I. Nathan

3238 Words
Observó el ventanal que da a la ciudad, los edificios se acoplan unos con otros dando la sensación de estar en un juego de Tetris, que irónico, mi vida era tan complicada como ese juego. No podía negar que la vista desde la empresa era increíble, este era el lugar donde crecí y digo esto porque básicamente me crie entre estas paredes blancas y grandes ventanales que dan a la calle principal. Mis recuerdos están en este lugar, todo lo que soy se formó de alguna forma aquí. Los autos siguen pareciendo hormigas desde esta altura, al igual que las personas. Mi oficina era la misma que mi madre tuvo tiempo atrás, las fotos familiares ocupaban la pared de enfrente, el baño se adaptó a mis gustos y tenía trajes en vez de vestidos, había colocado un pequeño bar en la esquina opuesta al sillón de cuero n***o, el escritorio ahora más nuevo seguía siendo de cristal reluciente, mi laptop abierta dejaba ver los balances de la empresa y un rectángulo de vidrio con mi nombre incrustado se encontraba en la esquina derecha. Suspire mientras el bolígrafo entre mis dedos gira una y otra vez, no podía sacar de mi cabeza las palabras de Paris a través del teléfono. "Creo que las cosas no están funcionando, somos jóvenes, te quiero, pero creo que deberías encontrar alguien que se adapte a vos y tu 'situación' " Mi situación, esa era la palabra utilizada por la mujer con la que compartí tres malditos años de mi vida, 'situación', ahora era una “situación”, mi trauma era una puta situación, una escenario que alejo mi última oportunidad de formar una familia, porque era lo que quería ¿no? Hablamos de proyectos a futuro, planeamos casarnos, conversamos sobre tener hijos ¡por todos los santos! ¡Hijos! ¿En serio pensaba tener hijos? Supongo que era algo de lo que pudo darse cuenta el primer año de novios, pero después de tres años, era raro y hasta algo ofensivo, ahora yo era una situación y ella me había dejado sin ninguna pena. Lance la lapicera sobre el escritorio de vidrio, este que tanto mi madre cuidaba, ella amaba este lugar, amaba la empresa y todo lo relacionado a ella ¿yo lo hacía? La respuesta era algo confusa en estos momentos ¿me gustaba estar acá? No me desagradaba y eso ya era mucho, ¿Soportaba las reuniones semanales con el comité? No y jamás lo haría, ¿amaba algo? Sí, el boxeo, ese pequeño deporte que me ha mantenido cuerdo todo este tiempo, aquel que me ha dado la fuerza justa para no volverme loco. –Buen día La voz chillona de Emily se hizo presente en mi despacho, sus enorme ojos grises se veían algo cansados, su cabello n***o caía suelto por sus hombros en un look relajado, su cara se veía más redonda que hace unos meses y su enorme barriga resaltaba en su vestido n***o, ya no utilizaba esos zapatos de tacón con los que suele caminar por la empresa, ahora tiene unas pequeñas chatitas de varios miles de dólares, porque como dice ella, antes muerta que sencilla. –Veo que no son buenos –sonrío de lado mientras caminaba hacia la silla frente a mí. –Pareces a punto de explotar –me burle mientras ella se sentaba con dificultad y me sacaba el dedo del medio. –Gemelos, eso te dice algo –levantó una ceja y dejo una revista boca abajo en mi escritorio –Además son seis meses, me duelen los pies y estoy cansada – hizo un pequeño mohín. –Eso ocurre cuando uno folla sin protección hermana –carcajee y ella me tiro una lapicera por la cabeza. –Le cortare los huevos a George entonces –puse cara de horror – Ahora bien… ¿Adivina quién es cara de Glaam? –Tú y George otra vez – negó. –Vaya estaba seguro, viven saliendo en esa revista. –me quede pensando. –Es que somos hermosos –comentó burlona –Vamos, piensa. –Oliver y Molly –medite un momento –Aunque espero que no u Oliver los demandara –mi hermana hizo una mueca graciosa. –Es que pusieron a los pequeños en la tapa, ellos saben que no pueden hacer eso –negó –Es como que pusieran a Ben y Hilary ahí o en el peor de los casos a los gemelos recién nacidos. Ben y Hilary eran mis pequeños sobrinos, hijos de George y mi hermana, el pequeño Ben tenía los ojos de Em, cabello castaño oscuro y unos hoyuelos irresistibles cuando sonreía, ahora tenía exactamente 16 años, pronto 17, un galán. Hilary tenía los ojos de George, sus ojos chocolates con motas verdes que siempre brillaban como dos estrellas, el cabello n***o como el azabache igual que mi padre y hermana, ella cumplía 14 próximamente. Me imagino que después de estos dos cierras fabrica, amo a mis sobrinos, pero son cuatro Emily –ella suspiro. –La idea era tener tres nomás como Molly y Oliver, pero el último salió doble – sonrió. –Y casi te deja sin marido. Carcajee al recordar la reacción de mi cuñado al enterarse que tendrían dos bebes, lo pálido que se puso y como casi se desmaya frente a toda la familia, pues Em decidió que todos nos enteráramos a la misma vez, en uno de esos domingo familiares que organizamos una o dos veces al mes. En fin, Emily comento que estaba embarazada, George sonrió feliz, luego mi hermana dijo que tenía otra sorpresa más, George comió algo de carne mirándola y ella dijo que eran gemelos, pd: mi cuñado se atraganto con la carne hasta el punto de terminar rojo como un tomate, Oliver le hizo una maniobra de primeros auxilios y mi hermana lloro, después de desahogarse mi cuñado, palideció y casi se desmaya, el mejor almuerzo de mi vida, si me lo preguntan. Después de eso, todos estuvimos felices, vamos… son mis sobrinos, los amo sin conocerlos, pero no pude evitar reírme al ver la reacción de George, encima él se preguntaba cómo pudo ocurrir eso, lo que derivo a una interesante charla con mi hermano y mi cuñado, donde Oliver se encargó de explicarle reproducción a George, quien se ofendió, por cierto. Al final de la charla llegué a la conclusión que el problema es la casa. Me explico, mi hermana decidió nunca vender la antigua casa de George, casa que usan como nido de amor, según Emily, el nido donde han procreado a mis cuatro sobrinos, Ben, Hilary y los dos bebes que llevan ahora en su panza. –No es gracioso, se atraganto con la comida –hizo otro mohín –Creo que nos hemos ido del tema – levanto la revista nuevamente –¿Te rindes? –Me rindo –admito y tira la revista sobre mi escritorio. –Felicidades hermanito, ahora estas incluido en chimentos –agarre la revista y visualice mi foto. La imagen era del evento del mes pasado, el desfile que organizo Emily antes de tener familia, desfile donde mi ex y mi cuñada Molly habían estado, el acontecimiento fue para presentar la última colección de mi hermana, en la que Molly es la principal modelo. Su imagen empapela gran parte de la ciudad, en ocasiones he visto a mi hermano refunfuñar por eso, la verdad es que lo entiendo, ella sale de forma muy provocativa y en momentos con poca ropa, pero bueno, es trabajo y gracias a eso los catalogan como la pareja más sexy del medio. Deje de divagar por mi mente y observe el título ¡De vuelta al ruedo! El hijo menor de los Hamilton se encuentra nuevamente soltero, –¡pero que…! Recién habían pasado cuarenta y ocho horas desde que nos separamos y ya estaba publicado. Abrí la revista y me dirigí a la página donde hablaban de nosotros. “Su ahora ex novia, la famosa modelo París Brown, fue vista muy acaramelada con un hombre desconocido el día de ayer” … ahora entendía la “situación”, seguí leyendo la nota… “fuentes cercanas a la modelo declararon que la relación entre ambos iba mal, por lo que decidieron ponerle fin luego de tres años juntos. Por ahora el hijo menor de Theo y Emma Hamilton no ha declaro nada –y no pienso hacerlo –Es una realidad que todos los presentes nos sentimos decepcionados ante tales declaraciones. Ahora los amantes de Parnat se quedarán con el sabor amargo, pues nuestro muchacho no caminara hacia el altar, al menos no próximamente.” –ni nunca, agregue mentalmente –“¡Pero no desesperen! Aun podemos ver sus músculos de acero en el ring o bien con sus hermosos trajes en la vicepresidencia de la famosa empresa familiar, Astracán textil” “Esperamos que el corazón de Nathan pronto tenga dueña, quien les dice y son ustedes o por qué no… su humilde redactora” –Pura mierda –tire la revista en la mesa y la puerta se abrió dejando ver a mi hermano Oliver. –¿Qué pasa? –pregunta extrañado. –Esto pasa –agarre la revista nuevamente y se la tire para que la agarra en el aire –Eso de ahí es pura mierda, no es la verdad, dios me dejo hace cuarenta y ocho horas, y ya está con un tipo en la portada, ¿íbamos mal? Hablaba de tener hijos por todo los santos –mi voz era casi un grito –Pero no, la situación soy yo –tomé nuevamente mi lapicera y la tire contra la pared. –¿Situación? –inquiere Emily. –¿Te engaño? – pregunto Oli y se sentó frente a mí –Molly le romperá las piernas cuando la vea –una carcajada salió de mi boca, porque era cierto, ella la golpearía. –No sé si lo hizo, pero obviamente estaba conociendo alguien mientras estaba conmigo –tiro un poco de mi pelo –Pero ella no dijo eso, simplemente dijo que yo necesitaba alguien que se adaptara a mi situación. –¿Qué situación? –volvió a preguntar mi hermana. –¿No se te para? –inquirió Oliver. –¡Oliver! –grito Em mientras golpeaba su brazo –Claro que se le para es un Hamilton, los Hamilton somos fogosos – mi hermana lo miro fijo y Oliver volvió a verme. -¿Se te para verdad? – pregunto curiosa y yo no lo podía creer, abrí mi poca con asombro. –¿No se te para? ¿Es eso? –volvió a preguntar Oli –Hay una pastillas que sirven para eso, sino podemos ver algún medico fuera del país, así no tienes… –Joder… ¡si se me para! –grité percatándome que la puerta estaba abierta y varios de los empleados ahora miraban en mi dirección –Es solo que… –camine hasta ella, la cerré y después fui hasta el sillón –… tengo muchas pesadillas en las noches. –¿Todavía? –pregunto mi hermana –Pensamos… dijiste. –Se lo que dije, pero no, no se han ido, las cosas siguen aquí en mi cabeza, pasan una y otra vez como si fuera una película en repetición –suspire y mire el techo. –Tendrías que habernos dicho, nosotros… –Oliver me miro como lo hacía antes, con pena. –¿Para qué? ¿Para qué me mires así? –lo señale –Para que Molly se sienta más mierda, no tiene sentido, es algo que pasó, es pasado –mire la ventana ignorándolos. –No es pasado si aun te afecta –dijo mi hermano al fin –Puedes contar con nosotros, no le diremos a nuestros padres, pero tienes que dejar que te ayudemos –los miro y afirmó. –Claro ayudemos el enfermito –brame y ellos enarcaron una ceja –Está bien, los dejare ayudarme –suspire –Pero no hoy, hoy solo quiero desquitarme con la bolsa, prepararme para la pelea y salir a tomar algo –gire para verlos. –Está bien –dijo Emily levantándose con dificultad –Pero desde ya te aviso, esa perra no vuelve a pisar nuestra empresa, deja de trabajar para nosotros apenas finalice su contrato, que es en dos semanas –sonrió satisfecha. –La prensa hablara mal de nosotros –le informe. –Oh cariño –se acercó y me acaricio la mejilla para después darme dos cachetadas despacio –No lo hará, porque yo sacare a relucir sus garras y en cuanto diga algo, todo mi personal lo desmentirá, porque si hay personas que trata bien a sus empleados, esos son los Hamilton. –Te has convertido en alguien diabólico –comenté y ella sonrió –¿Dónde entra tanta maldad? –observé su cuerpo – No llegas al metro sesenta. –golpeo mi brazo. –Idiota –giró y miró a Oliver –¿Mi marido? –En la empresa –Oliver me miro –Yo vengo a hablar con él. –En ese caso nos vemos –saludo con la mano para ir a su oficina, la presidencia. –¿Qué sucede? –lo observé mientras me acomodaba en el sillón. –Cumplo aniversario con Molly la semana que viene –rodé los ojos. –¿Tengo cara de niñero? – mi hermano ladeo la cabeza. –Y… –¿Qué pasa si tenía pensado coger con alguna mujer? ¿o tal vez una fiesta? – Mi aniversario es dos días después de tu pelea, en esos días jamás sales –comentó seguro –Primero porque el cuerpo te duele, además de estar hecho un asco si algo sale mal y te golpean demasiado –sonrió victorioso, maldito genio –Se lo pediría a mamá, pero ya vez –levantó la mano –Esta en su décimo cuarta luna de miel o la número diez mil porque básicamente viven viajando. –Si sabes que tus hijos son bastantes grandes ¿No? –Solo será Aaron y tal vez Clara – suspiré. –Ya, yo lo entiendo, amo a mis sobrinos, pero no me estas preguntando, ustedes solo lo imponen –me quejo –Claramente soy el puto aburrido de la familia, el traumado y tío simpático, pero es que ni masturbarme me dejan –resopló. –¿Estás de mal humor? –levantó una ceja. – ¿Qué te hace pensar eso? –comenté sarcástico. – Bueno ya veo, le diré a los chicos que no quieres cuidarlos –se levantó. – Eso es jugar sucio y lo sabes –sonrió de lado y negué –Esta bien los buscare por tu casa a las seis, confírmame el día y por favor no hagan la gran Emily y vuelvan embarazados porque les juro que me voy del país. –Oliver carcajeo. – ¿Por qué no le dices algunos de tus amigos que te ayude? –ladee mi cabeza. –Quieres a Galy, Thomás y Ian, con Clara y el pequeño Aarón –me miro fijo. –¿Mateo? –consultó y carcajee. –Me imagine que no querrías que los chicos aprendieran más guarradas –se levantó –Los buscare a las seis, ahora vete –mi hermano me saco el dedo del medio y salió. A las cuatro de la tarde salí directo de la empresa al gimnasio, los chicos no comentaron nada de mi ruptura, ni tampoco mencionaron la enorme cantidad de periodistas que había tanto en mi empresa como en el gimnasio. Ellos solo me sostuvieron la bolsa y se dejaron golpear por mí en el ring, mis golpes no cesaron, solo me mantuve ahí golpeando todo lo que podía y sintiendo mis brazos quemar como el infierno, fue por eso que cuando paso exactamente dos horas, estaba completamente agotado. Me bañe en el gimnasio, no quería perder tiempo, tarde quince minutos en estar listo y encaminarme a la salida donde los chicos ya me esperaban. –¿A dónde? –preguntó uno. – El bar de siempre –respondí. Cada uno se fue con su coche, yo por mi parte me subí en mi Audi R8, las calles pasaban rápido a mi lado, pero solo me concentré en mi objetivo, beber lo suficiente para calmar el dolor, pero no tanto como para volver vivo a casa. Quería que toda esta mierda se acabara, pero cuando llegamos al antro de siempre, los periodistas me avasallaron, varios flashes apuntaron mi rostro y el de mis amigos. – Nathan… Nathan –los gritos a mi alrededor no pararon. – ¿Hace cuánto se separaron con Paris? – ¿Siguen siendo amigos? – ¿Qué opinas de su nuevo novio? –me pare en seco cuando la última pregunta sonó. – No opino nada chicos, la verdad es que me he enterado por ustedes todo – todos se callaron –Así que pueden poner en los titulares de mañana “Nathan Hamilton, el cornudo más popular y sexy de Seattle” –sonreí para la cámara y con las miradas atónicas camine dentro del lugar donde el guardia ya tenía su puerta abierta. – Mierda Nat… –Galy se paró a mi lado –¿No te arrepentirás de esto? – ¿Tengo que sentirme mal? –bufe – Básicamente soy el reno de Santa – exclame –Es el colmo, siempre nos dejan a nosotros como los infieles, poco hombres o lo que mierda fuese, pero ellas también engañan y las cosas son amistosas. Camine por el pasillo oscuro adornado con luces rojas, la barra tenía una línea de luces led que alumbraban las banquetas y cara de los chicos que servían tragos, la vitrina detrás de estos dejaba ver las mejores bebidas, los colores de las botellas iban del amarrillo al rojo, pasando por azul, verde y marrón. Me acerque a ella y compre una botella de whisky. Thomas, Galy, Mateo y Ian no decían nada, solo me siguieron a los sillones mientras observaba todo el lugar. Solo miraba el grupo de gente sudada y borracha, desde mi punto de vista. Bailaban de un lado al otro sonriendo y charlando, la música apenas dejaba escuchar lo que uno pensaba y eso era bueno porque no tenía ganas de pensar en nada esta noche. Me serví mi copa y me tomé todo, volví a llenar dos dedos más mientras me centraba en la muchedumbre de la pista. Ian hablaba tranquilo sobre la pelea de mañana, pero me negaba a escucharlo, la verdad es que me valía mierda la pelea. Pase dos horas sentado bebiendo, mis ojos solo observaban, no hablaba, no opinaba. Relamí mis labios cuando divisé una morena de preciosas curvas en la pista, sus caderas se movían de un lado al otro al ritmo de David Guetta, su pelo oscuro caía suelto por la curvatura de su cuello y pecho. En sus caderas se ajustaban un jean blanco rasgado y un top n***o que dejaba al descubierto su vientre y busto. Sus movimientos me mantenían idiotizado, todo en ella desprendía seducción. La muchacha giro quedando de frente a mí, mordió sus labios carnoso y me sonrió con picardía mientras sus caderas bajaban al piso. Le di un último trago a mi copa mientras sonreía y fui a su encuentro.
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