Capítulo 2

3222 Words
La propuesta —Yo… supongo que estoy en la habitación equivocada —No sabía por qué tartamudeaba, pero al darme la vuelta me sentí aún más incómoda y solo dejé que el aliento saliera de la habitación. Encontré a David saliendo del ascensor y me apresuré a preguntar. —¿Quién es él? —¿Qué? —Preguntó de vuelta. —Hay alguien en la habitación. ¿No es exclusivo del señor Lucca? —Le pregunté a lo que se encogió de hombros. —¿Quizás personal? ¿Quieres que mire? —Preguntó, pero me apresuré a negar con la cabeza, pero por alguna razón desconocida tenía las piernas un poco temblorosas. Quería salir de aquí. —¿Dónde está el señor De Lucca? —Pregunté subiendo al ascensor. —¿Estás bien? —Preguntó de nuevo haciéndome notar el sin aliento. —Sí… yo… estoy bien —le respondí. —Déjame llevarte con el señor De Lucca… está de vuelta en casa —Tragué saliva antes de seguir a David, pero miré hacia la puerta y me pregunté qué extraño había sido este encuentro. Caminé hasta un Range Rover siguiendo a David, pero no procedí cuando me abrió la puerta trasera. —David, creo que no necesitamos esta formalidad… —Sonreí. ¿Estoy siendo demasiado obvia? Me pregunté, pero evité mirar en su dirección hasta que me senté a su lado en el asiento del pasajero.  Noté una pequeña sonrisa infantil en su rostro y me apresuré a apartar la mirada. Recordé los comentarios de mis amigas y me mordí los labios. No, Julie … No … Procedas a nada que no puedes pagar.    Lo miré y él captó mis ojos y rápidamente agregué: —Este auto es genial. —La llamo princesa —Le ofrecí una pequeña sonrisa mientras comenzaba a conducir—. ¿Estás comprometida? —Preguntó haciéndome mirar mi anillo que tenía fijado en mi dedo anular. —No, esto es un… un anillo de pureza —se me calentaron las mejillas y miré por la ventana—. Sé que es… es infantil. —No lo es —Le oí decir y me volví para mirarlo. No estaba equivocada. Yo nunca vi un anillo de pureza menos que un trato. —Sé que no estás libre los fines de semana, pero… —empezó a decir David y yo lo miré.    —¿Qué? —Le pregunté cuando se apagó. —Quería invitarte a la cena… no es gran cosa. No necesitas prepararte. Solo un bocadillo rápido. Vaya, ¿no era esta persona ideal? Estaba consciente de mi carga de trabajo. Mi corazón se hundió al recordar la conversación de mis amigas, que se suponía que no debía escuchar.  —Creo… te avisaré —dije algo que solía decir para rechazar a los chicos de mi escuela. ¿Qué diablos era esa Julie? Estaba preguntando amablemente. Lo arruinaste. ¿Qué pasa si realmente terminas sola? Solo di algo para compensarlo. Di lo que quieras, idiota. —No estoy interesado en ninguna relación en este momento —tuve que palmearme antes de girar para mirar hacia otro lado mientras el coche resonaba con sus risas. —Bien, yo también… podemos empezar conociéndonos —Dijo haciéndome mirarlo y supe que mi cara estaba roja. Tenía mi misma edad, pero parecía un niño. No sé por qué me siguen gustando los hombres de aspecto juvenil. Fue como una compensación por toda mi adolescencia cuando mi padre solía advertirme que no me juntara con los chicos. Y, para ser honesta, en ese momento estaba orgullosa de eso… olvidándome por completo de lo incómodo que me estaba volviendo cuando se trataba de hablar con el sexo opuesto. Pero David, estaba segura de que era diferente. Él podría hacerme sentir a gusto. Tenía un padre que cuidar y también sus préstamos estudiantiles. Y supongo que una amistad no haría daño. —Está bien —susurré y me sentí aliviada al ver la mansión que aparecía en la vista. Sabía que, si el señor Lucca estaba de vuelta en la mansión, su condición no era tan mala. Y, a veces, me preguntaba qué le pasaba exactamente. No se veía como el habitual de ochenta años, no tenía ninguna condición seria, excepto por su rostro sombrío como si tuviera un montón de responsabilidades sobre sus hombros, pero nunca lo vi hacer otra cosa que mirar el césped o tocar el piano. Eso era muy raro. He oído que su corazón está débil, pero no se mueve como lo hace Rachael. Como su cuidador, lo ayudaba a prepararle su té medicinal cada vez que lo quería, o a servirle comida, sus medicinas o acompañarlo todo el tiempo que requiera estar parado por un período de tiempo muy largo.    Caminé hasta su estudio, que era un espacio abierto en el segundo piso, y al acercarme al lugar, me encantó escuchar la música que estaba tocando en su piano. Eso me hizo preguntarme si estuvo en una emergencia hace una hora o no. Pero sabía que no me podía quejar. Pagaba mucho por un cuidador. Pero ¿y si Rachael tiene razón? Mi mente preguntó, pero rechacé el pensamiento.  Me quedé escuchándolo tocar. De hecho, fue el mejor compositor que esta tierra jamás haya tenido, pero no sé por qué quiso mantener este mundo alejado de su arte. Podría haberle hecho ganar mucho más dinero. —Supongo que lo has conocido —dejó de tocar su piano de repente y me dijo que había captado mi acto de disfrutar de su música. Pero ¿lo que no sé, es a qué se refiere?  —¿Qué? —Pregunté realmente sin saber a qué se refería. —Winston me dijo que querías un préstamo —su pregunta me tomó por sorpresa y me mordí el labio en total confusión. No sé por qué el Sr. Lucca me hacía esta pregunta directamente. En mis cuatro meses de servicio, he visto a todos los demás empleados obtener un anticipo o un préstamo sin tener que enfrentar al Sr. Lucca. Era algo con lo que Winston solía lidiar. —Sí, señor Lucca —Traté de que mi respuesta fuera breve. —¿Para qué quieres este dinero? —Preguntó teniendo su rostro enfocado en el piano. —Yo… quiero que mi madre se opere… y … Mi padre tuvo un accidente tres meses antes de su muerte… Tengo algunas facturas del hospital y préstamos comerciales que pagar… —Traté de pensar en otra cosa también—. Y mis hermanas… me gustaría que su escuela siga funcionando. —¿Tu madre significa… tu madrastra? —Me preguntó haciéndome asentir, pero luego tuve que decir: —Sí —considerando que no me estaba mirando. —No pude aprobar su préstamo, señorita Cole —Me dijo su voz tranquila antes de volverse para mirarme. Sus ojos grises me hicieron recordar a alguien, pero no sé quién. —¿Por qué? —Sabía que mi voz salió muy débil. —En su propuesta, dijo que pagaría el préstamo en los próximos dos años. Pero ¿y si no estoy aquí hasta entonces? —Sus palabras hicieron que mis ojos se agrandaran. Me pregunto a quién le importaría el préstamo que dio después de su muerte.  Me mantuve con las palmas juntas y miraba hacia abajo completamente avergonzada. —Sé lo que estás pensando… —Añadió lentamente cuando no respondí. No podía tener ganas de mirarlo. Estaba más que humillada—. Pero hay una diferencia entre el préstamo y las donaciones… ¿Qué quiere, señorita Cole? —Yo… quiero el préstamo, señor. Y estoy segura de que vivirás una vida larga y perfecta… ¿Por qué …? ¿Por qué está pensando en morir? —Quiero decir que esta persona lo tenía todo. Me pregunto si estaba deprimido. ¿Por qué desearía la muerte? —Para el préstamo, me gustaría que mencionara un plan para devolverlo —Dijo haciéndome aturdir. Mordí mi mejilla interior con más fuerza antes de asentir con la cabeza—. Me gustaría un café —ordenó y sonreí secamente antes de seguir. —Por supuesto… Salía de su habitación pensando en que Sarah quería un par de zapatos nuevos o que Anne quería un vestido decente para ir a la fiesta de cumpleaños de su amiga cuando escuché al señor Lucca decir: —¿Dime cómo van a ayudar veinte mil? —Dijo haciéndome girar. Todavía estaba reuniendo mis pensamientos para lograr una respuesta adecuada cuando dijo: —Ella quiere una cirugía de baipás y es caro… entonces, ¿por qué no pediste más? —Preguntó y se me enfriaron las manos. —Porque solo pude devolver veinte mil en los próximos dos años… además… necesito cambiar de apartamento por un caso de emergencia. —Entonces, ¿crees que no pasaré más de dos años…? —Me interrumpió con una amplia sonrisa en su rostro.  —No… no… yo no quise decir eso… —traté de aclarar.  —¿Sabes por qué solo tienes una licencia en un mes? —Preguntó haciéndome presionar mi boca antes de responder. —¿Por qué me está pagando mucho? —Mi voz era más una pregunta que una respuesta. —Sí, eso también… pero me gustas —dijo haciendo que mis ojos se entrecerraran. —Estoy buscando una mujer que esté llena de empatía, tolerancia y paciencia… y sé que puedes ser perfecta para cualquier trabajo —Asentí con la cabeza sin tener ni idea de lo que me estaba hablando. Pero si este trabajo me garantizaba veinte mil dólares, iba a aceptar cualquier trabajo—. Ammm, Cole, tengo un trabajo en el que puedes tener tiempo suficiente para pagar el préstamo que quieras ahora mismo —Se ofreció para hacerme parpadear dos veces antes de que le preguntara: —¿De qué se trata? —Solo pedí dar la bienvenida a una pregunta de su lado también. —¿Cuánto quieres?… y no pienses en devolverlo. Puedes tomarte todo el tiempo… dame cualquier cifra —Parecía un negociador perfecto, pero lo miré a los ojos para encontrar la oportunidad única en la vida. Por supuesto, sabía lo mucho que quería encaminar todo en mi vida.  —Todos mis gastos se resumen en unos trescientos mil… pero créanme… ahora mismo, veinte mil dólares son más que suficientes. —¿Qué tal un millón de dólares? —Dijo haciendo que mis pies se congelaran en mi lugar. Me sentí como una piedra. —¿Qué es lo que tengo que hacer? —Por supuesto, ahora mi sentido se activó. Respiró hondo antes de llevar su silla de ruedas a la estantería.  No importa cuánto creo que conocía a esta persona… ahora mismo mi mente se estaba volviendo loca. ¿Un millón de dólares? La tarea estaba destinada a ser turbia. Dejé escapar el aliento cuando me hizo un gesto para que tomara un archivo que me estaba pasando. No sé por qué mis piernas se sentían tan débiles al caminar hacia él. —Tienes que casarte con mi hijo. No soy fanático de dividir una familia. Una vez que seas la Sra. Lucca, serás de la familia… para siempre —El archivo que apenas tenía en mis manos se deslizó de mis dedos. Por supuesto, escuché lo que escuché y respondí rápidamente. —No… creo… creo… voy a dejar el trabajo —no esperé su respuesta y salí del lugar. Mi mente calculada me decía lo importante que era este trabajo para mí. ¿Pero quién se cree que es? ¿Estaba comprobando mi paciencia al obligarme a hacer miles de tareas? Por qué no pensó ni por un segundo que no estaba soportando todo esto porque soy tolerante. Era porque quería tanto este trabajo. Tal vez mi paso le demuestre que también tengo límites para mi tolerancia. Pronto, salí del lugar y regresé a mi casa para dejar de pensar en las cosas. Escuché a Rachael llamarme, pero la ignoré. Llegué a mi habitación para encerrarme y caí en mi cama. Recordé que mi último empleador me pidió que me acostara con él para el aumento. El incidente lo cambió todo y lo dejé tres días después. Por supuesto, el Sr. Lucca no estaba proponiendo lo mismo, pero lo que le hace pensar que podría comprar mi consentimiento, mis sueños… de hecho, toda mi vida. ¿Era mi vida así de barata frente a todas las personas que tenían dinero? Algo me quemaba las entrañas mientras deseaba que mis hermanas nunca vivieran un día así. Pero en algún lugar de mi conciencia, me pregunto qué le faltó a su hijo que lo hizo buscar esposa para él. Apreté las sábanas recordando cuánto deseaba este trabajo. Podía ver a mis amigas riéndose de mí pensando en lo fracasada que era. Darme cuenta de que no podré mantener mejor a mi familia, por ahora... o en los próximos meses, me estaba quemando las entrañas. —Julie… ¿Julie? —Escuché a Sarah y su voz había entrado en pánico. No sé si estaba durmiendo o no, pero la desesperación en la explosión me dijo que el asunto era urgente. Llegué a la puerta frotándome la cara y me abrí para ver a Sarah hipando.  —Mamá no se está moviendo… —Casi me caigo saltando las escaleras al notar que una ambulancia ya estaba frente a nuestro lugar. Parece que Anna ya había pedido una ambulancia. No tenía a nadie con quien dejar a las niñas solas y las llevé conmigo. Era casi medianoche y las chicas que apoyaban la cabeza en mis hombros me estaban haciendo consciente aún más de mis responsabilidades. Mantener una familia era realmente muy difícil. Traté de hacer que comieran algo, pero no pude. —¿Y si le pasa algo? —Sarah preguntó y no parecía una niña de diez años. Anna, que tenía trece años, tenía las manos frías. —Relájate, ¿de acuerdo? No le pasará nada a mamá. La llevaremos a casa… con nosotras —Lo intenté, pero no sabía que nada de lo que diría los haría sentir cómodas en este momento. Anna tenía solo seis años cuando papá nos dejó. Sarah, que tenía solo tres años en ese momento, no tiene muchos recuerdos con papá, pero lo extraña en su vida. Dejé escapar un largo suspiro mientras mis pensamientos solo estaban ocupados con cómo no podemos perder a Rachael sin importar qué. El médico finalmente salió a informarme que apenas se había salvado y que tenía que ser operada lo antes posible, preferiblemente en menos de una semana. Asentí con un agradecimiento mientras una piedra se atascaba en mi garganta. Me senté allí durante unos segundos con las chicas con sus cabezas adormecidas sobre mis hombros. Relájate, Julie… Relájate… Cerré los ojos por unos segundos para ver la vida sin Rachael y eso fue lo que llamamos un desastre feo. Contratar a una niñera en la que nunca puedo confiar, un mal apartamento y Joe tratando de hablar con Anna en las escaleras… Abrí los ojos y miré el rostro inocente de Anna. Una lágrima cayó sobre mi vestido cuando me incliné para besar su cabeza. Llevé a las chicas a casa y me senté en mi ventana. Odiaba que ni siquiera estuviera tratando de salvar a Rachael. Pero qué podría hacer yo… Tomé un sorbo de mi café mientras la oferta que me propuso el Sr. Lucca sonaba en mi cabeza. Ni siquiera lo pienses, Julie. Imagina que nunca te lo propusieron. Piensa en otra cosa. Mis pensamientos intentaron calentarme, pero estaba indefensa.  “Dios hace las soluciones primero y los problemas después. Todo lo que tenemos que hacer es conseguirlo”, Recordé las palabras de mi padre. —Lo estás haciendo parecer tan fácil. Hay muchos problemas sin solución —Respondí. “No… la solución siempre está ahí. En el fondo de nuestras mentes, es solo que le tememos a las cosas nuevas, mientras que Dios es el más grande. Haz lo que tienes que hacer y la magia sucederá” No vayas allí, Julie. Si papá estuviera vivo hoy, nunca te pediría que hicieras algo como esto. Sentí que mis manos temblaban un poco antes de terminar mi café.  Envié a las niñas a la escuela, Anna seguía diciéndome cómo podía arreglárselas sola, y que yo debería ir a trabajar. Yo las dirigí a su autobús escolar y esperé a un taxi después. No sabía si el Sr. Lucca iba a dejar de lado mi actitud de ayer. Los pensamientos de que su hijo era un hombre mayor de cincuenta años pasaron por mi mente. No podía dejar de preocuparme lo que estaba mal con su hijo que tenía que buscar a su esposa. Me pregunto si estaba discapacitado, era viejo, estaba enojado o se había divorciado muchas veces y nadie estaba dispuesta a casarse con él. Sabía muy poco sobre la familia porque nunca me habían gustado los chismes. Mi subconsciente seguía diciéndome lo estúpido que era todo este calvario. No podía deshacerme del hecho de que me estaba casando con alguien a quien nunca conocí a cambio de dinero.   Pero la decisión es mucho mejor que vivir con el pesar de no haber salvado a Rachael o haber puesto en riesgo la seguridad de las niñas. Pero piensa en ti, Julie. Nunca llegarás a vivir lo que es estar enamorado. Esto es lo que querías, ¿verdad? Encontrar a alguien que sea lo suficientemente amable para escuchar y comprender. Está bien. La vida no es justa. ¿Y si se suponía que yo siempre sería suya? Me dije antes de entrar en la finca para llegar sin ningún problema al señor Lucca.  Él estaba sentado en su silla de ruedas mirando el césped. Caminé lentamente  tratando de hacer lo mejor para no perturbar su tranquilidad en el momento.  —Señor Lucca… —comencé, pero cuando no obtuve ninguna respuesta de su lado, susurré—. Yo… lo haré sí… si la oferta sigue en pie —No sé cómo soné, pero algo se rompió en mí.  —Lo hará… —respondió el Sr. Lucca haciendo que algo se revolviera en mis entrañas. Era la primera vez que me ofreció sentarme a su lado. Me sonreí cuando el señor Lucca me ofreció a comer con él. Me dijo cómo puedo pagar por Rachael hoy porque yo era de la familia y ahora tenía todos los derechos sobre su propiedad. Después de saber que quería mudarme de piso me ofreció los mejores lugares en venta de nuestro pueblo en la actualidad. Pero había algo que no ignoré. Claramente podía sentir que incluso si él me llamaba familia, no sonaba como familia. ¿Como si la persona sentada frente a mí no supiera lo que significa familia? Y, sin olvidar que lo estuve escuchando durante tres horas, pero ni una sola vez mencionó a su hijo. Y eso hizo que me sudaran las palmas.
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