La Misa termina, como de costumbre, a la misma hora y con las mismas palabras. El padre Mónaco, extendía las manos, saludando al pueblo diciendo: “El Señor esté con vosotros”; a lo que el pueblo responde: “Y con tu espíritu”. -la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros- En seguida el sacerdote añade. -Amén- responden a coro los feligreses. –Pueden ir en paz– -Demos gracias a Dios-. Entonces el cura, como al principio de la Misa, venera el altar con un beso y una profunda reverencia, y se retira. Es todo. Ha terminado. Las personas empiezan a retirarse con paciencia, tal parecía que ninguno de ellos tenía prisa por volver a casa y eso que ya pasaba de las doce del mediodía, la mayoría debería de preparar la comida nada más llegar a su ho