Ariel avanzó por el laberinto de pasillos, completamente perdida una vez más. Llevaba andando lo que le parecían horas, bueno, excepto cuando había encontrado una pequeña habitación que estaba claro que llevaba sin usarse siglos y se había quedado dormida. No se había dado cuenta de lo agotada que estaba hasta que por fin había dejado de moverse durante unos minutos, y al instante siguiente había caído inconsciente. Ahora se sentía revitalizada; solo le faltaba darse una ducha y un cambio de ropa. También le preocupaban todos sus pequeños a los que Jarak había prometido transportar hasta allí; esperaba que hubiese mantenido su promesa. No tenía ni idea de dónde iba a dejarlos, solo le quedaba albergar la esperanza de que fuera un lugar seguro hasta que pudiera reunirse con ellos.
La criat
