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Mandra entró con un portazo en la sala de conferencias donde sus tres hermanos se encontraban sentados alrededor de una enorme mesa de color palisandro con una pantalla de holovídeo en el centro. Su nariz había vuelto a la normalidad, pero no así su temperamento; no había conseguido dar con aquella maldita mujer.
Estaba a punto de ordenar que todos y cada uno de los guerreros de palacio dejaran lo que estuvieran haciendo y se pusieran a buscarla, y ni siquiera podía depender de su simbiótico para que lo ayudase. Parecía que la mujer se había percatado de que existía una conexión entre ellos, y sí, la bestia estaba con ella. Ariel había amenazado con quitarse de encima hasta la última pieza de simbiótico y no volver a acercarse a él jamás si revelaba dónde se estaba escondiendo, y su si
