Mi jueves no mejoro, al contrario, fue de mal a peor, en un primer lugar porque Erick decidió aparecer nuevamente por mi casa, en sus manos se encontraba mi café favorito y una serie de chucherías que consiguió en alguna pastelería de la zona, el hombre se negaba a entender que ya no había nada que buscar conmigo, él nunca me comprendió, nunca se gastó en ver más allá de lo que mostraba, era cómodo estar con él, algo fácil de llevar, algo insulso, vacío. Horas más tarde de cerrar aquella puerta, el timbre volvió a sonar, abrí colérica, estaba dispuesta a mandarlo al mismísimo infierno con tal de que no me molestara nuevamente pero ahí no se encontraba Erick, no… eran mis padres, mis queridos padres viajaron desde San Francisco para volver mi vida un completo infierno, ahora no era yo la q