgustó en dos minutos. Solo detrás de estas puertas cerradas ahora me estaba mostrando sus verdaderos colores.
—Déjame ir, yo… tú no eres lo que creo que eras. Yo… me dijeron… ¿Por qué? ¿Por qué demostraste que te preocupas y…?, me atrapaste. Yo… yo misma pediré la separación si tú no lo haces.
—Hasta que la muerte nos separe, cariño… —Hirvió sobre mi boca y eso solo hizo que lo temiera más. Él no me quería cerca. No puedo entender por qué no me deja ir ya, cuando claramente le estaba pidiendo que lo hiciera.
Entrecerré los ojos ante su siniestra sonrisa.
—Y déjame darte un secreto. Tú serás la que se despedirá de este mundo… antes que yo —Su amenaza me detuvo. ¿Estaba planeando matarme? Me retorcí sintiendo su virilidad cuando sostuvo mi cuerpo contra él. Esta vez me aparté para mirar hacia abajo.
Quería que se pusiera su ropa, ¡por el amor de Dios!
—Nosotros… ¡Podemos hablar de eso como adultos, Matteo! —Lo seguí cuando lo encontré arrastrándome hasta donde estaba la cama—. ¿Por qué no te pones los pantalones… por favor… y podemos… podemos hablar sobre cómo terminamos con esto? Sé que no quieres ser parte de esto. Lo entiendo completamente ahora. Por favor… —Supliqué, pero jadeé de sorpresa cuando me empujó sobre la cama—. ¡Yo… me voy! —Grité
—Te reto a que me dejes… —Su tono de advertencia fue suficiente para sacudir todo en mí. Tenía la cabeza gacha porque él no estaba lo suficientemente sobrio para que yo lo viera—. ¡Olvídalo!, ¡Te reto a que te levantes de la cama o rechaces mi toque una vez más! —Gritó haciéndome saltar. Lo miré sin comprender mientras mis labios empezaron a temblar cuando levantó mi barbilla. Odié cuando una lágrima se deslizó por mi mejilla, pero la menos esto me traería algo de esperanza. Espero que finalmente me deje ir considerando mi estado en este momento. ¿Qué tan enojado podría estar uno? ¿No puede tratar de resolverlo solo si odiaba tanto estar en este límite?
—¿Por qué? —Me quejé, pero terminé hipando antes de mirarlo—. ¿Por qué te casaste si no querías…? Se supone que no debo ser tratada…
—¿Como una puta? —En un movimiento me superó haciéndome retroceder más en la cama—. Recibiste dinero para estar aquí, ¡tú lo hiciste!
—¿Cómo lo sabes? —Solo pude susurrar y agarré su mano que ahora sostenía mi cintura. No sabía que se suponía que él supiera esto.
—No eres diferente a las prostitutas callejeras. ¿o no? ¡¡¡Literalmente soy dueño de ti, hasta la MUERTE!!! ¡PORQUE YO HE PAGADO POR ELLO! —Gritó contra mi oído haciendo que todo mi cuerpo temblara. No pude evitar recordar el día en que recibí el dinero. Y juro que nunca pensé estar en una situación como esta.
Su voz era tan fuerte que literalmente sentí las paredes retumbar. Su cuerpo palpitaba de ira diciéndome que estaba agitado mientras yo podía sentir todos mis músculos paralizados, cuando sentí sus manos impacientes tirando de mi vestido hacia abajo. Había un gran nudo en mi garganta cuando traté de explicar.
—Yo… yo… sé que tomé el dinero… Matteo —Lo llamé por su nombre sorprendiéndolo, hasta que lo encontré tirando de mi vestido hacia abajo dejando mi pecho desnudo a sus ojos—. No quieres hacer esto… Lo sabemos —Exhalé ahora con mis brazos sobre mi pecho, pero lo que lo vi hacer fue negar las palabras que acababa de pronunciar.
Se estaba masturbando con la mano con una sonrisa muy siniestra. No parecía un humano sino más bien un animal en celo.
—¿Tú quieres esto? —Le pregunté con incredulidad, totalmente decepcionada por la clase de humano que era, pero solo arqueé mi cuerpo para alejarme un poco mientras él venía sin esfuerzo a dejar caer la cabeza en el hueco de mi cuello. Mi boca cayó sintiendo su boca chupar mi piel, y en el momento en que comenzó a frotar su cuerpo sobre mí, mi respiración se acortó.
—Matt —Gemí cuando agarró mis brazos y quitó mis manos de mi pecho. Parpadeé, pero grité cuando hundió los dientes profundamente en mi carne. Su piel contra la mía estaba haciendo que mis pensamientos se volvieran borrosos.
Nunca en mi vida me sentí tan impotente. Quería decir que no. La palabra estaba en la punta de mi lengua, pero luego, preguntándome si estaba enojado porque yo tomé el dinero, me sentí estrangulada.
—Joder… eres tan suave —Maldijo haciendo arder mis oídos. Me pregunté cómo podría un hombre manejar tantas maldiciones en tan poco tiempo.
¿Cómo te habrías sentido sabiendo que alguien tomó dinero para casarse contigo? Está cabreado, Julie. Puede que, luchar contra él no sea la elección correcta ahora. Pero no merezco que mi primera vez sea… así.
—¡Ahhh!, ¡Matteo… por favor! —Gemí doblando mis pies y mantuve sus hombros apretados mientras se negaba a soltar mi cuello. Era como ese cordero que todavía respiraba al ver su cuello atrapado por el león. Justo como ese, cordero sentía que esto era todo.
Suspiré cuando se retiró, pero solo lo miré y encontré sus dedos tirando de mi vestido más abajo. No me miraba a los ojos. Él… él no quería mirarme como una persona. La urgencia en sus manos reflejaba que nunca ha tocado a una mujer de forma sensible. Literalmente sentí que mi corazón se rompía en mi pecho en millones de jirones puntiagudos cuando me levanté un poco para dejar que me quitara el vestido. La intimidad, el amor, la aceptación… no hubo nada de eso aquí.
En todo caso, fue solo la urgencia de sus manos. Y, literalmente, le temía más a sus manos en este momento. Mi vestido se había ido y las almohadillas que usaba para mis senos no estaban a la vista. Solo tenía puesta mi liga y mis bragas y verlo bajar eso sin tomarse un segundo, solo fortaleció el hecho de que no ha encontrado una mujer en años, por sus toques rústicos. Mi mano casi se metió mecánicamente entre mis piernas para cubrirme. Sin embargo, no tomé la liga y algo me dijo que él ni siquiera se dio cuenta de ese detalle.
Encontré sus ojos vagando por mi piel y eso solo me hace tragar saliva en total vergüenza. Sostuvo mi muñeca firmemente para levantar mi mano de mi centro. Su sonrisa se desvaneció después de un momento, y se produjo una mirada furiosa y en solo unos segundos encontré que su mirada se convertía en ira. Noté que su cuerpo se agitaba visiblemente de ira. Parecía tenso… incluso enojado. Me pregunté si algo andaba mal conmigo y volví la cara.
Encontré sus ojos observando a mi cara finalmente. Estaba segura de que tenía decepción en mi rostro, pero a él no parecía importarle en absoluto.
—Si no fueras mi esposa, te desnudaría frente a todo este mundo, porque nadie hubiera creído la perfección que eres… pero, ¡Maldita sea!, aun así, me has costado más de lo que vales.
¿Qué?
Lo miré con total incredulidad, pero solo gemí recibiendo una fuerte bofetada entre mis piernas con su palma. Mi corazón literalmente cayó en mi estómago cuando él se vino encima de mí. Ese fue el momento en que algo se susurró en mis pensamientos, para decirme que ese hombre no era tan inocente como yo creía, algo me dice que me metieron en algo que estaba más allá de mi comprensión...
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